¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

miércoles, 27 de abril de 2011

Capitulo 31

                                                              31

Se tumba en la cama y enciende la radio. No introduce ninguna de sus viejas cintas, tampoco un CD. Deja al azar la emisora y la canción. La radio parece entender lo que Babi desea escuchar. Al igual que todos, Babi escucha música triste cuando se encuentra mal. Y la escucha para sentirse peor. Para acordarse de los buenos momentos que quedan tan lejos… La radio empieza a sonar al ritmo de OBK, al ritmo de uno de sus grandes éxitos. Al ritmo de la canción que describe todo lo que ha vivido con Step. “Falsa moral”
<<La más bella historia que se pueda contar, lleva escrito el dolor que produce un amor que nadie entenderá…>> Ninguna palabra está de menos en esa frase, pero ahí todavía no se derrumba más de lo que está. Sigue escuchando. <<…Siempre todo a escondidas, siempre mirando atrás. Sólo la oscuridad puede ser nuestro hogar donde crecerá nuestro amor…>> Y se acuerda de haberse escondido de su madre. De sus escapadas. De sus mentiras. No. Aguanta. Todavía no te derrumbes. <<…Y no, no quiero más clases de falsa moral, que nadie es culpable por amar…>> Nadie es culpable por amar. Ahora si que no puede contenerse. Pero la música sigue, la letra continúa lanzando indirectas no intencionadas. <<…Que difícil lo nuestro, que bonito a la vez. Es tan duro tener que buscar los porqués a esta situación…>> Se intenta levantar. Decide apagarla. Ya basta. Mejor sin música. No. No puede. Tan solo tiene fuerzas para llorar… La canción acaba al fin, no sin antes lanzar una de sus frases hirientes. <<Te quise y siempre te querré>> Ahora una voz masculina da publicidad a la emisora. Y, sin venir a cuento…

<<Interrumpimos el horario musical para informar de un asesinato. Un chico acaba de disparar a otro en la barriga, médicos y policías se encuentra en camino. Al parecer todo a ocurrido tras un juicio en el que…>>

Babi salta de la cama. Ahora tiene fuerzas. Disparo. Juicio. ¿Step?



Poppy no se cree lo que acaba de hacer. Ha apretado el gatillo. Ha disparado a Step. Deja caer la pistola al suelo.

-¿Qué has hecho gilipollas? -hacía tiempo que Paolo no decía un taco.
-Yo… Yo… -Poppy sale corriendo.
-¡No te vayas desgraciado!

Paolo está arrodillado y sostiene entre sus brazos a Step. Aún vivo, pero incapaz de tenerse en pie. Los dos hermanos se miran. Step abre la boca para buscar aire. Paolo no deja de llorar. Del vientre de Step no deja de salir sangre. Step mueve a duras penas su mano para tocarse la barriga. Baña la mano en sangre. Se la lleva frente a los ojos para verla. Sí, parece que es verdad, Le acaban de disparar.

-Se acabó -pronuncia.
-¿Qué dices? ¡No!

Step asiente. Paolo niega con la cabeza mientras derrama lágrimas. Escucha una sirena. Debe ser la ambulancia.

-¡Te van a curar! ¡Te lo juro! Confías en mí ¿no?

Step gesticula con sus labios la palabra “no”.

-Llama a casa de Babi. Tengo que verla -la voz le sale ronca.
-La verás después, cuando te recuperes.
-No salgo de este Paolo.
-¡No lo puedes saber!

Sí. Si lo puedes saber. Cuando te ves en la situación, lo sabes. Sabes que vas a morir. Que de esa no te salva ni Dios. Es más, es posible que Dios haya decidido tu muerte… En ese momento tan solo pides una cosa: morir rodeado de la gente que quieres. Vida, dame ese último caprichoso. Llévame después. Pero trae a Babi…
La puerta se abre. Paolo suspira. ¡Al fin llegan! Falsas esperanzas, entra la policía. ¿Dónde diablos se ha metido la ambulancia?

-¿Qué ha pasado? -pregunta un policía sin obtener respuesta.

Paolo llora aún más. La garganta de Step produce un extraño silbido cuando intenta tomar aire.
Se vuelve a abrir la puerta. Esta vez sí. Esta vez son médicos. Dos entran sujetando una camilla, otro porta un maletín de primeros auxilios por si hay algún otro herido.

-¡Ya están aquí! ¿Lo ves? ¡Te lo he dicho! ¿Por qué no confías en mí?

Step mueve los ojos para observar a los que acaban de llegar. Se le escapa una leve sonrisa. Paolo sonríe con él.
El médico más experimentado empieza a observarle la herida. Mira a los otros y traga saliva.

-¿Y bien? -pregunta uno de sus compañeros.
-Dame unas pinzas.
-¡¿Unas pinzas?! -grita Paolo como loco-. ¡Llevadlo al hospital!

El médico que inspecciona la herida vuelve a mirar a sus compañeros. Estos lo miran como diciendo <<Lleva razón, ¿no?>>

-No llega al hospital.

Las esperanzas se desvanecen. Paolo mira a los otros dos médicos, a los policías y, finalmente a su hermano. Step le sonríe. Empieza a hablar a la vez que toma aire. Le sale una voz ahogadiza.

-No importa Paolo.

Contra todo pronóstico, la puerta se vuelve a abrir. Es Babi. Entra y se pone de rodillas junto a Paolo. Llora como las nubes lloran las gotas de lluvia en una tormenta. Lo ve desangrase. Lo ve haciendo grandes esfuerzos para tomar aire.

-Babi.
-Dime -contenta entre sollozos.

Step vuelve a repasar con la mirada a todos los que se encuentran en la sala. Mira al médico que se dispone a sacarle la bala con unas pinzas.

-¡No! -el médico lo mira-. Vete. Iros todos. Dejadnos solos.
-Nuestro deber es…
-¡Qué os valláis, coño!

Los dos policías se miran y salen. Los médicos tardan más, pero les imitan. Paolo empieza a soltar con delicadeza a su hermano en el suelo.

-¡No! Paolo quédate.

Paolo asiente.
Step toma aire a duras penas y empieza a hablar.

