¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

Capitulos 4, 5 y 6

                                                              4

Daniela no deja de mirar el reloj. ¿Cuándo piensan irse sus padres? Ni Claudio, ni Raffaela saben nada de que la menor de sus hijas va a salir esta noche. No estarían de acuerdo pues los expertos no prevén buen tiempo. Mucho menos de acuerdo estarían si supiesen a donde va. Al invernadero. ¡Pobre de ella si se enterasen! No volvería a ver la luz del sol.
Vuelve a mirar el reloj. Las seis y media. Desde el sofá escucha el ruido que hace su madre con los tacones. No deja de moverse. Claudio lleva un rato esperando a que su mujer esté lista. Mientras espera hace como que le interesa el tan aburrido programa adolescente que están viendo sus hijas.

-Yo creo que la chica se queda con el rubio -comenta Claudio por hablar de algo.
-¿Qué dices? Se quedará con el moreno, es más simpático y más guapo -opina Daniela.
-Bueno no todas las chicas buscan a un hombre simpático y guapo -Claudio se da cuenta de lo que ha dicho después de decirlo. Mira a Babi. Bien. Parece que no se ha dado cuenta. Daniela en cambio mira a su padre y le sonríe.
-No creo que sea tan tonta como para querer más al rubio que al moreno -Daniela, al contrario que su padre, ha hecho el comentario a posta. Mira a Babi. Esta parece seguir concentrada al cien por cien el programa-. ¿De qué sirve que el padre del rubio trabaje en una buena empresa? ¿Desde cuando es más importante el dinero que la forma de ser?

Hace unos minutos que no se escucha el taconeo de Raffaela. Está allí. En la misma habitación. Escuchando el monólogo de Daniela. Raffaela espera a que Babi conteste a su hermana y la haga callar, pero Babi sigue sin hacer caso a nada más que al televisor. Raffaela decide responder a su hija.

-Puede que la simpatía del moreno no dure eternamente y que, dentro de un tiempo la trate mal y el rubio le haga sentirse bien. A veces es mejor pensar en el futuro que en el presente. ¿No crees Claudio? -pregunta para conseguir algo de apoyo.
-Claro -en verdad ni ha prestado atención al discurso de su mujer. Para él es una costumbre llevarle la razón. ¿De qué servía discutir? Siempre se va a salir con la suya-. ¿Nos vamos? -se pone en pie.

Raffaela besa a sus hijas. A Daniela se limita a darle un beso en la mejilla. A Babi le acaricia el rostro y le besa la frente.

-Estoy tan orgullosa de ti -Raffaela sigue pensando en el rubio y el moreno-. No os acostéis muy tarde -dice tras salir definitivamente de casa.

Daniela mira por la ventana. Ve al coche de sus padres alejarse. Salta de alegría.

-¡Por fin! ¡Creía que no se irían nunca!

Sale a correr y se mete en su habitación. Abre el armario donde guarda toda su ropa. Empieza el gran dilema.
Parece que no se ha enterado de nada. Parece que tenía todos sus sentidos puestos en la televisión. Parece que no le han dolido las palabras de Daniela. Nada de eso. Simplemente la ha ignorado. No quería entrar en el trapo. Ya es demasiado esfuerzo no pensar en él. Ya es demasiado esfuerzo convencerse de que su actual novio la tiene tan encandilada como la tenía Step… como la sigue teniendo Step. ¡No! Debe pensar en otra cosa. Ha dejado que las palabras de una cría de quince hagan que su corazón dude. No. Ella está con quien quiere y el chico que está con ella es perfecto. Nadie. Nadie le supera. Lo mejor sería llamar a alguien. Dejar de pensar en líos de rubios y morenos. Agarra el teléfono y marca el número que tantas otras veces ha marcado.

-¿Eres Babi o Daniela? -Pallina sabe que no cabe otra opción.
-Babi. ¿Tienes algo que hacer?
-Pues poca cosa la verdad.
-¿Te apetece ver una peli o algo?
-¿Salir? Hace mucho frío.
-Había pensado en verla en mi casa. Mis padres se han ido y Daniela se va ahora… -cambia la voz intentando dar pena-. Me quedo solita.
-Vale. En diez minutos estoy allí. Ya te vale con el chantaje emocional.

Al rato Daniela vuelve al salón. Lleva el cinturón escondido bajo su camiseta.

