¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

Capitulos 13, 14 y 15

                                                              13

-…¡Nunca te entenderé! ¿Cuándo te vas a decidir? Ayer Step era el peor hombre de la tierra y hoy… ¿acaso sufres trastornos a corto plazo?
-Si llego a saber que me vas a insultar de esa manera, no te lo cuento. ¡Eres mi amiga! Tú deber es fingir que estoy haciendo lo correcto y apoyarme…
-Oye, que yo no he dicho que no estés haciendo lo correcto… Es más, fui yo la que hizo que vieras a Step aquella noche…
-¡La criminal lo confiesa todo! Te pregunté mil veces y lo negabas. Serás… ¡ya te vale!
-Con un simple gracias basta.
-¿Gracias? ¿Por qué?
-Por hacer que vuelvas a vivir, por hacer que pises algo que no sea un restaurante y, porque no decirlo, por mejorar tus vistas, Step es más guapo que Alfredo… -Pallina se acuerda del pobre rubio-. ¡Alfredo! ¿Qué vas a hacer con él? ¡Tendrás que decírselo!
-¿Perdón? Mi novio es Alfredo, Step es un amigo… Un buen amigo -rectifica.
-¿Seguro? Si no existiera Alfredo ¿Qué lugar ocuparía Step?

De la nada, aparece la Honda azul. Step aparca y se coloca al lado de Babi.

-¡Salvada por la campana! -Pallina se marcha.
-¿A qué se refiere? -Step está confuso.
-No tengo ni idea -miente-. Ya sabes que está un poco loca.

Step ignora el tema. Hay cosas más importantes de las que hablar.

-¿Y bien? ¿A qué hora nos vemos? -Step le dedica la mejor de sus sonrisas, esa que tanto le gusta a Babi.
-A cualquiera -se deja llevar.
-¿Ahora mismo?

La respuesta debería ser un rotundo NO. Pero… desde la noche anterior no se deja guiar por lo correcto. No, no es su cerebro quien le envía la información necesaria para responder a las preguntas de Step. Además, no hay nada de malo. Hay muchos novios que cortan y después son buenos amigos ¿podría ser uno de esos casos, no? Aunque quizás a Babi le gustaría llegar más lejos… Tan lejos como pueda. Tan lejos como tenga oportunidad. Más allá del cielo… Lejos de todo lo demás.
Alguien se aclara la voz a su espalda. Babi se gira. Es el director de la universidad y, a la vez, su profesor de economía. ¿Qué hace allí?

-Gervasi ¿de qué conoce a este patán?

¿Patán? Babi no entiende nada. ¿A qué se refiere? Gira la cabeza. Step la mira.
Está nervioso, ¿otra vez él? ¡Joder! Una de cal y otra de arena. Ying yang. La vida y su dichoso equilibrio… ¿Qué debe hacer? ¿Lo ignora? ¿Se hace el loco? ¿Sale a correr? ¿Le vuelve a dar caña? Calma. Calma, Step, calma. Piensa. Sé amable.

-¿Perdone, a quién se refiere con patán? -Step: el as de las mentira.
-Ahora me tratas de usted… -el director no olvida.

Step advierte que aquello va para largo y que no aguantará mucho hablándole con respeto.

-Babi ¿por qué no entras? Las clases comenzarán en poco tiempo.

Babi mira a ambos. ¿Se puede saber que pasa? ¿De qué se conocen? Está claro que Step no ha cambiado, sigue metiéndose en líos… ¿Por qué Step, por qué? Suspira. Tranquilidad. Quizás no lo conozca por nada malo. A lo mejor son amigos… Vuelve a mirar a ambos. No. No son amigos. No se han saludado…

-A las nueve donde ayer -y se marcha.

Step traga saliva.