-Me voy a poner un poco cursi, pero supongo que ya da igual… Sois las dos personas que más quiero. Lo único que deseo es acabarlo todo así. Mirándoos -deja escapar una sonrisa. Es el único que no llora de los tres-. Paolo te quiero. Nunca te lo he dicho. He sido un maldito orgulloso tosa mi puta vida, pero creo que lo sabías -Paolo asiente-. Babi, quiero que sepas que, ¡ah! -se lleva las manos a la barriga y hace un gesto de dolor. Respira unas cuantas veces para reponerse-. Quiero que sepas que eres mi vida, que hoy no me muero porque vivo a través de ti -Babi le agarra la mano derecha-. Te quiero pececillo -sonríe-. Cuando no esté -se le escapa por primera vez una lágrima-, quiero que te lo pases de puta madre. Porque lo único que va ha pasar hoy es que te vas a quitar un peso de encima. Te vas a quitar al pesado de Step.
-¡No seas…! -se aguanta el insulto. No quiere ofenderlo de ninguna manera. Ahora no. No en este momento.
-Te quiero fea -vuelve a sonreír-. ¿Sabes? Te vigilaré, no se si iré al cielo o al infierno, pero cuidaré de ti allá donde vaya -mira ahora a Paolo, no se quiere olvidar de él-. Cuidaré de los dos.
-Irás al cielo -afirma Babi.
-¿Tú crees? -asiente-. Pues allí te espero. Bueno, allí precisamente no, un poco más arriba. ¡Ah! -el grito suena ahora más desgarrador. Sabe que le queda poco-. Te espero, a tres metros sobre el cie… -se calla de repente.
-¡Step! ¡Step!

Babi lo agita. Ya no habla, ya no sonríe, ya no se queja de vez en cuando… Ya ha muerto… Abraza su cuerpo inerte. Paolo no deja de gritar. Los policías y los tres médicos entran.



<<A doscientos por hora. A toda ostia. No quiero enterarme de lo que pasa a mí alrededor. Pero, de repente, aparece alguien que te dice que aflojes, y cuando aflojas te das cuenta de las cosas. Y entonces todo es precioso. Precioso y perfecto. El mundo se para y te deja contemplar todas sus bellezas. No importa lo demás. No importa el sufrimiento, no importa ni la muerte… ¿Éste es el precio por volver a estar junto a ella? Nunca nada me ha salido tan barato. Tengo la sensación de haber engañado al comerciante… Morir no es malo. Es malo el miedo a morir. Lo peor de todo es no volver a abrazarla, a besarla, a tocarla, a hablarle… Es igual. Es la segunda vez que experimento esta sensación. Pero esta vez duele menos. Esta vez sé que me quiere… Mientras la espero volveré a abrazar a Pollo, correré a doscientos de nuevo surcando los cielos, hasta que llegue el día en el que tenga que volver a aflojar. Hasta que legue el día en el que ella se reúna conmigo. Yo vivo a través de ella… Espero que tardemos en reunirnos. Espero que tarde en volver a estar a tres metros sobre el cielo>>







Dedicado a Marta Jaímez ;)
Gracias a todos los que habéis leído mi continuación. De verdad, os lo agradezco. Besos y saludos a todos.

lunes, 25 de abril de 2011

Capitulo 30


                                                              30

Preguntando se llega a cualquier parte. Allí está, frente al juzgado. Allí dentro debe estar Step. Una gran puerta se interpone entre ellos dos. Un guardia la custodia. Serio. Firme. Parece no conocer el significado de la palabra sonrisa. Babi hace como si nada y se acerca a la puerta. El policía se entromete entre la chica y la entrada.

-Lo siento, no se puede pasar en estos momentos.
-Necesito entrar.

El hombre hecha un vistazo a su reloj.

-Llega usted un poco tarde ¿no cree?
-Por favor.
-Lo siento, tengo órdenes.

Babi asiente, suspira y se da la vuelta. Hace como si se diese por vencida. En cuanto el guardia vuelve a su sitio, la chica sale a correr hacia la puerta y la empuja. El guardia se lanza sobre ella y la agarra por la cintura en un intento de detenerla.

-¡Qué me sueltes! ¡Qué me sueltes! ¡Tengo qué entrar! ¡Tengo qué entrar! ¡Suéltame!

Consigue empujar la puerta un poco, lo suficiente para abrir una pequeña rajita. Una pequeña rajita por la que no se ve nada. Una pequeña rajita que se cierra lentamente debido a que el policía arrastra a Babia hacia atrás. La posiciona frente a él y la agarra por los brazos.

-¡No puedes entrar! -grita. Se da cuenta de que la chica está llorando. Intenta calmar el ambiente-. Pero ¿para qué quieres tú entrar en un juicio? Eso solo trae problemas.

Babi se mueve entre los brazos del hombre. Intenta soltarse.

-Te prometo que te suelto si te tranquilizas.

Babi coge aire y lo suelta. Repite el proceso unas cuantas beses. Suerbe por la nariz. Deja de moverse y gritar como una loca. Mira seria al guardia que sonríe y la suelta.

-Así mucho mejor.

Babi finge una sonrisa. Una sonrisa diabólica porque en cuanto ve que el guardia está lo suficientemente seguro, alza con fuerza su pierna derecha y levanta el pie apuntando a donde más duele. ¡Pum! Le golpea entre las piernas. El policía cae al suelo gimiendo de dolor.

-Lo siento -y sale corriendo de nuevo hacia la puerta.

Step es incapaz de concentrarse en el juicio. La señora rubia no deja de parlotear y parece segura de que va a ganar el caso. El Mancini se limita a hacer como que la observa. Se escucha un portazo. La rubia para de hablar debido a la interrupción. Después continúa. Step gira el cuello. La ve. Tiene los ojos llorosos, la cara bañada en sudor, las mejillas sonrosadas y la respiración alterada. No lo dice en voz alta sino que mueve los labios para pronunciar su nombre. <<Babi>> Step se viene abajo. Se ha enterado. Mira hacia arriba buscando las nubes, pero se encuentra con el techo del edificio. ¿Se acabó? La vuelve a mirar. No logra entender como ha llegado hasta allí. Es igual. El caso es que está ahí plantada. El caso es que, o ve como me meten en la cárcel, o ve como me escapo por la mínima.
-Mancini ¿tiene algo que alegar a las palabras de la señora Ferri? -Ferri es la abogada.

