¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

Capitulos 25, 26 y 27

                                                              25

Él lee un libro de filosofía. Ella una antigua revista de chismes. Se la sabe de memoria, tan solo disimula. Espera el mejor momento para atacar. Claudio también sabe que toca hablar de la conversación telefónica. Espera paciente el momento en que su mujer saque el tema.

-¿Recuerdas lo que me has dicho esta mañana?
-¿Esta mañana?
-Cuando te llamé por teléfono.
-¿Me llamaste? -opta por hacerse el loco. Viéndole la cara es más difícil oponerse a la voluntad de Raffaela.
-Me dijiste que estabas de parte de Stefano Mancini. El tipo de la moto. Él que golpeó a Acado. El del amigo muerto. El de…
-Que sí, que sí. ¡Qué sé quien es!
-¿Estabas borracho o no?
-¿Qué te dije exactamente?
-Me diste a entender que el de la moto te caía mejor que Alfredo.
-¿Eso dije? -Raffaela asiente-. Pues a lo mejor me tomé alguna que otra copita -miente.
-¡Pues muy mal! ¡No me gusta que bebas y menos tan temprano!

Dios dame paciencia. O sea, que si le digo que no estaba borracho, me pelea y, si le digo que había bebido, me pelea también. ¿Hay alguna escapatoria? Lo mejor será desconectar.
Raffela empieza a charlar o, mejor dicho, a reñirle. Claudio tan solo ve como la boca de su esposa se mueve. No la escucha. ¿Para qué hacerlo? Estará diciendo lo de siempre. Que si Babi es muy buena chica. Que si esas compañías no son buenas. Que si mira como acabó la hija de Acado. Que ya hace bastante esfuerzo con tragar a Pallina. Que si necesita centrarse en los estudios. En fin, decenas, cientos y miles de palabras que se pueden resumir en siete: Step malo. Alfredo bueno. Babi demasiado influenciable.



Una de la mañana. Sale de su habitación. Encima de la mesa del salón, tal y como le prometió Paolo, están los dos billetes de avión. Billetes para Nueva York. Los sostiene entre las manos. Cuatrocientos euros. Doscientos euros por billete. Día de salida: jueves. Día de regreso: lunes. Día del juicio: martes. Día de hoy: miércoles. Seis días para el juicio. Como pasa el tiempo… Seis días. No sabe si irá a la cárcel en seis días. Seis días para vivir a tope. Seis días para enamorarse como nunca. Seis días para estar con Babi. Seis días para reírse del mundo. Seis días para disfrutar. Seis días para ser el rey. Y, entre esos seis días, un viaje. Su primer viaje fuera del país. Mañana. Mañana a las once tengo que estar en el aeropuerto. Mañana madrugaré como nunca… Ese vuelo, esa oportunidad de ser feliz, no se me escapará.



Pallina la deja delante de su casa y se marcha en la vespa. Babi saluda al portero que le devuelve el saludo con una sonrisa. Siempre ha pensado que Babi es muy simpática. La ve alejarse cuando entonces recuerda el recado del chico.

-¡Espera!

Babi se vuelve. El portero se acerca a ella. Saca un sobre del interior de la chaqueta.

-Vino un chico y me dijo que te lo diese.
-¿Qué hay?
-Ni idea -responde orgulloso. Ha sido tan difícil aguantar la tentación…
-Gracias.

Babi entra apresurada en su casa. Se esconde el sobre por debajo de la camiseta para evitar inspecciones.  Saluda rápidamente a su hermana y a su madre -Claudio está trabajando-. Responde a las preguntas de su madre antes de que Raffaela las lance. Son siempre las mismas. Se las sabe de memoria.

-Me ha ido bien, no he pasado frío y no, no tengo hambre.