-¿Qué tal? ¿Parezco muy niña o muy mayor? ¿Demasiado pintada? ¿No iré muy pija así? ¿Crees que estos colores combinan? -Suelta una pregunta tras otras. Ni respira ni da tiempo a Babi para responder.
-Estás perfecta -Daniela coge aire para volver a la carga, pero Babi la ve venir y se le adelanta-. No preguntes nada más. Casi dieciséis -contesta segura de lo que Daniela le iba a preguntar. La pequeña le mira con cara de enfado-. Ahora que me fijo… Dieciséis -Daniela sigue sin cambiar la cara-. Dieciséis cumplidos hace unos meses… -aventura intentando que su hermana le sonría. Daniela no cambia la expresión-. Está bien. Faltan dos días para que cumplas diecisiete.

Daniela pega un salto y se abraza a su hermana con fuerza. Si el abrazo dura un segundo más la asfixia. Tocan al timbre.

-¡Andrea! -grita ilusionada. Va como alma que lleva el diablo hasta la puerta. Decepción. Es Pallina-. Hola Pallina -saluda desganada.
-Palombi te está esperando abajo.
-¡Es verdad! -mira el reloj. Las ocho y diez-. Olvidaba que quedamos en la calle. Adiós Babi -se limita a decir. No tiene tiempo para despedirse con un beso. Al salir casi arrolla a Pallina.
-¿Tus padres dejan salir a tu hermana? Va a caer una buena -dice Pallina refiriéndose a la lluvia.
-La verdad es que mis padres no lo saben. Pero irá al cine y quizás a un restaurante. No tiene porque empaparse.

Pallina toma asiento al lado de su amiga. El dilema del rubio y el moreno ya ha concluido. Babi hace zapping, pero no hay nada interesante. Acaba por apagar la tele. Las dos amigas comienzan a hablar. Comparan novios durante un buen rato.

-Sí. La verdad es que son muy buenos. Pero… -Pallina baja la cabeza y respira hondo. Babi se arrepiente del tema de conversación-. No es lo mismo sin él.

Pollo está en la memoria de ambas. Y, como no, Babi no puede evitar volver a recordar a Step. Hacía mucho que no lo veía. Más de un mes. Recuerda el día que lo dejó por teléfono, Que manera más lamentable de acabar con su historia. Babi vuelve a las dudas. De nuevo intenta convencerse. <<Es mejor así>>, se repite. Está ansiosa por cambiar de tema, pero Pallina se está desahogando y le da pena cortarle. Su amiga le cuenta anécdotas de cuando estaba con Pollo. Llega a la parte más trágica.

-Estaba allí tirado. Rodeado de gente. Recuerdo que en aquel momento solo quería despertar. Aquello era imposible. No estaba en los planes. ¿Por qué él? Podría haberle tocado a cualquiera. ¿Por qué a él? -vuelve a repetir entre lágrimas.

Estamos acostumbrados a vivir las noticias en tercera persona. Todo le pasa a otros. Éste murió de un ataque al corazón, aquel tiene una enfermedad incurable, los padres de ese se han muerto… Nunca pensamos en que nos puede tocar vivir alguna tragedia. Hasta que un día pasa y no puedes hacer nada. No tienes una barita mágica. No puedes cambiar nada. El destino está escrito ó quizás lo elegimos con nuestras acciones. El caso es que sucede y, en ese momento, te das cuenta de que no eres tan dueño de tu vida como creías. En ese momento despiertas. La vida no es tan bonita como te la habían contado. No hay superhéroes que siempre lleguen a tiempo. 

                                                              5

Su hermano aún no ha vuelto. Son las ocho y media. ¿Por qué llega últimamente tan tarde? No se han visto en todo el día y Step está a punto de irse. No lo piensa esperar. No lo echa de menos. Le da igual lo que haga con su vida. Step entra en el garaje para reencontrase por segunda vez en el mismo día con su moto. Lleva puesta la misma ropa. No se la ha cambiado. Para él el invernadero no es un lugar tan especial como para Daniela. Para Step es lo más común.
Coge la penúltima curva antes de llegar al lugar de las carreras. Aquella curva donde la noche anterior Paolo lo había visto. Esta vez Paolo no está por allí. Nadie reconoce a Step.
Al fin toma la última curva. Lo primero que se encuentra es el peculiar cementerio. Duda entre pararse o no. Decide frenar. Se baja de la moto y se agacha para poder ver bien las cinco letras que componen su apodo. Al igual que el día anterior, acaricia las letras. Esta vez no dice nada. Besa la piedra y vuelve a subir en la Honda.
Nadie se sorprende al verlo llegar. Alguno que otro lo mira y le saluda, pero nada comparado con lo de la noche anterior. Busca un lugar lejos de la gente. Para la moto y se enciende un cigarro en el único lugar en el que no hay nadie alrededor. Ni si quiera está iluminado. Busca con la mirada a sus amigos. El Siciliano, Hook, Bunny y los demás están lejos. Hacen el tonto y beben cerveza sin parar de reír. Ninguno se ha dado cuenta de que Step está allí.
Escucha una conversación a sus espaldas. Una pareja parece haberse alejado de su grupo de amigos para discutir algo.