-¿Qué quieres ahora?
-¿No creerás que te vas a ir de rositas?
-¿Me has denunciado?
-No -bien. Step lo celebra internamente, pero no deja que su felicidad se refleje. Debe mantener la compostura-. A cambio, creo que deberías hacer unos trabajos. Aquí, en la universidad.
-¿Crees que voy a venir a limpiar tu mierda?
-Si prefieres ir a juicio…
-Está bien.
-Estamos pintando las aulas. Tendrás que venir por la tarde. De cinco a ocho y cuidadín con los retrasos… La verdad es que debería ser un castigo más severo. Tan solo quedan un par de días de trabajo, como mucho tres o cuatro. Pero, aunque sean pocos, los cumplirás. ¿Entendido? -Step asiente-. Así me gusta. Empiezas mañana.



Entra en casa silbando. ¿Qué canción es? Es igual, no importa. Está feliz. No dejará escapar esta segunda oportunidad. ¿Dejar escapar? Que él recuerde no dejó escapar la primera. En fin, que hará lo posible porque Babi vuelva con él. Sí, esas palabras son más adecuadas. No importa estar pintando unas malditas clases. No. Podría haber sido peor…
Cierra la puerta de un golpe.

-¡Soy yo María!

Sorpresa. No responde la asistenta. Paolo lo espera sentado en el sofá. ¿Qué hace allí? Si últimamente trabajaba incluso los domingos… ¿Lo han despedido? No. Paolo es muy bueno en su trabajo, no cabe ninguna posibilidad de despido. A lo mejor se ha liado con su secretaria y los han pillado… Con lo inocente que parece…

-¡Por fin llegas! ¡Tenemos que hablar!
-¿De qué?
-De tus costumbres, de tus rarezas. ¿No puedes ser normal? No, ¡el niño tiene que pegarle a todo ser viviente!

Step, por un momento, cree entenderlo todo.

-Comprendo… Tampoco te tienes que poner así. Cumplo mi condena y punto.

Confusión. Hablar el mismo idioma no significa entenderse.

-¡Condena! O sea, que ya has calculado hasta cuanto te puede caer. ¡Pueden ser más de dos!
-Bueno, si son tres días tampoco pasa nada…
-¿Días? ¿De qué hablas?
-Del director de la universidad…
-O sea que el chico aquel no es el único…

El chico aquel… Poppy. Se le nubla la vista. El cerebro se le bloquea. ¡Joder! De nuevo ying yang. ¡Cómo odio el equilibrio!

-Ha llamado la policía. Querían hablar contigo, pero como no estabas, han llamado a mi despacho -Paolo se levanta y se sitúa enfrente de su hermano. Step traga saliva-. Dentro de un mes, el juicio -y se marcha a paso ligero y dando un portazo.

Juicio… esta vez el ying yang se ha pasado. Recuerda las palabras del abogado <<Reincidir es cárcel>>. Cierra con fuerza su puño derecho. Con su mano izquierda agarra un cuadro precioso. Pintado al óleo por un artista que se intenta dar a conocer. No lo conocerán por esa misma obra que Step sostiene con rabia... Lanza su puño derecho y suelta un grito desgarrador. La obra de arte queda hecha añicos. La deja caer al suelo. Step la imita, pero él cae de rodillas. Se abre la puerta. Es María. Empieza a parlotear alegremente. Le gusta llegar y encontrarse allí a uno de los chicos.

-Hacia tiempo que no… -Step la fulmina con la mirada. La asistenta calla y se mete en otra habitación.



En la universidad se respira otro aire. Chicos van de aquí para allá. Alguno que otro le hace la pelota a un profesor. Hay también algunos que conversan alegremente del último partido de la Roma. Dos amigas salen del servicio. Ninguna adelanta a la otra. Caminan al mismo ritmo mientras hablan.

-Estoy orgullosa ¡eres la jefa!

Pallina no se hace idea de lo poco que le gusta a Babi esa expresión. ¡Eres la jefa! Suena a que algo malo está a punto de pasar.