Se encierra en el dormitorio. Suspira y apoya la espalda en la puerta. Saca el sobre de su escondite y lo sostiene entre sus manos. Juega un poco con él. Tantea con la posibilidad de abrirlo. Lo mueve a la vez que se lo acerca al oído, como si fuese un misterioso regalo que intentamos adivinar antes de hacer trizas el papel de envoltura. Pero no, eso no hace ruido. Lo único que suena es algo que se mueve dentro. Algo poco pesado. Se decide de una vez por todas y abre el sobre. Saca de su interior dos tickets rectangulares. Dos billetes de avión. Los contempla. ¿Eso es para ella? Observa el día de salida y el destino. Son para mañana a las once de la mañana. Para ir a Nueva York. Se le escapa una sonrisita tonta. Rebusca dentro del sobre para ver si hay algo más. Saca un folio plegado. Lo abre. <<Te dije que me tenías que reglar un billete de avión y que no te preocuparas por el precio. Yo te regalo estos dos. Lo justo es que tú me devuelvas uno>>.
Daniela entra con el teléfono en la mano.

-Es para ti -se lo entrega y se queda a escuchar la conversación.
-¿Quién es?
-El de los billetes. Oye mañana paso a buscarte a la entrada de la universidad. No quiero que lleguemos tarde al aeropuerto.
-¿Quién te ha dicho a ti que te voy a devolver el billete de avión?
-No hace falta que me lo digas. Se puede predecir. Eres muy legal. Sigues las reglas. Además ¿con quién te irías? ¿Con tu madre? -suelta una carcajada.
-¡No seas idiota! -ella también ríe-. Nos vemos mañana.
-Hasta entonces.

Pasan unos segundos. Ambos esperan a que cuelgue el otro y, justo cuando Step se decide a dar por finalizada la llamada…

-Step.
-¿Qué?

Babi mira a Daniela. Su hermana parece disfrutar de la conversación más que ella misma. ¡Será cotilla! Es igual, se comerá la vergüenza.

-Te quiero.
-Y yo.

Babi pulsa el botón de colgar y mira a su hermana.

-¿Te ha gustado la conversación?
-Hubiese estado mejor si también lo pudiera haber escuchado a él. Pero que se le va a hacer… Por cierto -mira hacia atrás para asegurarse de que la puerta está cerrada-. Me debes un favor, que he cogido el teléfono y he simulado que era Pallina para que mamá no te matase.
-En ese caso te debo la vida.
-Tienes razón, pero te hago precio especial por ser mi hermana. Lo dejamos en un favor.

                                                              26

-¿No hemos venido demasiado pronto? Son las diez menos cinco.
-No quería que se nos escapara.
-Lo tienes todo controlado.

Step advierte a un hombre de traje que corre por todo el aeropuerto. Se para cuando ve a alguien. Mira a la gente desde lejos y después continúa corriendo por todos lados. Menudo personaje. El tipo para un poco para coger aliento y se tira hacia abajo del nudo de la corbata. También se desabrocha el primer botón de la camisa. Se gira sobre si mismo y sigue mirando a las personas, pero ahora sin moverse del sitio. Step le ve la cara y pasa de reír a ponerse serio. ¿Paolo?

-No. No lo tengo todo controlado.

Step se acerca a su hermano. Le da una palmadita en la espalda y Paolo abre los brazos en señal de alivio.

-¿Se puede saber que coño haces aquí corriendo como un pollo sin cabeza?
-Traigo noticias.
-¿Y no podían esperar?
-No.
-Pues suéltalas.

Paolo hace un gesto para que aguarde mientras él toma aire y se recupera de la corrida. Respira erguido con las manos en las rodillas. Parece como si le fuese a dar un infarto de un momento a otro.

-No estás para estos trotes ¿no?
-Que va -toma aire de nuevo. Traga saliva-. Step, no puedes coger ese avión.
-¿Por qué?
-No puedes entrar en Nueva York.
-Porque tú lo digas…
-Porque lo dice la ley.
-Dile al Rossi ese que esté tranquilo. No me voy a dar a la fuga ni nada por el estilo.
-¡Qué no es eso! -recupera la compostura y se pone firme-. Nadie que tenga antecedentes puede entrar en Estados Unidos. Le comenté esta mañana a Rossi lo de tu viaje y me lo dijo.
-No me jodas.
-Lo siento. Si vas te pararan en la aduana y te enviaran de vuelta a Italia.