¿Alegar? Ni si quiera he escuchado lo que ha dicho. Me vuelvo para mirar al juez y a la rubia. La muy hija de puta me mira sonriente. Segura de que no dormiré en casa esta noche…

-¡Yo sí! -grita Rossi-. Su cliente, señora Ferri, iba acompañado de unos cuantos amigos. Ninguno ha denunciado, ni está presente en el juicio. Un poco raro ¿no cree?
-¿Conoce el miedo Rossi? Su cliente ha pegado a muchos chicos. Ha derramado la sangre de bastante gente y los amigos de mi cliente no querrán ser la siguiente víctima.
-¿Prefieren ir ellos a juicio? -Rossi sonríe.
-¿A qué se refiere? -esta vez pregunta el juez.
-Señor juez, la omisión de auxilio está prohibida y castigada por la ley
-¿Debo recordar que fueron los amigos los que llamaron a la policía? -añade Ferri tan segura como siempre.
-Sí. Llamaron y no dieron nombres. ¡Menudos amigos! ¿Tanto miedo le tienen a Stefano? Ninguno dijo que él fuese el agresor. Decían que no conocían al que le dejo inconsciente y, para que engañarnos, creo que casi toda Roma conoce a Stefano Mancini -me mira-. Step. A todos nos suena ese nombre ¿vedad? -se dirige a los presentes. Alguno que otro asiente, otros hacen como si no fuese con ellos-. Nada más que añadir.
-Felicidades por su aporte Rossi, pero se le escapa algo, Poppy, al que también lo conoce mucha gente, sí dijo un nombre. Y apuntó a Stefano Mancini. Es la declaración del agredido…
-Un agredido que no tiene valor para contar la verdad -la voz viene de atrás, del fondo. Babi se acerca. Pide con un gesto cruzar la línea que divide a los protagonistas y a las terceras personas, el juez asiente-. Me declaro culpable señoría.

Todos los presentes cogen aire al uniso. Quedan sorprendidos. Ninguno esperaba ese desenlace.

-Señoría, el juicio ha tocado un punto de ficción con esta chica -dice la abogada-. ¿Alguien la cree?
-Escuchémosla.

Babi y Step cruzan sus miradas. Babi sonríe, una sonrisa que sale fruto de los nervios. Él queda petrificado. No sabe que hacer.

-Intentó… Intentó agredirme.

Todos abren la boca asombrados. Poppy salta del asiento.

-¿Qué coño dices? ¡Miente! ¡Joder, miente! ¡Es la primera vez que la veo!

Ahora las cosas cambian. El juez alza las cejas, intenta comprenderlo todo. Ferri ya no está tan segura, Sandro sonríe y deja ver la blanca y perfecta dentadura en la que tanto dinero y tiempo ha invertido.

-Señor juez, sinceramente, no creo que una chica mienta con este tema. Además, Ferri, usted tiene mucha información, sabrá que su cliente también es violento ¿verdad?

La rubia guarda silencio. Muda, así se ha quedado. Abre los ojos al máximo y mira a Poppy como diciendo <<Te dije que me lo contaras todo>> Poppy niega con la cabeza. No se cree lo que está pasando. Es la primera vez que ve a esa tía. ¿Quién coño es?

-¿Está usted diciendo qué intentó pegarle?

Babi mira a Step. Step le niega con la cabeza a Babi. <<No lo digas>> Babi le aparta la mira y vuelve a centrarse en los ojos del juez. Derrama alguna lágrima debido a la presión, pero que le dará más credibilidad a la trola.

-Sí.

Y el azar o el destino hacen que el juez recuerde a su pequeña Martina. Ahora podría tener veinticuatro años. Sin embargo dejó de contar su edad a los dieciocho, cuando fue secuestrada y asesinada por ese cabrón…

-La creo.

Con esas palabras hace que todo se vuelva del revés. El que acusaba es ahora el acusado y el que antes era el acusado tan solo es un tercero al margen, sin embargo, ahora la acusadora resulta ser una que acaba de llegar de la calle… Menudo lío. Pero el juez es experto. Lleva el tema bien controlado.

-Declaro culpable a….

Ferri hace un último esfuerzo.

-¡La constitución! ¿No va a hacer que la jure? ¿La va a creer sin más?
-Dígame señora Ferri, ¿es cierto que ha dicho la verdad siempre que ha jurado ante la constitución? -pregunta el juez tomando rol de abogado-. Declaro a su cliente a veinte meses de cárcel, deuda que quedará saldada con siete mil euros al carecer de antecedentes -da un golpe con el mazo de madera para sentenciar el juicio.

La gente empieza a marcharse sin dejar de comentar todo lo sucedido. El juez desaparece enseguida por una portezuela. Rossi se acerca Step.

-¿Soy el mejor o no?
-¿Qué dices? Si no has hecho nada -ve a Babi alejarse a paso ligero-. ¡Espera!

Aligera más al ver que Step la sigue.
Dos personas aún no se han levantado. Están en el último banco de la derecha. Babi los mira y pasa de largo. Step frena al verlos. Son Raffaela y Claudio. Acaban de presenciarlo absolutamente todo. Y todo gracias al director de la universidad… Raffaela se levanta llena de rabia y se encara con Step. La mujer derrama lágrimas.

-¡No te acerques a mi hija!
-Raffalea no tengo culpa de que…
-Aléjate. Ya le has hecho bastante daño -se lleva la mano a la boca y presiona para intentar frenar el llanto.

La madre se va tras la hija. Claudio y Step se miran. Momento tenso. El enfado de Raffaela era muy previsible, pero la reacción del padre de Babi no lo es. Claudio se acerca.

-Stefano…
-¿Sí?
-Voy a poner una orden de alejamiento. No te acerques a Babi -sigue los pasos de su mujer.

Step se da la vuelta. Su padre y su hermano lo miran. Solo quedan ellos tres en la sala. Step mira a Paolo.

-Papá vete -ordena Paolo.
-¿Qué?
-Por favor.

Obedece. 
Step se abraza llorando a su hermano. Paolo intenta mantener el tipo. Lo abraza. Le da el cariño que nunca le ha demostrado. Ahoga su pena. Se siente raro abrazado a Step. Pero se siente bien. El pequeño no para de llorar.
Alguien entra en la sala y cierra la puerta. Step lo tiene de espaldas, pero Paolo puede verlo. Poppy saca una pistola…

sábado, 23 de abril de 2011

Capitulo 29

                                                              29

Camina a paso rápido, casi corriendo. ¿A qué hora empiezan las clases? A lo mejor ya han empezado… Da igual. Si tiene que colarse y sacar de los pelos a la pija, lo hará. Sabe que el juicio es a las diez y no piensa dejar que Step vaya a la cárcel, pero tampoco será ella su heroina. Si alguien debe salvarlo es Babi. No está dispuesta a tener antecedentes por culpa de Step. Quizás la historia sería otra si aquella noche no le hubiese hablado de esa forma…



Atrás quedó el avión, Nueva York, las noches en vela, las fiestas y el alcohol. Todo quedó atrás. Todo menos el amor. Eso sigue como estaba. Paolo está en el despacho, no en el suyo, en el de Rossi. En el de Sandro Rossi, el abogado de Step. El pobre hombre busca como loco una coartada, algo que justifique la paliza que el pequeño de los Mancini dio hace algún tiempo atrás. El abogado pregunta una y otra vez a Step, pero éste colabora más bien poco.