-No me subiré con él -insiste ella.
-¡Sabía que te rajabas!
-¡No me estoy rajando! Es solo que no fío. Está medio borracho.
-Llevabas el cinturón puesto y lo lucías orgullosa ¿de qué te quejas? No hay vuelta atrás. Creía que sabías a donde venías. ¿Conoces las reglas no? Tú llevas el cinturón y ellos te eligen. No me hagas quedar mal. Es mi primer día.

Step mira por el espejo retrovisor. No sabe quienes son. La poca luz no permite que les vea las caras. La pareja no se ha dado cuenta de que Step está a pocos metros. O están ciegos o son muy despistados. La chica hace un movimiento. Parece sacarse algo del bolsillo. ¿Qué pretende?

-¿Qué haces? -pregunta el chico mientras Step disfruta de la escena.
-Tengo que hacer una llamada -el chico parece conforme con la respuesta. Permanece quieto delante de ella-. Es una llamada privada.
-Está bien. Lo que tú digas. Te espero allí -le señala algún lugar con el dedo-. No tardes -el chico se marcha.

La chica, ahora sola, se lleva el móvil a la oreja. Espera impaciente a que descuelguen la llamada al otro lado de la línea. Step sonríe en silencio. Solo le faltan las palomitas.

-Cógelo ¡vamos! -la chica habla sola-. Venga. ¿Por qué no descuelgas? Para una vez que te necesito…-. Empieza a arrepentirse de haber engañado a su hermana. Es más, se arrepiente de haber ido al invernadero. El teléfono deja de dar la llamada. Nadie ha contestado-. ¡Maldita Babi!

En medio segundo el cerebro de Step repite, como si se tratase de un eco, ese nombre una vez tras otra. Babi. ¿Quién diablos es la chica que hay a su espalda? Piensa en dejarse ver, pero no lo hace, no al menos por ahora. Puede que sea otra Babi. Es más, puede que la chica haya pronunciado otro nombre y él haya entendido mal. Jamás había dudado y sin embargo ahora… Pero ¿y si esa chica conoce a su Babi? Espera desesperado a que la chica vuelva a decir algo. La ve alejarse por el espejo retrovisor.

-¡Niña! -le chifla para llamar su atención. La chica vuelve sobre sus pasos. Enseguida se da cuenta de que su conversación no ha sido tan secreta.
-¿Me llamas a mi? -ya ha notado la presencia de la gran moto. A duras penas puede ver a alguien de espaldas.
-¿Ves a alguien más por aquí? -pronuncia Step burlándose.
-Imbécil -responde Daniela. Entonces vuelve a andar en una sola dirección: Andrea Palombi.
-¡Espera! -le grita Step.
-¿Qué quieres? -pregunta enfadada.
-¿De qué conoces a Babi?
-¿Y a ti qué te importa?

Daniela empieza a andar de nuevo. Pero una luz nace a sus espaldas. Es el faro de la moto. Se da la vuelta para ponerle cara al misterioso individuo. Lo ve. Lo reconoce. Sabe que es Step o, como ella y sus amigas lo llaman, Matrícula de honor. Se olvida de parpadear e incluso de respirar. ¡Bendito destino!

-Pues sí. Sí me importa -en realidad ya sabe que es Daniela, pero la deja responder.
-Soy su hermana.
-Daniela -sonríe.

Llegan Andrea Palombi y sus amigos. Ninguno entiende la escena. Nadie sabe que pinta Daniela hablando con Step. Palombi se acerca al oído de Daniela.