Hay veces que simplemente la vida se propone joderte. Puede que no hayas hecho nada malo. No le des vueltas. Se lo propone y punto. Te coloca en el centro de su diana. El objetivo. Te conviertes en un juego del destino. Gana el que te de más golpes. Pero tranquilo. No pasa nada. ¿Para qué enfadarte? No puedes luchar contra algo superior a ti. <<En tu lucha contra el mundo, te aconsejo que te pongas de lado del mundo>> ¿Quién dijo eso?

-Paolo ¿sabes que la vida es una mierda?
-Cuando te propones que lo sea.
-Pues no recuerdo habérmelo propuesto -saca del bolsillo del vaquero su cartera. La abre. Dentro está el billete de avión. Lo mira. Sonríe-. Toma -se lo tiene a Paolo-. Que os lo paséis bien.
-No, yo no…
-¡Paolo! No seas gilipollas por una vez en tu vida. ¿Ves a esa chica? -mueve la cabeza en la dirección en la que se encuentra Babi-. Es mi vida. ¿Sabes? Mi vida. No me importa que el mundo intente darme por el culo. ¿Sabes por qué? Porque me ataca a mí. No sabe que yo vivo a través de su felicidad, no de la mía. No me preocupo por el juicio. No me preocupo por haberle roto la pierna a uno de mis amigo -Paolo abre la boca en señal de asombro. Ese dato no lo conocía-. No me preocupo por haber estado a punto de morir unas doscientas veces en mi vida. No le tengo miedo a la muerte. A la mía no. Sí a la suya -le coge la cara entre sus manos-. Le he prometido que vería Nueva York. Yo no sirvo como político. No sirvo para fallar a mis promesas -sonríe y deja libre la cara de Paolo-. Paolo quiero verte subido en el puto avión. No me puedes decir que no.

Paolo sostiene el billete. Alterna su mirada entre el billete y su hermano. Irse a Nueva York. Así, sin venir a cuento, sin tenerlo previsto. ¿Cuánto hace que no vive una locura? Lleva varios años viviendo el mismo día. Levantarse temprano, trabajo, una hora para comer, trabajo, volver a casa y dormir. Siempre lo mismo. ¿Qué más da si quiere descansar un poco? ¡Se lo merece!

-Está bien.

Step sonríe y le da una palmadita en la mejilla.

-¡Ese es mi Paolo! Por cierto no llevo maleta.
-¿Viajas si maleta?
-Yo no, tú. No me cabía en la moto. Babi tampoco lleva nada así que cuando lleguéis compraros algo. Y no seas rácano. En unas vacaciones te tienes que dejar todo el dinero que lleves.
-Tendré que cambiar el dinero…
-Disimula con Babi hasta que esté lejos ¿vale? -Paolo asiente.

Step empieza a caminar. Dejando atrás a su hermano. Dejando atrás a Babi. Dejando atrás el viaje. Después de todo, va a dejar que el avión despegue sin él…

-¿Y Step?
-Ha ido a por algo de beber.
-Ahí hay una máquina.
-No se habrá dado cuenta. No suele venir por aquí. No todos los días vas a Nueva York.
-No es por meterme donde no me llaman, pero ¿se puede saber qué haces aquí?
-He venido a despedirme. Que, aunque me cueste decírselo, porque mi hermano impone, le quiero.
-¿Nunca se lo has dicho?
-Él lo llamaría mariconeo -ríe- y yo soy demasiado orgulloso como para arriesgarme a que me conteste con una de sus bromas.
-A veces es mejor arriesgar.



Step choca con una chica que cae al suelo al empotrarse contra él.

-A ver si miras por dónde vas -alza la vista-. ¿Step?
-Hola Pallina.
-Son las diez y media. Vas en dirección contraria…
-Lo sé.
-¿No vas a subir al avión?
-No.
-¿Y Babi?
-Ella sí.
-No entiendo… No me digas que tienes miedo a volar.
-No es eso.
-¿No te gusta Nueva York?
-No es eso.
-¿Prefieres quedarte en Roma?
-¡Qué no es nada de eso, joder! -grita. La gente lo mira y un bebe empieza a llorar, se ha asustado con los gritos. Ahora habla pausado, calmado, a menos volumen-. Supongo que has venido a despedirte ¿no? -Pallina asiente-. ¿Entonces, qué haces hablando conmigo?

