5
Su hermano aún no ha vuelto. Son las ocho y media. ¿Por qué llega últimamente tan tarde? No se han visto en todo el día y Step está a punto de irse. No lo piensa esperar. No lo echa de menos. Le da igual lo que haga con su vida. Step entra en el garaje para reencontrase por segunda vez en el mismo día con su moto. Lleva puesta la misma ropa. No se la ha cambiado. Para él el invernadero no es un lugar tan especial como para Daniela. Para Step es lo más común.
Coge la penúltima curva antes de llegar al lugar de las carreras. Aquella curva donde la noche anterior Paolo lo había visto. Esta vez Paolo no está por allí. Nadie reconoce a Step.
Al fin toma la última curva. Lo primero que se encuentra es el peculiar cementerio. Duda entre pararse o no. Decide frenar. Se baja de la moto y se agacha para poder ver bien las cinco letras que componen su apodo. Al igual que el día anterior, acaricia las letras. Esta vez no dice nada. Besa la piedra y vuelve a subir en la Honda.
Nadie se sorprende al verlo llegar. Alguno que otro lo mira y le saluda, pero nada comparado con lo de la noche anterior. Busca un lugar lejos de la gente. Para la moto y se enciende un cigarro en el único lugar en el que no hay nadie alrededor. Ni si quiera está iluminado. Busca con la mirada a sus amigos. El Siciliano, Hook, Bunny y los demás están lejos. Hacen el tonto y beben cerveza sin parar de reír. Ninguno se ha dado cuenta de que Step está allí.
Escucha una conversación a sus espaldas. Una pareja parece haberse alejado de su grupo de amigos para discutir algo.
-No me subiré con él -insiste ella.
-¡Sabía que te rajabas!
-¡No me estoy rajando! Es solo que no fío. Está medio borracho.
-Llevabas el cinturón puesto y lo lucías orgullosa ¿de qué te quejas? No hay vuelta atrás. Creía que sabías a donde venías. ¿Conoces las reglas no? Tú llevas el cinturón y ellos te eligen. No me hagas quedar mal. Es mi primer día.
Step mira por el espejo retrovisor. No sabe quienes son. La poca luz no permite que les vea las caras. La pareja no se ha dado cuenta de que Step está a pocos metros. O están ciegos o son muy despistados. La chica hace un movimiento. Parece sacarse algo del bolsillo. ¿Qué pretende?
-¿Qué haces? -pregunta el chico mientras Step disfruta de la escena.
-Tengo que hacer una llamada -el chico parece conforme con la respuesta. Permanece quieto delante de ella-. Es una llamada privada.
-Está bien. Lo que tú digas. Te espero allí -le señala algún lugar con el dedo-. No tardes -el chico se marcha.
La chica, ahora sola, se lleva el móvil a la oreja. Espera impaciente a que descuelguen la llamada al otro lado de la línea. Step sonríe en silencio. Solo le faltan las palomitas.
-Cógelo ¡vamos! -la chica habla sola-. Venga. ¿Por qué no descuelgas? Para una vez que te necesito…-. Empieza a arrepentirse de haber engañado a su hermana. Es más, se arrepiente de haber ido al invernadero. El teléfono deja de dar la llamada. Nadie ha contestado-. ¡Maldita Babi!
En medio segundo el cerebro de Step repite, como si se tratase de un eco, ese nombre una vez tras otra. Babi. ¿Quién diablos es la chica que hay a su espalda? Piensa en dejarse ver, pero no lo hace, no al menos por ahora. Puede que sea otra Babi. Es más, puede que la chica haya pronunciado otro nombre y él haya entendido mal. Jamás había dudado y sin embargo ahora… Pero ¿y si esa chica conoce a su Babi? Espera desesperado a que la chica vuelva a decir algo. La ve alejarse por el espejo retrovisor.
-¡Niña! -le chifla para llamar su atención. La chica vuelve sobre sus pasos. Enseguida se da cuenta de que su conversación no ha sido tan secreta.
-¿Me llamas a mi? -ya ha notado la presencia de la gran moto. A duras penas puede ver a alguien de espaldas.
-¿Ves a alguien más por aquí? -pronuncia Step burlándose.
-Imbécil -responde Daniela. Entonces vuelve a andar en una sola dirección: Andrea Palombi.
-¡Espera! -le grita Step.
-¿Qué quieres? -pregunta enfadada.
-¿De qué conoces a Babi?
-¿Y a ti qué te importa?
Daniela empieza a andar de nuevo. Pero una luz nace a sus espaldas. Es el faro de la moto. Se da la vuelta para ponerle cara al misterioso individuo. Lo ve. Lo reconoce. Sabe que es Step o, como ella y sus amigas lo llaman, Matrícula de honor. Se olvida de parpadear e incluso de respirar. ¡Bendito destino!
-Pues sí. Sí me importa -en realidad ya sabe que es Daniela, pero la deja responder.
-Soy su hermana.
-Daniela -sonríe.
Llegan Andrea Palombi y sus amigos. Ninguno entiende la escena. Nadie sabe que pinta Daniela hablando con Step. Palombi se acerca al oído de Daniela.
-¿Qué haces? Este tío… -no termina la frase-. ¡Estás loca! -ahora se separa de su oído y habla de forma que todos puedan escucharle-. La carrera está a punto de empezar -mira hacia uno de sus amigos. El medio borracho. El que quería que Daniela corriese con él-. Quiere saber si estás lista.