-¿Qué haces? Este tío… -no termina la frase-. ¡Estás loca! -ahora se separa de su oído y habla de forma que todos puedan escucharle-. La carrera está a punto de empezar -mira hacia uno de sus amigos. El medio borracho. El que quería que Daniela corriese con él-. Quiere saber si estás lista.
-Lo siento pero, ya he encontrado a otro con quien correr -lanza una mirada a Step. Ahora todos esperan las palabras del poseedor de la Honda azul.
-No, ni de coña. Yo no corro con camomilas.
-Pues decidido entonces -comenta el medio borracho-. ¡Vamos! -exige.
-Que no. Que voy con Step ¿verdad? -vuelve a mirarlo.
-No corro Daniela.
-¡Sabía que te rajabas! -dice ahora Palombi.
-¡Nada de eso! ¿Quieres que sea tu camomila? -se responde ella sola-. Pues vamos. Sube decidida en la moto del amigo medio borracho de Palombi.

Todos se marchan. Step vuelve a quedarse solo. Arroja su cigarrillo al suelo. Enciende la moto. Quiere ver al Siciliano correr. Lo mejor será buscar un buen sitio cuanto antes.

-¡Señoras y señores! ¡Niños y niñas! ¡Espectadores y participantes! -Schello empieza con el show de cada noche-. Va a dar comienzo la primera carrera. Veo camomilas nuevas, ¿volverán a subirse en una moto después de esto? -suelta una carcajada. El cielo ruge-. Recordemos que las predicciones advertían una buena tormenta. Supongo que ha estos locos les da igual -otra carcajada.

Mientras Schello sigue diciendo tonterías los participantes se colocan. El Siciliano lleva en la línea de meta un buen rato. Mira hacia atrás. ¿Habrá llegado Step? Se encuentra con la mirada de su amigo. Step le sonríe mientras le saluda moviendo hacia atrás y hacia delante los dedos de su mano. El Siciliano queda sorprendido. Step parece más animado. ¡Y vaya si lo está! Piensa que el destino, de alguna manera, intenta poner de nuevo a Babi en su camino. Busca con la mirada a Daniela. Va de paquete en una moto que llega a duras penas a la línea de meta. El chico que la conduce va haciendo ochos. Daniela mira desesperada a todos lados. Busca algo que la salve. Cualquier cosa. Quizás si empezara a llover la carrera se suspendería… Sus ojos se cruzan con los de Step. Lo mira en silencio, se lo dice todo con la mirada.

-¡Un minuto para el comienzo de la carrera! -grita Schello por el megáfono.

Step está indeciso. Le había dicho al Siciliano que no correría en la primera carrera, pero no puede dejar morir de esa forma a la hermana de Babi. ¡Qué dilema! ¡Maldita vida! Él tan solo intentaba olvidarse de Babi y justo cuando decide hacerlo…

-Y esto empieza en seis, cinco, cuatro…

Arranca la moto y empieza a gritar.

-¡Espera! ¡Schello! ¡Espera!

-No empecéis todavía. Stop amigos. ¿Quién coño me llama? -Step se posiciona al lado del amigo de Palombi-. Step colega, no te lo tomes a mal, pero necesitas tener una tía atada a ti.
-Ya lo sé joder. ¡La tengo! -mira a Daniela-. Vente niña-. La menor de las hijas de Raffaela y Claudio se desabrocha rápidamente el cinturón de camomila y se baja de la moto del medio borracho.
-¡Serás guarra! -insulta el que se acaba de quedar sin chica.
-O cierras la puta boca o te la reviento gilipollas -insulta Step. El chico no responde y se marcha.

Mientras Daniela se une a la espalda de Step, éste y el Siciliano se miran. Algo parecido al sentimiento de rabia se deja notar en los ojos del acompañante de Madda.

-¿Ya estamos todos no? ¡No quiero más interrupciones! La carrera comienza en diez, nueve, ocho, siete, seis -los primeros cinco números los dice de carrerilla. No pasa ni un solo segundo entre unos y otros-. Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡ya!

Todos, excepto un pobre desgraciado al que se le ha calado el motor antes de salir, aprietan el acelerador. Poco a poco Step y el Siciliano adelantan a los otros motoristas. Ahora están los dos empatados. Ninguno amenaza con adelantar al otro, pero tampoco con frenar. Están muy cerca.

