12
-Eres un imbécil, un cretino, un subnormal, un tonto, un loco un… -no se le vienen más insultos a la cabeza.
-Sin embargo soy perfecto ¿no es así?
Babi sabe que lleva razón, pero no quiere tragarse su orgullo.
-No.
-Oye, ¿siguen castigando a las niñas buenas por mentir? ¡Quizás te caigan años!
-A lo mejor no soy tan buena -ahora es ella la que le sonríe. Ha ganado este asalto. ¿Cuántos puntos se ganan por dejar callado al otro?
Caminan de vuelta a la moto. Esta vez no hay silencio, charlan alegremente entre risas e ironías.
-¿Y sabe tu novio que estás aquí? -Babi prefiere no contestar-. Eso es un no ¿verdad? -otra vez silencio-. Sí, es un no.
-Joven ¿quieres regalarle algo bonito a tu novia? -esta vez el de la tómbola se dirige a Step.
-Tres euros cinco tiradas ¿no?
-Eso es ¡me encanta los tipos inteligentes!
Step se dispone a jugar, pero Babi lo detiene agarrándolo del brazo. Lo aparta de la tómbola para que el feriante no pueda escucharlos.
-¿No ves que es imposible ganar? Estas cosas están trucadas.
-Tú confía en mí, ¿qué peluche te gusta? -se deshace del candado humano de Babi y paga los tres euros al hombre de la tómbola.
-Tienes que intentar tirar esas latas. Si lo consigues, eliges cualquier premio -Step pone cara de conformidad.
Agarra la primera pelota y la lanza contra las latas. Le da, pero no se mueven ni un milímetro. Coge la segunda bola y la tira exactamente igual que la primera. Vuelve a darle a las latas, éstas siguen sin moverse. Coge la tercera y la tira con fuerza. Les vuelve a dar, pero no las mueve. Lo mismo ocurre con las otras dos pelotas restantes.
-¡Qué mala suerte! Yo si fuera tú lo intentaría de nuevo… no se te da del todo mal…
Step agarra con fuerza al hombre del cuello de la camisa y lo alza unos centímetros del suelo.
-¿Me ves cara de gilipollas? Ya me estás dando los cinco euros y un puto peluche.
El hombre empieza a sudar. Tiene miedo de Step. Cuando lo suelta no duda en devolverle los cinco euros y darle uno de los grandes ositos de peluche. Step le da una palmadita en la cara y le sonríe
-Gracias. Yo sabía que nos íbamos a entender.
Y, como si nada, se da la vuelta con el gran oso. Babi se acerca.
-Toma -le tiende el peluche-. ¿Ves como yo soy más listo y fuerte que cualquier otra persona? -Babi, que no se ha dado cuenta de lo ocurrido, sonríe y abraza el gran oso blanco.
-Debería volver a casa… -Aunque el gigantesco oso no deja que le vea la cara, Step sobreentiende que la que habla es Babi.
Se suben en la moto como pueden. Con el oso, es como si fuesen tres personas. Consiguen colocarlo en una posición en la que no estorba mucho. Está de lado y tumbado entre los dos. Babi se agarra como puede a Step. Lo consigue a duras penas. Se acerca todo lo que puede para sostener al oso con su barriga y la espalda del motorista.
Tanto Step como Babi respiran aliviados cuando llegan al lugar de destino.
-Es la última vez que esa cosa se sube en mi moto.
-¿Perdona? Esa cosa se llama Kiko y tiene el mismo derecho que todos.
-Es que todos no tienen derecho, solo unos cuantos privilegiados. Además, ¿desde cuando tiene nombre?
-Desde ahora.
-¿Y por qué Kiko? ¡Te lo he regalado yo! ¿No sería mejor llamarlo Step júnior? Como si fuese nuestro hijo -Step se juega un guantazo, pero Babi está de muy buen humor.
-No es un niño, sino quizás se llamase Step júnior… o Babi júnior. Sí, Babi júnior mejor.
-¿Prefieres una niña?
-¡Pues claro! ¿Tú no?
-Me da lo mismo. Lo único que me gustaría es que se llamase Step en honor a su padre o Babi en honor a su madre… -otra insinuación. Babi lo ignora.
-Tengo que entrar ya en casa. Adiós Step.
-Mañana no vemos a las…
-¿Quién te ha dicho a ti que nos vayamos a ver?
-Si queremos que exista un nuevo Step o una nueva Babi no queda más remedio.
Babi se los piensa. ¿Podrá escabullirse de nuevo de los brazos de Alfredo?
-Está bien pero… ¿a qué hora?
-A la que quieras.
-No se…
-Mira, mañana voy al instituto y lo hablamos.
-¿Instituto?
-Perdona, es la costumbre. A la universidad. Iré a la universidad.
-¿Te da igual tener que despertarte tan temprano?
-A eso te contesto después.
-¿Después?
-Tú entra en casa.
Duda entre despedirse con un <<adiós>>, con la mano, con un beso en la mejilla o con un beso en la boca. Decide no despedirse. Simplemente se va, él la observa marcharse.
Entra en casa. Daniela la lleva esperando un buen rato. La espera a merecido la pena. Su hermana tiene puesta la chaqueta de Step y viene acompañada de un gran oso blanco. Salta de alegría sobre el sofá.
-¡Step uno, Alfredo cero! ¡Step uno, Alfredo cero! -lo repite hasta que Babi se sienta en el sofá. Teniendo a su hermana tan cerca, el marcador es lo de menos-. Cuéntamelo todo.
-No hay nada que contar.
-Sí, sí que hay. Cuenta, cuenta, cuenta… -suena el teléfono. Lo coge la misma de siempre-. ¿Quién es? -cuando le responden tapa el auricular-. Es para ti -le tiende el teléfono a Babi.
-¿Quién es?
-Step -Babi sonríe. Su hermana se acerca al teléfono para intentar oír algo. Babi lucha por apartarla. Es imposible. Cuando Daniela si propone algo… Lo mejor será responder cuanto antes
-¿Qué quieres?
-Me has preguntado que si me da igual tener que despertarme tan temprano… ¿Tú vas a dormir?
Babi no entiende nada.
-Supongo que sí.
-Pues yo no, ¿sabes? He decidido que quiero ser astronauta.
-¿Astronauta?
-Sí.
-¿Y eso?
-Para subir más alto… más de tres metros… quiero más. ¿Me acompañas? -un nuevo tipo de indirecta, ésta es telefónica.
-Es complicado… Alfredo tiene un buen avión…
-Los aviones van por el cielo, los astronautas van por el espacio. ¿He ganado no?
-No seas tonto, te veo mañana.
-Aún no me has respondido -Babi le cuelga.
Daniela empieza de nuevo a dar saltos y a gritar a los cuatro vientos el resultado del marcador.
-¡Step dos, Alfredo cero! ¡Step dos, Alfredo cero! -vuelve a la carga-. Cuenta, cuenta, cuenta… -Babi acaba cediendo, necesita contárselo a alguien y a falta de Pallina, buena es su hermana.
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