Reanuda su paso y la deja atrás. Pallina queda inmóvil por un tiempo. Incapaz de dar órdenes a su cerebro para volver a caminar. Tiene la mente en atasco. Colapsada. No entiende nada… en un momento de reacción mira su reloj. Veinte minutos para las once. Empieza a deambular por el aeropuerto en busca de Babi. La encuentra a falta de diez minutos. Corre hacia ella. La abraza.

-¿No deberías estar en la universidad?
-¿Bromeas? Necesitaba despedirme -nota a Babi nerviosa-. ¿Qué ocurre?
-Hace tiempo que Step fue a buscar algo de beber y no ha vuelto.
-¿Algo de beber? -Pallina mira a Paolo. Este niega con la cabeza. La chica no le hace caso-. Babi, Step se ha ido.

¿Qué? ¿Cabe esa posibilidad? ¿Irse? ¿Por qué? Se queda muda. Paolo fuerza una sonrisa y después intenta justificarse.

-Me rogó que no te lo dijera.
-No entiendo…

Paolo suspira. Las mentiras nunca son buenas. Siempre ha sido partidario de ir con la verdad por delante.

-Mi hermano no puede entrar en Estados Unidos. No puede entrar nadie que tenga antecedentes.
-Pues si él no entra, yo tampoco -empieza a caminar decidida en dirección contraria a Paolo y Pallina. Paolo la frena agarrándola del brazo-. ¿Qué?
-A mi hermano le gustaría que subieras al avión.
-No puedo.
-Ha ahorrado mucho para esto. ¿Vas a tirar su dinero?

Babi observa el billete. Lo tiende a Pallina.

-Ocupa mi lugar. Te lo mereces. Eres mi mejor amiga.
-Babi yo no…
-Te juro que yo no voy a subir a ese estúpido avión -la obliga a agarrar el billete-. Que os lo paséis bien. Os lo merecéis.

Un autobús aparca frente a ellos. El autobús que debe llevarlos hasta el avión. Los tres se miran. Indecisos. Babi le sonríe para darles seguridad y se marcha. La mirada de Paolo se encuentra con la de Pallina. Se encogen de hombros y deciden subir.

                                                              27

Llama al timbre. Abre Maria. La mujer se asusta un poco al ver tal estampa. El rimel corrido, la respiración acelerada, las mejillas sonrojadas y alguna que otra lágrima seca en el rostro.

-¿Está Step?
-Se fue muy temprano.
-Si vuelve dígale que me busque.
-Lo haré.

Maria cierra la puerta. Orgullosa de haber cumplido la orden. Cuando se gira vuelve a encontrarse con la catástrofe. Cuadros tirados por el suelo, jarrones rotos en mil pedazos. Por lo menos ya ha dejado de gritar… ¡Menudo es el pequeño de los Mancini! Es muy buen chico cuando está de buen humor, pero como se enfade… Maria a veces pasa incluso miedo. Teme que algún día la golpee. Sabe que no sería a la primera que le hace un arreglo en la cara… Y, a todo esto, tiene que entrar en su habitación para limpiarla. Es su deber. Para eso le pagan. Abre un poco la puerta que da al dormitorio. Step tiene la luz apagada y está tumbado boca arriba. A lo mejor está durmiendo… Maria cierra la puerta despacio para no hacer ruido. Escucha a Step sorber por la nariz. ¿Está despierto? Vuelve a abrir la puerta. Quizás se arriesga a un insulto, pero…

-Tengo que limpiar la habitación.

Step se pasa la manga de la chaqueta por los ojos. Se echa hacia delante de forma que queda sentado sobre la cama.

-Lo siento Maria. No me acordaba. Pasa.