-No hay excusa.
-No se trata de que haya o no haya una verdadera excusa -acentúa la palabra “verdadera”-. Se trata de que no vayas a la cárcel. Si no hay una verdadera justificación, hay que inventarse una. ¡Y pronto!
-Se supone que ese es tu trabajo.
-Stefano has sido tú el que no has querido hablar conmigo en todo este tiempo.
-Step.
-¿Perdón?
-Llámame Step.
-Setefano -y hace una pausa mientras sonríe-. ¿Se te ocurre algo?
-Sandro, no voy a hacer tu trabajo.
-Rossi. Llámame Rossi.
-Sandro -le guiña y se ríe-, esto no es cosa mía.
-Eres tú el culpable de que ese chico estuviese inconsciente -se vuelve loco conforme habla-. ¡Tiene que haber algo! ¡Algo qué te justifique! ¡Algo! ¡Dime algo, joder!

Paolo alza la mano como si pidiera el turno de palabra e interviene en la acalorada conversación.

-¿El amor? -aventura.
-El amor -Rossi mira a Step. El chico le aparta la mirada-. El amor no justifica nada. Es algo que no existe. Es un invento del cine.

No puedes decir algo así. No ante dos personas que están enamoradas. Step pasa de las palabras del abogado, pero Paolo… Él hace poco que se enamoró, ¡no piensa permitir que hable así de algo tan maravilloso!

-¿Perdón? El amor sí existe.
-No creo en algo que no veo.
-Dígame ¿ve el viento?
-No, no lo veo.
-Pero, aún así, sabe que está ahí. ¿Por qué no iba a existir el amor?
-Es solo una opinión… -el abogado hace un intento de quitarle hierro al asunto.
-¡Pues se la calla! -grita enfurecido- ¡Por qué es un insulto para los que sabemos que existe! Que usted no lo conozca no tiene nada que ver… ¿Nunca ha sentido mariposas en el estómago?
-Paolo -le advierte Step.

No hace caso. Es más, se levanta de la silla y gesticula exageradamente mientras sigue con el particular discurso.

-¿Nunca ha querido parar el tiempo cuando está con esa persona especial?
-Paolo -vuelve a intentarlo en vano.
-¿Nunca ha creído estar loco?
-Paolo -intenta de nuevo Step.
-¿Nunca se ha despertado y…?
-¡Paolo coño! -grita Step al tiempo que da un golpe en la mesa y se levanta con furia de la silla. Los otros dos le miran-. De nada por las vacaciones, pero no te desvíes del tema principal -hace un intento de imitar su voz. Se burla -¿Nunca te has visto durmiendo en la cárcel?



Pallina cuenta alegremente lo ocurrido con Paolo. Las noches en Nueva York, las fiestas, los besos… Adorna cada frase, exagera cada momento en un intento de levantar cierta envidia en Babi. No lo consigue. Babi se alegra mucho por ella, pero no la envidia. No después de haber pasado su mejor fin de semana. Ella no recuerda las noches de Nueva York, pero sí los besos, las caricias, el escuchar <<te quiero>> nada más levantarse…
Las dos muchachas siguen caminando despreocupadas, unas contando miles de anécdotas, la otra escuchando mientras añora el fin de semana.

-¿Babi? -pregunta alguien a sus espaldas. Las chicas se giran-. Sí, sí eres Babi. Tenemos que hablar.

Babi se fija en la chica. Conoce esos ojos verdes, ese pelo azabache, esa vestimenta de tipa chunga… Es Madda.

-¿Para qué quieres hablar conmigo? No quiero saber nada de ti -responde Babi valiente y creciéndose ante Madda.

Tranquila. No le partas la cara. No aún. Espera unos días. Respira hondo Madda, respira hondo… ¡Dios dame paciencia para soportar a la pija! Y pensar que hago esto por Step… Todo sea por él. Por el chico que me dejó por otra…

-Mira niñata, no he venido a pelear.
-¿Y a qué has venido?
-¡Pues a hacer el tonto! Porque el cabrón de tu novio no se merece que haga esto por él.
-¿Qué estás haciendo por él?
-¿No sabes nada?
-¿De qué?
-Del juicio.

El tiempo ahora pasa lento. La cabeza está hecha un lío. Juicio. Juicio. ¿Qué juicio? ¿De qué habla? ¡Step! Habla de Step y de un juicio… Babi alza la vista a las nubes. Baja. Baja al igual que hizo unos meses. Baja de ese precioso mundo de estrellas, ángeles y amor, sobre todo amor. No, no se puede vivir allí arriba. El lugar de los humanos está abajo.

-Es a las diez. Casi mata a un chico. ¿No te lo ha dicho?

Babi mira a Pallina. Busca algo. Algo que le diga que Madda miente. Pero no, Pallina está seria. También la cree. Observa a Madda. Está seria, acalorada, su frente la recorren gotas de sudor. No. No miente. Mierda. Sale corriendo.

-¡Babi! -Pallina intenta detenerla a voces-. No sé porque estás tan encaprichada en joderle la vida…
-No le he jodido la vida a nadie. No soy yo la que va golpeando a todo el mundo.

Más arriba. Desde una ventana, una persona ha presenciado la escena. No ha podido escuchar bien lo que decían, pero los gritos de Pallina advierten que es algo serio. Sí. Lo mejor será llamar a los padres de Gervasi. No quiere que le pase nada malo.



-… El presunto agresor es Stefano Mancini. Con antecedentes por casos semejantes. Según cuenta el agredido, le golpeó hasta dejarlo inconsciente. Dice no recordar gran cosa debido a las lesiones… -un hombre informa al juez del siguiente caso.

Step está sentado delante. Frente al juez y al lado de Sandro Rossi. A su derecha está Poppy con su abogada. Poppy parece seguro, tanto como la rubia que piensa meter a Step entre rejas. Rossi asiente y sonríe a Step para darle seguridad. Alguien tose a su espalda. Se gira. Su padre y su hermano están justo detrás de él. Resopla. Hace ademán de volver a mirar al frente, pero justo entonces… ¿Qué hace allí? Entre tanta gente destaca ella. Ella. Una de las dos mujeres que más ha querido. Una de las dos mujeres por las que más ha llorado. Una de las dos mujeres por las que más ha sufrido. Hay que tener sangre fría. Congelada. Para tener el valor de plantarse aquí comos si nada… Pero le gusta. Le gusta que esté allí. Necesitaba verla. Si el lugar fuese otro se levantaría y la abrazaría… o quizás se levantaría y a medio camino la esquivaría. Es duro verle la cara… Su madre le sonríe y él le aparta la mirada. Cuando vuelve a centrarse en el juicio la abogada de Poppy está en pie y se dispone a hablar.

