7
No ha pegado ojo en toda la noche. Tampoco es que lo haya intentado. Tiene algo que decidir. Una cosa esta clara, no quiere sufrir. Pero necesita tener esa sensación de estar vivo. Esa sensación que tuvo la noche anterior en las carreras. Babi. ¿Cómo es posible sentirse bien por la simple razón de haber oído un nombre? No. No solamente lo había oído. Daniela estaba allí, confiando en él ciegamente antes que en cualquier otro. Le recordó vagamente a su hermana. Step sonríe para si mismo. Va a arriesgar. Necesita arriesgar. No. El amor no se puede pudrir de un día para otro, no es una fruta. Babi tiene que quererlo. No hay más opción. La vida no puede ser tan injusta. Irá a por todas.
Salta de la cama. Sale de la habitación en calzoncillos. No le hace falta más ropa para ducharse. Paolo está a punto de salir de casa, pero detiene su paso al ver a Step.
-¡Benditos los ojos! Dos días llevo sin verte -Step se desconcierta. ¿Qué hace su hermano aún allí? Lanza una mirada por la ventana. Está amaneciendo-. ¿Cómo te dejas ver tan temprano?
-No sé la hora que es. Además no tengo sueño.
-Tenemos que hablar.
-Pues empieza.
-No puedo. Se me va a hacer tarde -mira de arriba abajo a Step-. Anda tira y vístete antes de que llegue María, pasará un mal rato si te ve así.
-¿Qué coño dices? Peor lo pasaría si te viese a ti desnudo. Para ella verme así sería un regalo.
A Paolo le sorprende la respuesta de su hermano. Hace tiempo que no habla así. Parece más animado. ¿Será por culpa de las carreras? Quizás le sienta bien estar a punto de matarse con una moto. Lo vuelve a observar de arriba abajo. Se para en la mano derecha. Más concretamente en los nudillos.
-¡No! -exclama al detectar magulladuras.
-Pues me da a mí que sí.
-¡Con lo bien que iba todo! En serio Step tenemos que hablar -Paolo se va.
Step observa sus nudillos. No se había fijado antes. Los tiene un poco rojos y por algunos lados raspados. Heridas de guerra. O, mejor dicho, heridas de dar guerra. Se da una ducha rápida y vuelve a su habitación. No duda con la vestimenta. Calzoncillos limpios, camiseta negra de manga corta y chaqueta. Chaqueta. ¿Y su chaqueta del día anterior? ¡Daniela! Claro no se la devolvió. No es que le hiciese falta pero… Quizá es mejor así. Ya tiene excusa para hacerle una visitita a los Gervasi. Se asoma a la ventana. Todavía está amaneciendo. ¿Tan temprano es? Abre el primer cajón de su mesita de noche. Oculto entre la ropa interior se encuentra un despertador. Marca las dos. Imposible. La aguja de los segundos no se mueve. Es normal. La pila está gastada. Va al salón y mira la hora en el reloj hortera en el que se había encaprichado su hermano algún tiempo atrás. Es feo, pero al menos marca bien la hora. Las siete. Una idea en principio fugaz pasa por su mente para quedarse. ¿A que hora empieza la universidad? No tiene ni idea. Opta por coger la moto e ir. A lo mejor con un poco de suerte consigue ver a Babi. ¡Dichosa vida! Casi todas las chicas harían lo que fuera por estar con Step y la única excepción debía de ser ella.
Ya ha llegado. No baja de la moto. Se enciende un cigarro. La espera va a ser larga. No hay nadie. Ni un alma. Al principio espera paciente. Poco a poco se va impacientando. En poco menos de una hora ha consumido cuatro o cinco cigarrillos. Un hombre mayor que viste de traje y corbata abre una pequeña puerta, no es la principal, pero da adentro de la universidad.
-¡Hey! -le grita Step. El señor se gira-. Sí, es a ti. ¿Sabes a qué hora empieza esto?