-¡Eres un mentiroso! Me dijiste que no ibas a correr -le grita el Siciliano.
-Y no iba a correr.
-¿Entonces que coño haces?
-Ni yo lo se -es cierto, ni él lo sabe. ¿Desde cuando se dedica a salvar a niñas en peligro? ¡Ellas saben donde se meten! Si son mayorcitas para ir al invernadero, también deben serlo para afrontar los peligros que eso conllevaba. Está claro que la espinita de Babi sigue ahí. No puede hacer nada. Es como un castigo. ¿Crees que puedes tener a todas las chicas que quieras? Pues ahora las tendrás a todas menos a la que quieras.

El Siciliano se adelanta un poco. Step ve la cara de Madda. La chica le sonríe. Step piensa en conformarse y quedar segundo. No quiere volver a pelarse con el Siciliano y menos aún por una tontería. Pero Step y segundo son dos palabras que no se llevan bien. Si Step corre es para ganar. ¡Que le den al Siciliano! Después de todo su supuesto amigo no lo ha buscado mientras él estaba de bajón. Madda es otra cosa, ella si había intentado hablar con él. Pero la competición no va con ella. Gira levemente su mano derecha hacia atrás para llegar a los ciento sesenta. Es imposible que a ese paso alcance al Siciliano quien, advirtiendo que Step no va a dejarse vencer, ha apretado el acelerador. Step aún no da nada por perdido. Ciento setenta… Ciento ochenta. Hacía tiempo que no llegaba a esa velocidad. Y a más velocidad, más necesita. Es un vicio.

-¡Para! -los gritos a su espalda pasan desapercibidos. Ni los puede escuchar ni quiere escucharlos-. ¡Frena! -Daniela se está dejando la garganta, pero no le sirve de nada.

Siente la adrenalina de nuevo. El pulso a mil por segundo. El corazón a punto de salirse. Aprieta la mandíbula. Está disfrutando. Quiere más. Ciento noventa. Vuelve a ponerse al lado del Siciliano. Se miran.

-¡Dale más! -le grita desafiante Step. Su amigo le mira casi asustado. Hacía tiempo que no veía así a Step.

Se empieza a poner nervioso. Afloja. Ciento ochenta, ciento setenta… Ahora es Step el que lleva ventaja. Lanza un grito desgarrador. Inaudible. Parece que la garganta se le va a quebrar de un momento a otro. A esa velocidad tan solo lo advierte Daniela. Llega al tramo del caballito. Baja la velocidad lo justo. Daniela ya ve muy lejos al Siciliano, todo lo contrario le pasa con el asfalto… Cuando Step vuelve a poner las dos ruedas sobre el asfalto el cielo empieza a rugir. Como si fuese él el que controlase el universo. Como si en ese momento él hubiese decidido cuando debía empezar la tormenta. El agua cae sobre ambos. Ninguno se da cuenta. Step está demasiado metido en lo suyo y Daniela demasiado asustada, ya hace tiempo que dejó de rogarle que parase.

-Y aunque aún le falta un poco para llegar, creo que ya es oficial. Hace tiempo que ganó Step -Schello piensa en varios chistes sobre el Siciliano. Se los calla. No le apetece cambiar de cara.

Step empieza a reducir y a bajar las marchas. Ciento setenta, ciento sesenta, ciento cincuenta… A Daniela se le saltan las lágrimas ¡Por fin Step le ha hecho caso! Error. Tan solo disminuye para no atropellar a los espectadores que cada vez están más cerca. Cruzan la línea de meta a una velocidad normal. Frena. Se dan cuenta de que está lloviendo. Daniela se apresura en quitarse el cinturón.

-¡Acabemos pronto con todo esto! -dice Schello entre truenos -Step ven a por el dinero -Step ve como Daniela se le escapa.
-Dáselo al Siciliano -sale tras Daniela-. Oye, espera.

Daniela detiene su paso. Está llorando.

-Solo quiero irme a mi casa. Está lloviendo y…
-Te llevo -la corta Step.
-Palombi me está esperando.

Step ve a la hermana de Babi alejarse. La sigue con la mirada. Parece perdida. Step la alcanza y vuelve a insistir.

-Déjame llevarte -Daniela lo ignora. Por un momento lo odia. No le ha gustado el paseito en moto-. Venga niña que te prometo que iremos a una velocidad normal -ríe. Daniela lo mira sorprendida, parece haberle leído el pensamiento-. Tus amiguitos se habrán ido. ¿Sabes a qué me recuerda esto? -Daniela lo sabe perfectamente, pero sigue ignorándolo. Le aparta la mirada-. Como quieras niña. No me voy a arrastrar. Sigue buscando a tu novio. Recuerdos a tu hermana… claro, si es que llegas.