-¿Sabes? Estoy muy feliz por ti, pero sigo pensando en Alfredo.
-Pallina, entre Step y yo ahora mismo no hay nada. ¿Lo entiendes?
-Pero habrá ¿lo entiendes? -la imita en tono chulesco-. Tiempo al tiempo. Te ha regalado un osito, eso es muy mono por su parte…
-¡Un osito que casi no entra por la puerta de mi habitación!
-Aún así, es un buen detalle.
-Ya, pero… no se, me da miedo a que las cosas se tuerzan, ya ocurrió una vez y me hizo mucho daño. No quiero volver a pasar por lo mismo. Somos amigos, así es mejor.
-Babi, Step no es malo… es especial. Sí, tienes razón. No va de galán, no te envía flores, no le cae bien a tu madre, pero… no sé. No es malo ser diferente.
-Bonito discurso. ¿Has acabado ya, premio novel?

                                                              14

A veces el mundo es injusto. A veces la suerte te abandona. A veces el destino no quiere que seas feliz… Y si el destino no lo quiere, no lo serás. Él manda. Aunque te empeñes. Aunque intentes mejorar como persona. Aunque te hagas de nuevo el durito e intentes volver con tus amigos. Aunque te arrastres como un gusano… No, no hay remedio. ¿Podré alguna vez ser feliz? ¿Podré pasar un solo día de mi vida sin recibir malas noticias? Step mira al frente. Ahí esta. Y entonces sonríe. Se olvida de todo. Su pensamiento lo ocupa ella. Babi. La única persona capaz de oponerse al destino, a la suerte y al mundo.
Toca el claxon. Babi lo ve y baja las escaleras con un caminar perfecto, digno de la más maravillosa bailarina de ballet. Llega a la altura de Step y le sonríe. Alza la mano en señal de saludo.

-¿Qué tal?
-Con un poco de frío.
-Te podrías haber puesto mi chaqueta, abriga bastante.
-¿Y parecer una de esas parejas pegajosas? -Babi ríe.
-¿Qué quieres que hagamos?

Babi mira la potente moto. Una idea pasa por su mente. No. Por su mente no, por su alma. Así mejor. Prefiere el alma. Es ahí donde viven los deseos, las ilusiones y los sueños. ¡Mente márchate no te necesito! Ven alma mía, que vamos a vivir…

-Llévame a algún lugar donde poder ver las cosas claras.

Step no entiende ese tipo de lenguaje. ¿A qué se refiere?

-¿A dónde?

Babi monta decidida en la moto. Step gira el cuello para verla y le sonríe.

-¡Sorpréndeme!

Llevan un rato rodando sobre el asfalto. La carretera está alumbrada por farolas, no se distingue nada del paisaje. Step toma las direcciones correctas. Tiene decidido donde ir. Babi intenta averiguarlo, pero son muy pocas las pistas. Tan solo ve carteles con el nombre de pueblos, señales de tráfico y coches, aunque pocos. Hay poco tráfico. Tan solo de vez en cuando se cruzan con alguien.

-¿Queda mucho?
-Estamos llegando.

Dejan atrás la carretera. Van por otro terreno. Está blando y de vez en cuando hay algún que otro pequeño bache. Todo está oscuro. Tan solo se distingue la luna. Sí. La luna está ahí. Espera. Hay dos lunas. ¿Cómo es posible? Babi olfatea. Sal. Huele a sal y hay dos lunas. Playa. Estamos en la playa. Sonríe y abraza con fuerza a Step.

-¿Te lo esperabas?

Babi no contesta. Apoya su cara contra la espalda de Step. La moto se para. Se quedan así durante un tiempo. El mirando al frente. Contento. Ella abrazándole, utilizando su espalda de almohada, con los ojos cerrados. También se olvida de todo.

-Vamos.