El hombre se acerca a la moto. ¿Qué se ha creído ese chico? Debería tratarlo de usted aunque, eso es lo de menos, le podría haber dedicado un simple “Buenos días”.
-En primer lugar, debe saludarme como es debido. En segundo lugar, “esto” es una universidad y no es ninguna función, las clases comienzan y terminan sin espectadores. Y, en tercer lugar… -lanza una mirada a las colillas que hay alrededor de Step-. Esto no es un fumadero, aquí no se puede fumar.
-Mira que te diga. En primer lugar tú tampoco me has saludado a mí. En segundo lugar, no esperaba ver ninguna función, pero veo que aquí trabaja algún que otro payaso -Step sonríe picarescamente-. Y, en tercer lugar -da una calada al cigarrillo que tiene entre los dedos y le escupe el humo en la cara- fumo donde me da la gana.
El hombre, que no se anda con chiquitas, le da un guantazo. Step se lleva la mano derecha a la cara.
-Hijo de puta la has cagado. No sabes con quien estás hablando.
-¿Qué vas a hacer? ¿Llenar el patio de colillas? ¡Disfruta de tu cáncer de pulmón! -Step baja de la moto y se coloca en frente del hombre. Se miran a los ojos-. ¡No me das miedo! Me he enfrentado a muchos chulos como tú.
-Pues deberías tenérmelo, yo no soy igual que todos -dice casi susurrándole. Cierra su puño y le lanza un puñetazo en el estómago. El hombre cae al suelo de inmediato. Step se acuclilla para ponerse a su altura-. ¿Sigues sin temerme? No soy un juguete, conmigo no se juega. ¿Vas a decirme cuando coño empieza la gente a llegar?
-Si miraras a tu alrededor te darías cuenta -pronuncia a duras penas. La voz le sale ronca y apagada.
Step gira la cabeza. Primero hacia la izquierda, después hacia la derecha. Algunas chicas han visto la escena. Son pocas, pero bastantes como para que corra el rumor.
-Más te vale que de esto se entere poca gente. Tengo mucho tiempo libre y “usted” tiene pinta de pasar mucho tiempo solo -el usted lo pronuncia exagerado. Mofándose de él-. Me voy.
Vuelve a subir a la moto. La arranca. Apenas empieza a darle gas cuando alguien lo llama.
-¡Step! -mira a todos lados. ¿Quién diablos lo llama? No tiene a ningún amigo en la universidad-. ¡Aquí! -al aquí le acompaña un movimiento de mano. Step sonríe al verla. Es Pallina. Va hacia donde está la chica y, cuando llega, baja de la moto-. ¿Se puede saber qué haces? -le gruñe.
-¡Oye, que tú no has estado tan cerca como para darte cuenta de todos los detalles!
-¿Sabes quién es?
-No, no lo se, pero ese hijo de puta me ha pegado primero.
-¡Es el director imbécil! -se hace el silencio por parte de Step-. Además es el profesor de economía de Babi.
-Joder primero la Giacci y ahora éste -se pasa la mano por la cara-. ¡Mierda!
-Ya, seguro que estás súper preocupado por quien pueda ser. El palo se lo llevará Babi si el director se entera de que tú fuiste su pareja. ¿No te podías quedar quieto? -le riñe Pallina que tiene cogido el brazo de Step con fuerza, como si fuese un niño pequeño.
-Llevo quedándome quieto más de un mes -traga saliva-. He estado un mes muerto ¿qué pasa si ahora se me va un poco la mano?
-Pasa que le arruinas la vida a Babi. Pero claro ¡eso al gran Step le da igual! -le aprieta aún más.