Daniela da una última ojeada. Palombi no está por ningún sitio. Gira la cabeza. Step está fumando, parece que aún la espera. Se queda mirándolo un rato.

-Anda sube-. Step la observa. Está empapada. Tirita levemente. Se quita la chaqueta y se la entrega. Él se queda en manga corta-. Abrígate, no vaya a ser que tu madre me odie más -le dedica una media sonrisa. Daniela sube a la Honda VF 750.

6

Llega a casa empapada. Rebusca por sus bolsillos la llave de la puerta. No la encuentra. Es imposible que estén allí, con las prisas se le olvidó cogerla. No le queda más remedio que tocar al timbre. Abre Babi.

-¿Has visto la hora que es? Mañana hay clases. Papá y mamá están punto de… -entonces se da cuenta. Daniela está como una sopa. Lleva una chaqueta de motero negra. Le está grande. Es imposible que sea suya, además no recuerda verla así vestida antes de que se fuese-. Yo te mato -es lo único que puede pronunciar en ese momento. Está en estado de shock.
-Déjame que te lo explique. Parece más de lo que es en realidad -miente. En realidad, parece mucho menos de lo que es. Babi aún no ha visto el cinturón de camomila, aún no sabe de quien es la chaqueta… Tierra trágame.

Aún empapada entra al salón. Babi le advierte de que no dejará que se duche hasta que le diga la verdad. Comienza el interrogatorio.

-¿Por qué me dijiste que ibas con Palombi?
-He ido con Palombi. En eso no mentí.
-No entiendo nada. ¿Cómo te has empapado en el cine? ¿Cómo has llegado tan tarde? Es más ¿cómo has conseguido esa chaqueta?
-No fuimos al cine… ni al restaurante. Te mentí. No hubieses permitido que me marchase si te decía la verdad.
-Empieza a hablar renacuaja.
-Estuve en las carreras.

Babi alza la mano haciendo ademán de pegarle. Entonces recuerda unas palabras. <<Te pareces a tu madre>> la voz de Step suena en su cabeza por un breve periodo de tiempo. Frena su mano para no golpearla. No. Ella no se parece a su madre. Para no dejar lugar a dudas decide convertirse en la persona más comprensiva del mundo. Daniela la necesita y ella como hermana mayor la debe aconsejar. Sí. Decidido. Adoptará esa postura. Será el poli bueno. Le acaricia la cara.

-Puedes contármelo todo. No diré nada. Tú guardabas mis secretos ¿no? No me tengas miedo -le sonríe.
-Pues eso, que estuve en las carreras y comenzó a llover.
-¿Y la chaqueta?
-¿Qué chaqueta? -entonces se da cuenta. Sigue llevando la chaqueta de Step. No hay marcha atrás. Ahora no puede mentir. Debe explicárselo todo de la mejor manera posible. ¿Por dónde empezar?-. Me han dado recuerdos para ti.
-¿Palombi?
-No exactamente -Daniela no encuentra las palabras-. Digamos que me he encontrado con un viejo conocido tuyo -Babi sigue sin entender nada-. Vamos, no hagas esto más complicado. Tú sabes quien es… -Babi piensa por un segundo en… no, el mundo es muy grande-. Joder ¡Step!

Babi queda inmóvil. No es capaz de articular palabra alguna. Nada encaja. De repente se le enciende la bombilla.

-La chaqueta -Daniela asiente-. ¡Quítatela ahora mismo! -Daniela se desprende de la prenda con agilidad y la deja caer al suelo. Pobre de ella. Deja al descubierto el cinturón-. ¡No! ¡Dime que no es verdad! Esto no está pasando. Daniela dime que todo esto es una broma.
-Haber ¿qué querías que hiciera? Palombi quería que me subiera con uno que iba medio borracho y entonces me encontré con Step que lo estaba escuchando todo, pero yo no lo vi porque tenía la moto apagada y estaba solo. Le insistí diciéndole que quería correr a sus espaladas y dijo que no, pero…
-Daniela no me estoy enterando de nada. Ve al grano ¿quieres?
-El caso es que estaba montada en la moto de uno que iba medio borracho y al final Step decidió que lo mejor sería que corriera a sus espaldas. Habría muerto si Step no aparece. Además el que iba borracho me insultó y Step me defendió. No le eches la culpa a él. Tan solo me ha protegido. Por favor, prométeme que no le dirás nada a mamá…
-Te lo prometo -responde tras respirar hondo un par de veces. Se funden en un abrazo. Cuando se separan sigue la conversación-. ¿Y la chaqueta? -Babi quiere enterarse de cada detalle.
-Cuando acabamos la carrera estaba lloviendo y Palombi se había marchado. Step me dio su chaqueta y me ha traído a casa. Ni el me la ha pedido, ni yo me he acordado de devolvérsela.