-Señor juez, miembros del juzgado… Es tan evidente que el señor Mancini es culpable, que podemos ahorrarnos horas de juicio. Así que en primer lugar, me gustaría pedirle por favor, que se declare culpable. El tiempo de todos es muy valioso… -La rubia mira fijamente a Step, quien le aguanta la mirada. Serio. Sin pestañear-. ¿Y bien?

Rossi se pone manos a la obra.

-¡Protesto señoría! No puede obligar a que mi cliente se declare culpable. No sin alegar pruebas.

Los dos abogados miran al juez.

-El señor Rossi tiene razón.
-Perdone, pero no le estoy obligando, le estoy dando la oportunidad.

Ahora el juez duda.

-Si es tan amable, empiece a aportar pruebas. Si en algún momento el señor Mancini desea declarar en su propia contra, tendrá libertad para hacerlo -el juez se siente orgulloso de resolver la primera de las rencillas entre los acusados y los acusadores.

jueves, 21 de abril de 2011

Capitulo 28


                                                              28

Noche. Domingo por la noche. Última noche en Nueva York. Última noche con ella… ¿Cuándo cambió el guión? Si no la conocía de nada… Ah, sí. Lo recuerda. Fue el viernes. El viernes por la noche. Era tarde y habían bebido. Todo empezó como un juego. Un juego tonto. Un juego tonto que, poco a poco, subió la temperatura para dar paso al beso. Al beso tonto. Fue ella la que se lanzó y, después de separar sus labios, la borrachera desapareció. Casi la obligó a que se durmiese y olvidara lo ocurrido, él prefirió pasar la noche en el sofá para evitar la tensión sexual.
El sábado fue un día duro. El día después del beso tonto. El ambiente entre ambos estaba tenso. Los dos intentaban romper el hielo, pero parecía que todo se podía malinterpretar. Recuerda la frase tonta. La frase tonta que soltó el día después del beso tonto. <<Ha hecho frío esta noche>> A simple vista parece la frase más inocente del mundo. Dicen que los ingleses, cuando ven a alguien desconocido y quieren entablar conversación, hablan del tiempo. ¿Por qué? Porque se supone que no va con segundas intenciones. Hablando del tiempo no puedes saber nada de la otra persona. Es la conversación menos íntima del mundo. Hasta con <<¿Te pongo más azúcar?>> se pueden descubrir más cosas sobre la otra persona. Con <<Ha hecho frío esta noche>> Ni siquiera puedes averiguar si a la persona le gusta el café amargo o dulce… Pero analicemos la frase. <<Ha hecho frío esta noche>> Es una afirmación. Una afirmación tonta que parece que va con segundas. Que parece que quiere decir otra cosa. Sí. En conclusión, en este caso <<Ha hecho frío esta noche>> es sinónimo de <<¡Quiero acostarme contigo!>>
Pero eso fue el sábado. El sábado, cuando Roma parecía tan lejos… Ahora es domingo y en cuanto vuelva a amanecer tendrán que volver a Italia. Ahora el beso no parece tan tonto. Es cierto que ni si quiera llega a los diecinueve, pero aún así… Da un trago largo al cubata. Apura hasta la última gota. ¡Qué demonios! ¡Step estaría orgulloso de él! A veces hay que arriesgarse a seguir el camino de las señales tontas. A veces hay que ser tonto… Le planta un beso. Un beso que sabe más a licor que a otra cosa. Un beso que sorprende a la chica.

-¿Paolo?

Tierra trágame.

-Pe-pe-perdón. Yo creía que… Pensaba que… Imaginaba…

Paolo nunca fue bueno con las justificaciones. Son pocas las veces que ha tenido que darlas. Al que se le da bien esto es a Step. ¿Qué habría dicho él en esta situación? Nada. No habría dicho nada. A Step nunca le ocurriría algo así. Él tiene más seguridad. Es él el que ser ríe de los demás. Con él, son las chicas las que malinterpretan las señales tontas. Las que ven cosas donde no las hay. A excepción de Babi claro, a esa si que no le miente.

-Por un momento. Por un absurdo momento -corrige-, he llegado a ilusionarme con la posibilidad de… -Pallina lo calla con un beso-. ¡Uau! -se le escapa al soltar el aire.
-No se si es el alcohol, Nueva York o que Babi me ha hecho creer que en el amor no hay fronteras, pero -lo mira. Lo mira bien. Nunca se había fijado en su pelo castaño, sus ojos a juego, sus pupilas brillantes y penetrantes. Es mayor que ella. Pero aún así…-, el caso es que a lo mejor yo también me he enamorado.
-¿A lo mejor?
-¡Venga convénceme! No puedo ponértelo tan fácil.

Paolo se acaricia el pelo mientras piensa. ¿Qué espera que le diga? ¿Un piropo? ¿Se supone que tiene que hacer por un momento de poeta y dedicarle unos versos?

-No sé lo que se hace en estos casos…
-Pues ponle imaginación.
-Está bien, dame un minuto.

Vuelve a poner rostro pensativo. No tiene ni idea de que decir o hacer. Nunca ha sido un don Juan. A lo máximo que ha llegado a aspirar es a Manuela y no es que fuera un encanto de mujer… Su hermano vuelve a cruzar su mente. ¿Qué haría él? De nuevo tiene la sensación de que no haría nada. Step es de los que ponen bajo presión, no de los que son obligados a confesar su amor. O ¿quién sabe? Babi parecía poco dispuesta a volver con él. Sí. Algo habrá tenido que hacer… En fin, el caso es que ahora no se trata de Step y Babi. Piensa Paolo… La mira. Pelo largo y moreno, ojos delicadamente claros a la luz de la luna. Es hermosa. Ahora le parece hermosa. ¿Cómo es que no se había fijado antes?