Dejan sus zapatos al lado de la moto, se suben el pantalón para no mojárselo y empiezan a caminar por la orilla. Y a los dos les parece un plan perfecto. Es lo más simple del mundo, pero sin embargo, perfecto. Avanzan entre bromas, recordando anécdotas. Anécdotas de las graciosas, de las buenas, de las que sientan bien. Nada de juicios, ni de directores, ni de Alfredo. No. Nada de eso. Ahora toca ser feliz.
Empiezan a empujarse como si se tratase de un juego de niños. Ella con fuerza intenta lanzarlo al agua. Step, controlando su poderío físico, intenta tirarla a la arena. Y más risas, y más empujones, y Step que casi pierde el equilibrio y se cae. Ha faltado poco para que Babi lo tire. No piensa darse por vencida. Sigue empujándole. Más. Más fuerte. En una de estas se tiene que caer al agua… Y ahora Babi empuja con todo, Step vuelve a desequilibrarse. Pone una mano en la orilla y consigue mantener el equilibrio. Se da cuenta de que Babi está a punto de caérsele encima debido a todo el impulso y la fuerza con la que le ha dado. Babi se agarra a la chaqueta de Step. Step no se lo espera. Babi cae de espaldas en la orilla, Step está a punto de caerle encima, pero pone por delante ambas manos y consigue frenarse. Se queda en posición de hacer flexiones. A pocos centímetros de su boca. Silencio. Ya no hay bromas. Step flexiona los codos y se acerca. Cada vez más. Ya no hay centímetros entre ellos, hay milímetros. Y se unen en un tierno beso. Un beso robado por Step, pero que sienta de maravilla a ambos. No dura mucho. Se separa. Babi lo mira indecisa. No, esto no está bien, al menos debería esperar a que cortase con Alfredo. No. Tan pronto no.

-Step deja que me levante.

Step se levanta y Babi lo imita. Se sacuden la arena. La del cuerpo está seca y se va sin problemas, pero la de los pies está mojada y no se va tan fácilmente. Terminan de quitarse la arena. Se vuelven a mirar.

-Llévame a casa por favor.

No contesta. No es necesario. Vuelven junto a la moto. Recogen los zapatos y se los calzan. El silencio continua. Pero, debe hacer algo. No puede dejarla marchar sin más. Está dispuesto a arreglarlo. Se vuelven a mirar. Step suspira.

-Babi lo siento yo… Haber, deja que me explique…

Y habla. Y habla y no para. Y se intenta justificar sin que ni el mismo crea sus palabras. Babi lo mira. Es tan… no hay adjetivos. No hay otro. Es él. Sí. Es él. ¿Por qué hacer esperar más a sus sentimientos? Step continua hablando sin decir nada. Babi se le acerca. Levanta su dedo índice y lo coloca vertical en el centro de la boca de Step. Formando rectas secantes. Pidiéndole silencio. Step obedece. Babi desliza lentamente su dedo índice hacia abajo, dejando poco a poco libres los labios de Step. Y se acerca. Y lo besa. Y esta vez el beso dura más. Y esta vez los dos están de acuerdo. Y esta vez todo es más perfecto si cabe. Se abrazan. Se separan. Se miran a los ojos. Y otro beso. La luna parece sonreírles. Bendito ying yang, después de todo, ha sabido equilibrar. Se alejan lentamente. Se dan ambas manos. Se besan de nuevo con la mirada. Se pierden en los ojos del otro. Sonríen. Son felices.

                                                              15

Babi introduce la llave intentando no hacer ruido. Una y media de la madrugada. Su familia debería estar durmiendo. No le apetece despertarlos y, menos aún, despertarlos y que la acribillen a preguntas. Se lo imagina. Su madre dando gritos, ella sin saber que responder, su padre intentando poner paz y Daniela siendo espectadora de la escena. Ojalá que no se despierten. Sin embargo no tiene porque despertarlos si ya lo están… Gira la llave y entra. Todo oscuro. No busca el linterruptor de la luz, es mejor no encenderla. Camina de puntillas hasta su habitación. A medio camino, se hace la luz. Babi se queda quieta. ¿De dónde viene? Se da la vuelta y la ve. Raffaela viste una bata azul cobalto, tiene los brazos en jarra y su cara advierte una próxima riña.

-¿Se puede saber de dónde vienes?
-De por ahí -Babi se pone a la defensiva.
-¿Te parece buena respuesta? ¿Te parece bien contestarle así a tu madre? ¿A la mujer que lo da todo por ti y mira por tu futuro? ¿Dónde has estado? -insiste.
-He estado dando un paseo. Necesitaba despejarme.
-¿Más de cinco horas despejándote? ¡Babi no me mientas! ¡Se que saliste a las nueve! Tu padre y yo nos fuimos sobre las ocho y media, pero a tu despistado padre se le olvidó ponerse la corbata y volvimos a casa. ¡Ya no estabas! ¡Cuando volvimos a por la corbata, no estabas! ¿Con quién has estado?
-Con Alfredo.
-Alfredo me ha llamado a las diez, te estaba buscando y no te encontraba.