-¡Pues no! ¡No me da igual! -se desgarra la garganta gritando. Todos lo miran. El onserva su brazo prisionero. Da un tirón y se desata de la mano de Pallina. Decide bajar el tono. Lo baja, pero no lo suficiente, habla rozando el grito-. ¡Joder he intentado que me de igual, pero es imposible! ¿Sabes con quién estuve ayer? Estuve con Daniela. Era la segunda noche que salía después de un mes. ¡Un mes! Un mes encerrado. Sin casi comer -traga saliva. Va a reconocer lo que nunca reconocería un hombre-. ¡Un mes llorando! Sí, has entendido bien. ¡El gran Step llorando! ¡Llorando por una tía que se va con otro! ¿Sabes? Mi vida era fácil. Dormía hasta la hora que me daba la gana, le reventaba la cara a quien me estorbase, con el dinero de las carreras me iba de fiesta y tías en la cama no me faltaban. Ella me hizo creer que otra vida era posible. Yo no quería otra vida, ¿para qué? ¡Vivía de puta madre! Pero me jodí y le hice caso. Y ahora que estaba intentando ser yo y no un gilipollas enamorado su imagen vuelve -se aguanta las lágrimas. Tiene la respiración acelerada. Pallina lo mira medio asustada. Step se moja los labios con la lengua. Intenta que su tono suene menos amenazador-. Su imagen nunca se ha ido. No puedo estar con otra. Es ella o nadie.
La chica se queda muda. Nunca había visto la historia desde el punto de Step. Sabe que para Babi fue difícil, pero, al menos, ella tiene a Alfredo.
-Por lo menos Babi no está muerta -Pallina rompe a llorar y dirige su mirada al suelo. Step le alza la barbilla con su dedo índice-. No eres el único que sufre.
-No, Babi no se ha muerto, pero mi mejor amigo sí. ¿Sabes que el Siciliano se enteró ayer de que ya no estaba con Babi? Ninguno de esos cabrones me ha llamado mientras he estado encerrado en casa. A veces hace falta pasarlo mal para darte cuenta de como es la gente.
-¿Y de qué les iba a servir llamarte? Yo te llamé. Yo fui a tu casa. Nunca querías verme ni hablar conmigo.
-Porque he estado hecho un puto zombi. Y lo siento joder. Tú te quedaste sin Pollo, pero tenías a Babi. Yo me quedé sin ninguno -sin venir a cuento Pallina mezcla sus sollozos con alguna que otra carcajada-. ¿De qué te coño te ríes?
-¿Te has dado cuenta de que nos estamos desahogando el uno con el otro? Es tan… raro.
-Necesitaba contarle todo esto a alguien -Pallina sorbe con la nariz. Ya no llora. Tampoco ríe-. ¿Estás en la misma clase que Babi? -Pallina asiente-. Cuídamela ¿vale?
-Te la cuido si me prometes que dentro de poco la proteges tú -le dedica la mejor de sus sonrisas-. Nunca se lo he dicho a Babi, pero Alfredo no me cae bien y además creo que ella debe estar amargada. Siempre van a restaurantes refinadísimos de chef famosos. Ella no se queja, pero me da a mí que…
-¿No te enfadarías conmigo si me lanzase a por Babi de nuevo?
-Me enfadaría si no lo hicieses -le vuelve a sonreír-. ¿Sabes qué? Te voy a ayudar. ¿Qué haces esta noche?
-Pues no tengo ni idea.
-Mejor que tú no lo debe saber nadie -duda entre lanzar la pregunta-. ¿Vas al invernadero?
-Creo que sí -contesta tras cavilar un momento.
Pallina se lo piensa dos veces antes de seguir hablando. Ir al invernadero. No iba desde que Pollo murió. No le apetece ir. No le apetece pasar por la dedicatoria de Pollo. Pero, Babi ha hecho tantas cosas por ella…
-Si puedo convencerla o engañarla de algún modo… -Step dice que sí con la cabeza mostrando conformidad. Sube en la moto, arranca y empieza a dar gas-. ¡Step! -para y vuelve a mirar a Pallina-. Las clases son de nueve de la mañana a tres de la tarde. La trae Alfredo todos los días, pero él estudia en otra universidad -Step espera un poco. Pallina no dice nada. Vuelve a arrancar la moto-. ¡Step! -frena de nuevo. La mira-. ¡Eres el puto jefe! -no entiende lo que quiere decir. Da gas y se marcha.
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