-¿Quieres que te convenza de que me quieres? -Pallina asiente. Paolo le sonríe-. No puedo hacer eso. Ya quisiera yo poder vivir a través de esos ojitos tuyos, pero todos no tenemos la misma suerte. Pero sí que te puedo decir porque estoy convencido de que te amo. Por tu jovialidad, tu forma de hablar, de reír, por tu visión del mundo, por tu pelo, tu mirada, tus labios, por como me miras cuando esperas a que me declare. En definitiva, por ser perfecta -le guiña y le sonríe para relajar el ambiente-. ¿Qué te ha parecido?
-Un poco cursi, pero creo que entras en el top ten de declaraciones. Aún así, te equivocas en una cosa -Paolo alza las cejas-. En mi opinión, ser perfecto es un defecto. Así que no puedo ser perfecta. La perfección no existe
-Pero mi concepto de perfección es otro. Es estar en Nueva York a la luz de la luna, emborrachándome con la chica a la que amo mientras digo cursiladas.
-Ahora que lo dices… Acabo de darme cuenta de que la perfección sí que existe. Acojo tu concepto. Tan solo cambio una cosa. Creo que esa perfección se mejoraría si el chico con el que estoy hablando dejara aún lado el alcohol y me dijera las mismas palabras, pero estando sobrio.

Paolo aparta el vaso hacia un lado.

-Ya no hay alcohol de por medio.
-Lo sigue habiendo dentro de ti. No me puedo fiar.
-Tú también has bebido. A lo mejor por eso mismo no te fías.

Se concentran el uno en el otro y sueltan una carcajada al mismo tiempo.

-Que conversación más tonta.
-¿Sabes una cosa? Hoy he descubierto que lo tonto es perfecto.
-¿Te puedo llamar tonto? -pregunta Pallina como indirecta.

martes, 19 de abril de 2011

Capitulo 27


                                                              27

Llama al timbre. Abre Maria. La mujer se asusta un poco al ver tal estampa. El rimel corrido, la respiración acelerada, las mejillas sonrojadas y alguna que otra lágrima seca en el rostro.

-¿Está Step?
-Se fue muy temprano.
-Si vuelve dígale que me busque.
-Lo haré.

Maria cierra la puerta. Orgullosa de haber cumplido la orden. Cuando se gira vuelve a encontrarse con la catástrofe. Cuadros tirados por el suelo, jarrones rotos en mil pedazos. Por lo menos ya ha dejado de gritar… ¡Menudo es el pequeño de los Mancini! Es muy buen chico cuando está de buen humor, pero como se enfade… Maria a veces pasa incluso miedo. Teme que algún día la golpee. Sabe que no sería a la primera que le hace un arreglo en la cara… Y, a todo esto, tiene que entrar en su habitación para limpiarla. Es su deber. Para eso le pagan. Abre un poco la puerta que da al dormitorio. Step tiene la luz apagada y está tumbado boca arriba. A lo mejor está durmiendo… Maria cierra la puerta despacio para no hacer ruido. Escucha a Step sorber por la nariz. ¿Está despierto? Vuelve a abrir la puerta. Quizás se arriesga a un insulto, pero…

-Tengo que limpiar la habitación.

Step se pasa la manga de la chaqueta por los ojos. Se echa hacia delante de forma que queda sentado sobre la cama.

-Lo siento Maria. No me acordaba. Pasa.

La asistenta respira aliviada. Después recuerda todas las veces que Step a perdido la cabeza. Nunca. Nunca le ha gritado, ni un insulto, ni un empujón… ¿Por qué iba a ser esta la primera vez? Es un buen chico. Maria enciende la luz y ambos se ven las caras. Step tiene los ojos rojos. Maria no sabe que decir. Se decide por callar y empezar la limpieza. Step la mira.

-¿Ha venido alguien a buscarme?
-Una chica.
-¿Una chica?
-Sí. Traía los ojos llorosos. No sé que le habrá pasado. Me pidió que te dijera que la buscaras.

Ojos llorosos. ¿Babi? No, no puede ser. Son las nueve de la noche. El avión tardaba diez horas en llegar. Acabará de aterrizar o estará a punto. Es imposible que sea Babi. ¿Qué otra chica puede ser? ¿Madda? ¿Y por qué motivo? Quizás ha venido a decirme que el Siciliano tiene pensado hacerme puré… ¡Será creído el subnormal! Step suspira. A lo mejor mi sitio ahora mismo está en el invernadero y no aquí tumbado. Se levanta.

-Voy a salir.

Menuda novedad. Nunca está aquí…



¿Dónde más buscar? ¡Mira que es cabezota! ¿Acaso se ha escondido? A ver, en su casa no estaba, no lo ha visto en la calle, tampoco en la playa, ni en el prado aquel de la casa… ¡Dios! Entra en el baño y se enjuaga la cara para quitarse el maquillaje. Menuda imagen. Y pensar que la ha visto media población de Roma… Lleva horas dando vueltas por todas partes y, con esa pinta, parece una novia que se ha dado a la fuga. A decir verdad, más o menos, pero en este caso, la novia sale en busca del novio y no para escapar de él precisamente. Pasa al salón y cae rendida en el sofá. Daniela la observa.

-Mamá ha liado una buena. Casi llama a la policía.
-¿Me están buscando?
-Que va, has tenido una suerte… Mamá ha llamado a la universidad. Al parecer tu clase ha ido de excursión. Para asegurarse ha telefoneado a los Lombardi. Pallina tampoco estaba en casa.
-Pallina está en Nueva York.
-¿Qué?
-Que Pallina está en Nueva York -vuelve a repetir.
-¡Ya! Me he enterado la primera vez. Era solo una expresión. ¿Qué hace allí?

Babi recuerda que su hermana no sabe nada de los billetes de avión. Es una historia larga, pero, aún así, se la cuenta. Hay que reconocer que la pequeña es fiable.



Va hacia donde se encuentran los demás. Sin bajarse de la moto. No le apetece. No tiene ganas de nada. Están como siempre. Lucone contando una anécdota y los demás riéndose de ella mientras todos comparten un litro de cerveza. Step ve al Siciliano. Está en silla de ruedas. Joder. ¿Qué hacer ahora? ¿Me acerco y saludo cómo si nada? Apaga el motor y se aproxima a ellos arrastrando la moto con los pies, aún sobre ella. Alguien le da un bofetón en el hombro. Step frena y se gira. Es Madda.

-¿Qué haces?
-¿Qué haces tú? ¿Qué quieres que te maten?
-¿Quién? ¿Esos? -señala con la barbilla al grupo-. Yo solo tengo problemas con tu novio.
-Y los demás están de su parte. Son marionetas y el titiritero que pasa más tiempo con ellos es el Siciliano. Creen su versión.
-Y su versión es…
-Que le partiste la pierna sin venir a cuento.
-Pero tú sabes lo que paso ¿no? -Madda asiente-. ¿Y por qué no me defiendes?
-Que venga a defenderte la pija. A mí me das igual -le comunica intentando convencerse así misma.
-Y tú a mí.