La asistenta respira aliviada. Después recuerda todas las veces que Step a perdido la cabeza. Nunca. Nunca le ha gritado, ni un insulto, ni un empujón… ¿Por qué iba a ser esta la primera vez? Es un buen chico. Maria enciende la luz y ambos se ven las caras. Step tiene los ojos rojos. Maria no sabe que decir. Se decide por callar y empezar la limpieza. Step la mira.

-¿Ha venido alguien a buscarme?
-Una chica.
-¿Una chica?
-Sí. Traía los ojos llorosos. No sé que le habrá pasado. Me pidió que te dijera que la buscaras.

Ojos llorosos. ¿Babi? No, no puede ser. Son las nueve de la noche. El avión tardaba diez horas en llegar. Acabará de aterrizar o estará a punto. Es imposible que sea Babi. ¿Qué otra chica puede ser? ¿Madda? ¿Y por qué motivo? Quizás ha venido a decirme que el Siciliano tiene pensado hacerme puré… ¡Será creído el subnormal! Step suspira. A lo mejor mi sitio ahora mismo está en el invernadero y no aquí tumbado. Se levanta.

-Voy a salir.

Menuda novedad. Nunca está aquí…



¿Dónde más buscar? ¡Mira que es cabezota! ¿Acaso se ha escondido? A ver, en su casa no estaba, no lo ha visto en la calle, tampoco en la playa, ni en el prado aquel de la casa… ¡Dios! Entra en el baño y se enjuaga la cara para quitarse el maquillaje. Menuda imagen. Y pensar que la ha visto media población de Roma… Lleva horas dando vueltas por todas partes y, con esa pinta, parece una novia que se ha dado a la fuga. A decir verdad, más o menos, pero en este caso, la novia sale en busca del novio y no para escapar de él precisamente. Pasa al salón y cae rendida en el sofá. Daniela la observa.

-Mamá ha liado una buena. Casi llama a la policía.
-¿Me están buscando?
-Que va, has tenido una suerte… Mamá ha llamado a la universidad. Al parecer tu clase ha ido de excursión. Para asegurarse ha telefoneado a los Lombardi. Pallina tampoco estaba en casa.
-Pallina está en Nueva York.
-¿Qué?
-Que Pallina está en Nueva York -vuelve a repetir.
-¡Ya! Me he enterado la primera vez. Era solo una expresión. ¿Qué hace allí?

Babi recuerda que su hermana no sabe nada de los billetes de avión. Es una historia larga, pero, aún así, se la cuenta. Hay que reconocer que la pequeña es fiable.



Va hacia donde se encuentran los demás. Sin bajarse de la moto. No le apetece. No tiene ganas de nada. Están como siempre. Lucone contando una anécdota y los demás riéndose de ella mientras todos comparten un litro de cerveza. Step ve al Siciliano. Está en silla de ruedas. Joder. ¿Qué hacer ahora? ¿Me acerco y saludo cómo si nada? Apaga el motor y se aproxima a ellos arrastrando la moto con los pies, aún sobre ella. Alguien le da un bofetón en el hombro. Step frena y se gira. Es Madda.

-¿Qué haces?
-¿Qué haces tú? ¿Qué quieres que te maten?
-¿Quién? ¿Esos? -señala con la barbilla al grupo-. Yo solo tengo problemas con tu novio.
-Y los demás están de su parte. Son marionetas y el titiritero que pasa más tiempo con ellos es el Siciliano. Creen su versión.
-Y su versión es…
-Que le partiste la pierna sin venir a cuento.
-Pero tú sabes lo que paso ¿no? -Madda asiente-. ¿Y por qué no me defiendes?
-Que venga a defenderte la pija. A mí me das igual -le comunica intentando convencerse así misma.
-Y tú a mí.

Duele. Duele mucho. Demasiado. Y pensar que lo dice en serio, duele aún más. Madda aprieta la mandíbula conteniendo una lágrima. Respira pausadamente un par de veces y continúa con la conversación.

-¿Se puede saber que haces aquí?
-¿Se puede saber qué hacías tú en mi casa?
-¿Cuándo?
-Hace un rato.

Madda pone cara de no entender nada. Step la mira confuso.

-¿Para que quiero yo ir a tu casa? ¡A ti se te va la olla!