Con Raffaela es imposible mentir. No se le escapa una. Lo tiene todo controlado. Es como si ella fuese el titiritero y las personas de su alrededor las marionetas. Pero Babi tiene experiencia. Sabe como llevar el asunto y, aún más, cuando es importantísimo que su madre no descubra la verdad.

-Mamá -con esta palabra comienza una de las mayores mentiras de su vida, quizás la que pase a ocupar el primer puesto. Intenta mantener la calma. Debe transmitir tranquilidad-. Salí de casa a las nueve, como ya te he dicho antes, di un paseo y, por el camino de vuelta a casa, me encontré con Alfredo que, por cierto, me estaba buscando, así que fuimos a cenar.

Raffaela clava sus ojos en los de su hija. Sin saber muy bien como reaccionar. ¿Concuerda esa cuartada? Sí. Posiblemente sí. La cree. No. Babi no ha hecho nada malo, hace tiempo que no lo hace, pero también hacía mucho tiempo que no llegaba a esas horas sin avisar.

-Lo siento. Estaba preocupada. Otra vez me llamas.
-Vale mamá. También yo te pido perdón por no avisar.
-No pasa nada, pero tenlo en cuenta para la próxima. Ahora ve a dormir -Babi le sonríe y vuelve a poner rumbo a su habitación-. ¡Oye! -Babi se gira de nuevo-. ¿No me das un beso?

Babi besa las mejillas de su madre y entra en su habitación. Cae rendida en la cama. Encima de la colcha. Ni siquiera le apetece meterse dentro. No le importa el frío. Gira su cuello a la izquierda. Un gran oso blanco parece sonreírle mientras la mira. Kiko. Sonríe al recordar el nombre del peluche. Y ver al peluche tan solo le mete prisa. Prisa por dormirse y dejar que pase rápido lo que queda de noche. Prisa por dejar correr el tiempo y detenerlo justo en el momento preciso. Y, que en ese momento todo vaya a cámara lenta. En ese momento en el que lo vuelva a ver. Y de repente cualquier recuerdo lo ocupa él. Como si fuese su locura. Como si no existiera nadie más. Como si tan solo hubiese vivido buenos momentos junto a él. Y así, entre buenos recuerdos, termina por dormirse.



Alfredo acompaña a Babi a la universidad. Ambiente tenso. El chico no entiende nada. Ayer no pudo ver a Babi en todo el día, la otra noche se escapó… Y todo desde que fue con Pallina a las dichosas carreras y se encontró con el tonto ese. ¿Cómo se llamaba? Ni si quiera recuerda su nombre… Stefano. Sí, así era. Stefano Mancini. Un delincuente que en lo único que piensa es en su moto.

-Babi no me mientas. Se que estuviste con el tonto ese.

Y dale con que miente. ¿Tanto se le nota? Últimamente se lo dice todo el mundo.

-¿Con qué tonto? ¿De qué hablas? Estuve con Pallina, te lo acabo de decir.

Babi intenta justificar lo injustificable. Sabe que Alfredo no tiene derecho a que lo engañe, pero necesita tiempo. Además, tan solo fueron un par de besos… Se sienta culpable. Debería decírselo, pero ahora no. En otro momento. Cuando esté más tranquilo y no vaya conduciendo.
Alfredo para el coche enfrente de la universidad.

-Nos vemos después.

Acerca sus labios a los de Babi para despedirse con un beso, pero ésta hace como si no se hubiese dado cuenta, ignora los morros de Alfredo y lo besa en una mejilla. Después sale del coche. Deja a tras a Alfredo con un enojo de mil demonios. Pallina se le acerca con alegres pasos, impaciente por saber otro capitulo de la nueva novela de su amiga y Step. Babi se hace un poco de rogar, pero acaba por confesárlo todo.