Duele. Duele mucho. Demasiado. Y pensar que lo dice en serio, duele aún más. Madda aprieta la mandíbula conteniendo una lágrima. Respira pausadamente un par de veces y continúa con la conversación.

-¿Se puede saber que haces aquí?
-¿Se puede saber qué hacías tú en mi casa?
-¿Cuándo?
-Hace un rato.

Madda pone cara de no entender nada. Step la mira confuso.

-¿Para que quiero yo ir a tu casa? ¡A ti se te va la olla!

Ahora solo cabe una posibilidad. La más remota. Babi. Babi ha estado en su casa y Maria, que le ha mostrado obediencia ciega, le ha dicho que él no estaba. ¡Puto mundo! Cierra con fuerza los ojos. Madda sigue allí cuando los abre.

-¿Te pasa algo? -pregunta la chica.
-¿Y a ti qué? No te importo.

Enciende el motor y da gas. El humo del tubo de escape va a parar a los pantalones de Madda. Ha sido sin querer. Sin pensarlo. Ni siquiera se ha dado cuenta. La chica se sacude, lo ve alejarse y se une a los demás. Definitivamente, Step es un caso perdido.



<<Ding dong>> ¿Quién está tan loco como para llamar a las once de la noche? Babi abre la puerta. Su madre está empapada.

-¡Benditos los ojos! -besa a Babi-. Han cancelado la cena. Tu padre es el que tiene las llaves de casa y está aparcando el coche en el parking, pero yo he preferido venir delante.

Babi se asoma por una de las ventanas que da a la calle. Una lluvia torrencial amenaza las bellas calles de Roma. ¿Habrá llegado ya Step a casa? Piensa en salir a buscarle.

-¿Cómo os ha ido en la visita guiada?

Cualquiera se escapa de Raffaela… Suspira. Es igual. Lo buscará mañana. Sabe cuidarse ¿no?



La velocidad no esquiva las gotas de agua helada. La lluvia le cala en la ropa. Parece recién salido de una piscina. No importa. Sigue buscándola. ¿Dónde se ha metido? Avisa desde lejos la playa. Su playa. La de los dos. La de la reconciliación. Entra en ella y hunde la rueda de la moto en el barro que se ha formado debido a la mezcla de arena y agua. La moto se pone hecha un asco. Tendrá que lavarla cuando llegue…



Sus padres se acuestan sobre las doce. Daniela hace tiempo que se durmió y ella hace como que ve algo interesantísimo en la tele, pero la realidad es que está preocupada y que lo único que hay en televisión es teletienda y películas para muy mayores… Se asoma al dormitorio de sus padres. Oye roncar a su Claudio. Ambos duermen. Cierra la puerta con cuidado de no despertarlos. Sale de casa. Ya no llueve, pero está todo empapado. El portero se entretiene viendo una antigua cinta de vídeo entre cabezada y cabezada. Babi consigue escapar sin ser vista.
Cierra el puño y alza el brazo para tocar de la forma tradicional. El timbre suena demasiado y a lo mejor Paolo está durmiendo. Espera. No. Paolo no está durmiendo. Paolo está de fiesta en Nueva York… Pulsa el timbre decidida. Espera impaciente. Nadie abre. Suspira y se da la vuelta.
A medio camino para llegar a su casa, escucha una moto. Una moto llena de arena mojada. Una moto que se detiene frente a ella. Step baja apresurado y la abraza. Se funden en los brazos del otro y la temperatura sube en tan solo un instante.  Cuando se separar, Step le besa la frente.

-¿Por qué no estás en Nueva York?
-Por que tú no ibas. Step yo quiero estar contigo. Si para poder estar contigo tengo que irme a Nueva York, me voy, pero si para poder estar contigo tengo que quedarme, me quedo. Yo no quería ver Nueva York. Te quería ver a ti. Despertarme, girar el cuello y verte dormir. Verte recién levantado. Verte con cara de sueño. Dar paseos. Esas cosas… Y tú vas y me plantas a Paolo -suelta un suspiro desesperado. Aprieta los dientes, pero lo acaba soltando-. ¡Eres idiota!
-Si te da igual Nueva York que Roma, todavía podemos solucionarlo -Babi alza las cejas y Step le sonríe mientras le limpia con el dedo pulgar una lágrima-. A mi casa puedo entrar con antecedentes -otra sonrisa-. No está Paolo y puedo llamar a la asistenta para que no venga hasta el lunes -Step monta en la Honda-. Dicen que cuando algún lugar te ha gustado mucho, lo vuelves a visitar. Ya conoces mi casa y mi cama, pero aún así ¿me acompañas?

domingo, 17 de abril de 2011

Capitulo 26


                                                              26

-¿No hemos venido demasiado pronto? Son las diez menos cinco.
-No quería que se nos escapara.
-Lo tienes todo controlado.

Step advierte a un hombre de traje que corre por todo el aeropuerto. Se para cuando ve a alguien. Mira a la gente desde lejos y después continúa corriendo por todos lados. Menudo personaje. El tipo para un poco para coger aliento y se tira hacia abajo del nudo de la corbata. También se desabrocha el primer botón de la camisa. Se gira sobre si mismo y sigue mirando a las personas, pero ahora sin moverse del sitio. Step le ve la cara y pasa de reír a ponerse serio. ¿Paolo?

-No. No lo tengo todo controlado.

Step se acerca a su hermano. Le da una palmadita en la espalda y Paolo abre los brazos en señal de alivio.

-¿Se puede saber que coño haces aquí corriendo como un pollo sin cabeza?
-Traigo noticias.
-¿Y no podían esperar?
-No.
-Pues suéltalas.

Paolo hace un gesto para que aguarde mientras él toma aire y se recupera de la corrida. Respira erguido con las manos en las rodillas. Parece como si le fuese a dar un infarto de un momento a otro.

-No estás para estos trotes ¿no?
-Que va -toma aire de nuevo. Traga saliva-. Step, no puedes coger ese avión.
-¿Por qué?
-No puedes entrar en Nueva York.
-Porque tú lo digas…
-Porque lo dice la ley.
-Dile al Rossi ese que esté tranquilo. No me voy a dar a la fuga ni nada por el estilo.
-¡Qué no es eso! -recupera la compostura y se pone firme-. Nadie que tenga antecedentes puede entrar en Estados Unidos. Le comenté esta mañana a Rossi lo de tu viaje y me lo dijo.
-No me jodas.
-Lo siento. Si vas te pararan en la aduana y te enviaran de vuelta a Italia.