Babi no puede evitar acordarse del primer día que Step la llevó en su moto. Era un caso similar al de su hermana. Chicco Brandeli la había dejado tirada y a ella no le quedó más remedio. No puede discutirle. Bien mirado lo único que ha hecho su herma ha sido imitarla. Se siente una mala influencia.

-Dúchate, pero antes pon el cinturón en su sitio. No quiero ni pensar en lo que pasaría si mamá se enterase -Babi recoge la chaqueta del suelo-. De esto me encargo yo.
-¿Te la vas a quedar? -Daniela sonríe.
-¡Por supuesto que no! -en realidad no sabe lo que hacer con ella-. Daniela por más que insistas lo mío con… -no tiene fuerzas para acabar la frase-. Fue un amor de verano -dice al fin-. La tiraré mañana. No quiero que la vea mamá.
-¿No sería mejor dársela a Step? -cada vez que escucha ese nombre a Babi se le rompe un poquito el corazón. Esta al borde de las lágrimas.
-Tiene más -Daniela abre la boca para volver a arremeter, pero Babi se le adelanta-. Pronto llegarán papá y mamá. Dúchate y acuéstate. Yo voy a mi dormitorio ya -le besa la frente-. Buenas noches loca -Daniela se rinde.

Tras esconder la chaqueta de Step en su armario, Babi se mete en la cama. Piensa en todo lo ocurrido. Piensa que es como si el destino quisiera poner de nuevo a Step en su vida. ¡Ay el destino! Capaz de hacer que personas tan diferentes piensen lo mismo. Sonríe involuntariamente. Stefano Mancini. ¡Menudo nombre! Dicen que solo un amor es el que se recuerda por encima de todos. Y ese, el que se recuerda, es el verdadero. Es el que duele. Y a ella todavía le duele. Por un momento empieza a desear haber sido su hermana. ¡No! ¿Qué está pensando? ¿Está loca? No quiere ser Daniela y tampoco desea encontrarse con Step. En el fondo sabe que solo una de estas dos afirmaciones es verdad y, por supuesto, no es la segunda. Le toca el turno a la chaqueta. Es hora de que piense en ella. ¿La tira, la guarda o se la da a su dueño? Es igual. Al fin y al cabo tan solo es una chaqueta. Acaba durmiéndose pensando en la chaqueta de Step. La primera noche tras mucho tiempo que no se le ha pasado por la cabeza el rubio que, se supone, la tiene tan enamorada.
Daniela es otro caso. No puede conciliar el sueño. No tras rozar los doscientos por hora. Su corazón aún no late normal. No puede dormir tras haber estado con su verdadero cuñado.  Matrícula de honor, Diez, Step. ¡Es tan guapo! ¡Es tan gracioso! ¡Es tan simpático! Y esa sonrisa… Tiene que ayudar a su hermana. No puede permitir que acabe sus días amargada, de restaurante en restaurante, sin acción, sin verdadero amor, sin sufrir, sin divertirse… Sin vivir. Sí. Decidido. Tiene que hacer de alcahueta. La nueva Celestina.
Raffaela se quita los tacones antes de entrar en casa, Claudio camina de puntillas. Sus hijas deben levantarse muy temprano y no quieren despertarlas. La madre entra primero en la habitación de Daniela. Esta aún no se ha dormido, pero lo disimula muy bien. Raffaela no se da cuenta. Le da un beso y se marcha. Ahora entra en el dormitorio de Babi, ésta sí descansa. Hace lo mismo que acaba de hacer con su hija pequeña. Ya se ha convertido en una especie de ritual.
Claudio y Raffaela duermen sin sospechar que su hija pequeña ha sido mensajera del destino aquella noche. La noche en la que, el destino, a querido que dos mundos opuestos vuelvan a encontrarse.