-¿Y has pensado ya en decírselo a Alfredo?
-Por favor no, no me hagas hablar de eso. Tengo la cabeza loca con ese tema. Se lo diré. Solo estoy buscando el momento oportuno.

Pallina rebusca en su bolsillo, saca su móvil y lo tiene a Babi.

-A Step lo dejaste por teléfono…
-Y no fue una buena decisión -empuja con la palma de la mano el móvil.

Pallina vuelve a guardarlo. Ahora intenta cambiar de tema. Algo que sea más alegre y que no entristezca a su amiga.

-¿Y cuándo ves de nuevo a Step?
-Pues, se que parece extraño, pero esta tarde aquí.
-¿En la universidad?
-Sí. No se que pretende.



Decidido y con paso firme. Así entra Step en el despacho de su hermano. Paolo, que no se lo espera, se asusta un poco hasta ver de quien se trata. ¿Qué pretende ahora? Step se sienta en la cómoda silla que hay enfrente de la de su hermano. Tan solo les separa el escritorio.

-¿Se puede saber qué haces aquí?
-Tengo que decirte algo -Paolo enarca las cejas mientras espera a que Step comience a hablar-. Sé que estás enfadado conmigo por lo del tipo ese.
-¿El tipo ese es al que dejaste inconsciente? -Step asiente-. ¿Qué me vas a decir que no querías hacerle daño?
-No. No te voy a decir eso. Es más quería que sufriera. Que se arrepintiera de haber nacido.
-¿Entonces?
-Paolo no puedo ir a la cárcel. Ahora no.
-¿Y qué quieres que haga?
-No se. ¡Lo que sea! ¡Cualquier cosa! Hace un mes me hubiese dado igual, pero ahora no.
-No puedo hacer nada.
-Por favor.

Paolo suspira.

-Contrataré al mejor abogado. Otra cosa no puedo hacer. No te prometo que no irás a la cárcel. No puedo prometértelo -traga saliva-. Step ¿tú piensas que yo quiero que te encierren? No, haré todo lo que pueda, pero es prácticamente imposible.
-Confío en ti.

Y se larga. Dejando a Paolo con un gran peso sobre los hombros. Confío en ti. ¿Cuánto hacía que alguien no se lo decía? Es más, ¿se lo habían dicho alguna vez? Con esa frase, Step hace que Paolo se enorgullezca de sí mismo. Soy su hermano mayor. Debo ayudarle joder. Y abre la guía telefónica, y empieza a buscar contactos en su móvil, e incluso mira en internet. No, no permitirá que su hermano vaya a la cárcel.
Step sale y se encuentra al Siciliano. Disfrutando de un cigarro mientras lo espera. Montado en su moto, con las gafas de sol en pleno invierno. Reflexiona mientras mira la imagen de su amigo. ¿Alguna vez he tenido yo esa pinta? Se preocupa por un momento. No. Creo que yo siempre me he preocupado más que él por no hacer el ridículo. No. Yo no he ido nunca así.

-¿Por qué me miras tanto maricón?
-Pensaba en lo feo que eres -Step suelta una carcajada.
-¿Qué te ha dicho tu hermano? -el Siciliano está informado del asunto del juicio.
-Que lo intentará.

El Siciliano le da la última calada al cigarrillo y lo tira al suelo.

-¿Quieres que vayamos a romperle la cara a ese anormal de Poppy?
-No. Ya tuvo bastante. Por poco ni lo cuenta -ambos ríen-. ¿Te hace una cerveza?
-Eso siempre, pero me tengo que ir. Quedé con Madda y ya voy tarde diez minutos.
-Para ir de cañas no tienes tiempo y para romper caras sí…
-En serio Step, llego tarde.

El Siciliano se marcha sin despedirse. Step recuerda a Madda. Una de las muchas chicas a las que no trató bien. No. No hubo malos tratos, eso nunca, pero aún así… No lo merecía. Es igual. Lo pasado, pasado está. ¿Qué hora es? Lo mejor será dar una vuelta para despejarse, queda un mundo para las cinco.