Hay veces que simplemente la vida se propone joderte. Puede que no hayas hecho nada malo. No le des vueltas. Se lo propone y punto. Te coloca en el centro de su diana. El objetivo. Te conviertes en un juego del destino. Gana el que te de más golpes. Pero tranquilo. No pasa nada. ¿Para qué enfadarte? No puedes luchar contra algo superior a ti. <<En tu lucha contra el mundo, te aconsejo que te pongas de lado del mundo>> ¿Quién dijo eso?

-Paolo ¿sabes que la vida es una mierda?
-Cuando te propones que lo sea.
-Pues no recuerdo habérmelo propuesto -saca del bolsillo del vaquero su cartera. La abre. Dentro está el billete de avión. Lo mira. Sonríe-. Toma -se lo tiene a Paolo-. Que os lo paséis bien.
-No, yo no…
-¡Paolo! No seas gilipollas por una vez en tu vida. ¿Ves a esa chica? -mueve la cabeza en la dirección en la que se encuentra Babi-. Es mi vida. ¿Sabes? Mi vida. No me importa que el mundo intente darme por el culo. ¿Sabes por qué? Porque me ataca a mí. No sabe que yo vivo a través de su felicidad, no de la mía. No me preocupo por el juicio. No me preocupo por haberle roto la pierna a uno de mis amigo -Paolo abre la boca en señal de asombro. Ese dato no lo conocía-. No me preocupo por haber estado a punto de morir unas doscientas veces en mi vida. No le tengo miedo a la muerte. A la mía no. Sí a la suya -le coge la cara entre sus manos-. Le he prometido que vería Nueva York. Yo no sirvo como político. No sirvo para fallar a mis promesas -sonríe y deja libre la cara de Paolo-. Paolo quiero verte subido en el puto avión. No me puedes decir que no.

Paolo sostiene el billete. Alterna su mirada entre el billete y su hermano. Irse a Nueva York. Así, sin venir a cuento, sin tenerlo previsto. ¿Cuánto hace que no vive una locura? Lleva varios años viviendo el mismo día. Levantarse temprano, trabajo, una hora para comer, trabajo, volver a casa y dormir. Siempre lo mismo. ¿Qué más da si quiere descansar un poco? ¡Se lo merece!

-Está bien.

Step sonríe y le da una palmadita en la mejilla.

-¡Ese es mi Paolo! Por cierto no llevo maleta.
-¿Viajas si maleta?
-Yo no, tú. No me cabía en la moto. Babi tampoco lleva nada así que cuando lleguéis compraros algo. Y no seas rácano. En unas vacaciones te tienes que dejar todo el dinero que lleves.
-Tendré que cambiar el dinero…
-Disimula con Babi hasta que esté lejos ¿vale? -Paolo asiente.

Step empieza a caminar. Dejando atrás a su hermano. Dejando atrás a Babi. Dejando atrás el viaje. Después de todo, va a dejar que el avión despegue sin él…

-¿Y Step?
-Ha ido a por algo de beber.
-Ahí hay una máquina.
-No se habrá dado cuenta. No suele venir por aquí. No todos los días vas a Nueva York.
-No es por meterme donde no me llaman, pero ¿se puede saber qué haces aquí?
-He venido a despedirme. Que, aunque me cueste decírselo, porque mi hermano impone, le quiero.
-¿Nunca se lo has dicho?
-Él lo llamaría mariconeo -ríe- y yo soy demasiado orgulloso como para arriesgarme a que me conteste con una de sus bromas.
-A veces es mejor arriesgar.



Step choca con una chica que cae al suelo al empotrarse contra él.

-A ver si miras por dónde vas -alza la vista-. ¿Step?
-Hola Pallina.
-Son las diez y media. Vas en dirección contraria…
-Lo sé.
-¿No vas a subir al avión?
-No.
-¿Y Babi?
-Ella sí.
-No entiendo… No me digas que tienes miedo a volar.
-No es eso.
-¿No te gusta Nueva York?
-No es eso.
-¿Prefieres quedarte en Roma?
-¡Qué no es nada de eso, joder! -grita. La gente lo mira y un bebe empieza a llorar, se ha asustado con los gritos. Ahora habla pausado, calmado, a menos volumen-. Supongo que has venido a despedirte ¿no? -Pallina asiente-. ¿Entonces, qué haces hablando conmigo?

Reanuda su paso y la deja atrás. Pallina queda inmóvil por un tiempo. Incapaz de dar órdenes a su cerebro para volver a caminar. Tiene la mente en atasco. Colapsada. No entiende nada… en un momento de reacción mira su reloj. Veinte minutos para las once. Empieza a deambular por el aeropuerto en busca de Babi. La encuentra a falta de diez minutos. Corre hacia ella. La abraza.

-¿No deberías estar en la universidad?
-¿Bromeas? Necesitaba despedirme -nota a Babi nerviosa-. ¿Qué ocurre?
-Hace tiempo que Step fue a buscar algo de beber y no ha vuelto.
-¿Algo de beber? -Pallina mira a Paolo. Este niega con la cabeza. La chica no le hace caso-. Babi, Step se ha ido.

¿Qué? ¿Cabe esa posibilidad? ¿Irse? ¿Por qué? Se queda muda. Paolo fuerza una sonrisa y después intenta justificarse.

-Me rogó que no te lo dijera.
-No entiendo…

Paolo suspira. Las mentiras nunca son buenas. Siempre ha sido partidario de ir con la verdad por delante.

-Mi hermano no puede entrar en Estados Unidos. No puede entrar nadie que tenga antecedentes.
-Pues si él no entra, yo tampoco -empieza a caminar decidida en dirección contraria a Paolo y Pallina. Paolo la frena agarrándola del brazo-. ¿Qué?
-A mi hermano le gustaría que subieras al avión.
-No puedo.
-Ha ahorrado mucho para esto. ¿Vas a tirar su dinero?

Babi observa el billete. Lo tiende a Pallina.

-Ocupa mi lugar. Te lo mereces. Eres mi mejor amiga.
-Babi yo no…
-Te juro que yo no voy a subir a ese estúpido avión -la obliga a agarrar el billete-. Que os lo paséis bien. Os lo merecéis.

Un autobús aparca frente a ellos. El autobús que debe llevarlos hasta el avión. Los tres se miran. Indecisos. Babi le sonríe para darles seguridad y se marcha. La mirada de Paolo se encuentra con la de Pallina. Se encogen de hombros y deciden subir.