Ahora solo cabe una posibilidad. La más remota. Babi. Babi ha estado en su casa y Maria, que le ha mostrado obediencia ciega, le ha dicho que él no estaba. ¡Puto mundo! Cierra con fuerza los ojos. Madda sigue allí cuando los abre.

-¿Te pasa algo? -pregunta la chica.
-¿Y a ti qué? No te importo.

Enciende el motor y da gas. El humo del tubo de escape va a parar a los pantalones de Madda. Ha sido sin querer. Sin pensarlo. Ni siquiera se ha dado cuenta. La chica se sacude, lo ve alejarse y se une a los demás. Definitivamente, Step es un caso perdido.



<<Ding dong>> ¿Quién está tan loco como para llamar a las once de la noche? Babi abre la puerta. Su madre está empapada.

-¡Benditos los ojos! -besa a Babi-. Han cancelado la cena. Tu padre es el que tiene las llaves de casa y está aparcando el coche en el parking, pero yo he preferido venir delante.

Babi se asoma por una de las ventanas que da a la calle. Una lluvia torrencial amenaza las bellas calles de Roma. ¿Habrá llegado ya Step a casa? Piensa en salir a buscarle.

-¿Cómo os ha ido en la visita guiada?

Cualquiera se escapa de Raffaela… Suspira. Es igual. Lo buscará mañana. Sabe cuidarse ¿no?



La velocidad no esquiva las gotas de agua helada. La lluvia le cala en la ropa. Parece recién salido de una piscina. No importa. Sigue buscándola. ¿Dónde se ha metido? Avisa desde lejos la playa. Su playa. La de los dos. La de la reconciliación. Entra en ella y hunde la rueda de la moto en el barro que se ha formado debido a la mezcla de arena y agua. La moto se pone hecha un asco. Tendrá que lavarla cuando llegue…



Sus padres se acuestan sobre las doce. Daniela hace tiempo que se durmió y ella hace como que ve algo interesantísimo en la tele, pero la realidad es que está preocupada y que lo único que hay en televisión es teletienda y películas para muy mayores… Se asoma al dormitorio de sus padres. Oye roncar a su Claudio. Ambos duermen. Cierra la puerta con cuidado de no despertarlos. Sale de casa. Ya no llueve, pero está todo empapado. El portero se entretiene viendo una antigua cinta de vídeo entre cabezada y cabezada. Babi consigue escapar sin ser vista.
Cierra el puño y alza el brazo para tocar de la forma tradicional. El timbre suena demasiado y a lo mejor Paolo está durmiendo. Espera. No. Paolo no está durmiendo. Paolo está de fiesta en Nueva York… Pulsa el timbre decidida. Espera impaciente. Nadie abre. Suspira y se da la vuelta.
A medio camino para llegar a su casa, escucha una moto. Una moto llena de arena mojada. Una moto que se detiene frente a ella. Step baja apresurado y la abraza. Se funden en los brazos del otro y la temperatura sube en tan solo un instante.  Cuando se separar, Step le besa la frente.

-¿Por qué no estás en Nueva York?
-Por que tú no ibas. Step yo quiero estar contigo. Si para poder estar contigo tengo que irme a Nueva York, me voy, pero si para poder estar contigo tengo que quedarme, me quedo. Yo no quería ver Nueva York. Te quería ver a ti. Despertarme, girar el cuello y verte dormir. Verte recién levantado. Verte con cara de sueño. Dar paseos. Esas cosas… Y tú vas y me plantas a Paolo -suelta un suspiro desesperado. Aprieta los dientes, pero lo acaba soltando-. ¡Eres idiota!
-Si te da igual Nueva York que Roma, todavía podemos solucionarlo -Babi alza las cejas y Step le sonríe mientras le limpia con el dedo pulgar una lágrima-. A mi casa puedo entrar con antecedentes -otra sonrisa-. No está Paolo y puedo llamar a la asistenta para que no venga hasta el lunes -Step monta en la Honda-. Dicen que cuando algún lugar te ha gustado mucho, lo vuelves a visitar. Ya conoces mi casa y mi cama, pero aún así ¿me acompañas?