-Lo siento pero, ya he encontrado a otro con quien correr -lanza una mirada a Step. Ahora todos esperan las palabras del poseedor de la Honda azul.
-No, ni de coña. Yo no corro con camomilas.
-Pues decidido entonces -comenta el medio borracho-. ¡Vamos! -exige.
-Que no. Que voy con Step ¿verdad? -vuelve a mirarlo.
-No corro Daniela.
-¡Sabía que te rajabas! -dice ahora Palombi.
-¡Nada de eso! ¿Quieres que sea tu camomila? -se responde ella sola-. Pues vamos. Sube decidida en la moto del amigo medio borracho de Palombi.
Todos se marchan. Step vuelve a quedarse solo. Arroja su cigarrillo al suelo. Enciende la moto. Quiere ver al Siciliano correr. Lo mejor será buscar un buen sitio cuanto antes.
-¡Señoras y señores! ¡Niños y niñas! ¡Espectadores y participantes! -Schello empieza con el show de cada noche-. Va a dar comienzo la primera carrera. Veo camomilas nuevas, ¿volverán a subirse en una moto después de esto? -suelta una carcajada. El cielo ruge-. Recordemos que las predicciones advertían una buena tormenta. Supongo que ha estos locos les da igual -otra carcajada.
Mientras Schello sigue diciendo tonterías los participantes se colocan. El Siciliano lleva en la línea de meta un buen rato. Mira hacia atrás. ¿Habrá llegado Step? Se encuentra con la mirada de su amigo. Step le sonríe mientras le saluda moviendo hacia atrás y hacia delante los dedos de su mano. El Siciliano queda sorprendido. Step parece más animado. ¡Y vaya si lo está! Piensa que el destino, de alguna manera, intenta poner de nuevo a Babi en su camino. Busca con la mirada a Daniela. Va de paquete en una moto que llega a duras penas a la línea de meta. El chico que la conduce va haciendo ochos. Daniela mira desesperada a todos lados. Busca algo que la salve. Cualquier cosa. Quizás si empezara a llover la carrera se suspendería… Sus ojos se cruzan con los de Step. Lo mira en silencio, se lo dice todo con la mirada.
-¡Un minuto para el comienzo de la carrera! -grita Schello por el megáfono.
Step está indeciso. Le había dicho al Siciliano que no correría en la primera carrera, pero no puede dejar morir de esa forma a la hermana de Babi. ¡Qué dilema! ¡Maldita vida! Él tan solo intentaba olvidarse de Babi y justo cuando decide hacerlo…
-Y esto empieza en seis, cinco, cuatro…
Arranca la moto y empieza a gritar.
-¡Espera! ¡Schello! ¡Espera!
-No empecéis todavía. Stop amigos. ¿Quién coño me llama? -Step se posiciona al lado del amigo de Palombi-. Step colega, no te lo tomes a mal, pero necesitas tener una tía atada a ti.
-Ya lo sé joder. ¡La tengo! -mira a Daniela-. Vente niña-. La menor de las hijas de Raffaela y Claudio se desabrocha rápidamente el cinturón de camomila y se baja de la moto del medio borracho.
-¡Serás guarra! -insulta el que se acaba de quedar sin chica.
-O cierras la puta boca o te la reviento gilipollas -insulta Step. El chico no responde y se marcha.
Mientras Daniela se une a la espalda de Step, éste y el Siciliano se miran. Algo parecido al sentimiento de rabia se deja notar en los ojos del acompañante de Madda.
-¿Ya estamos todos no? ¡No quiero más interrupciones! La carrera comienza en diez, nueve, ocho, siete, seis -los primeros cinco números los dice de carrerilla. No pasa ni un solo segundo entre unos y otros-. Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡ya!
Todos, excepto un pobre desgraciado al que se le ha calado el motor antes de salir, aprietan el acelerador. Poco a poco Step y el Siciliano adelantan a los otros motoristas. Ahora están los dos empatados. Ninguno amenaza con adelantar al otro, pero tampoco con frenar. Están muy cerca.
-¡Eres un mentiroso! Me dijiste que no ibas a correr -le grita el Siciliano.
-Y no iba a correr.
-¿Entonces que coño haces?
-Ni yo lo se -es cierto, ni él lo sabe. ¿Desde cuando se dedica a salvar a niñas en peligro? ¡Ellas saben donde se meten! Si son mayorcitas para ir al invernadero, también deben serlo para afrontar los peligros que eso conllevaba. Está claro que la espinita de Babi sigue ahí. No puede hacer nada. Es como un castigo. ¿Crees que puedes tener a todas las chicas que quieras? Pues ahora las tendrás a todas menos a la que quieras.
El Siciliano se adelanta un poco. Step ve la cara de Madda. La chica le sonríe. Step piensa en conformarse y quedar segundo. No quiere volver a pelarse con el Siciliano y menos aún por una tontería. Pero Step y segundo son dos palabras que no se llevan bien. Si Step corre es para ganar. ¡Que le den al Siciliano! Después de todo su supuesto amigo no lo ha buscado mientras él estaba de bajón. Madda es otra cosa, ella si había intentado hablar con él. Pero la competición no va con ella. Gira levemente su mano derecha hacia atrás para llegar a los ciento sesenta. Es imposible que a ese paso alcance al Siciliano quien, advirtiendo que Step no va a dejarse vencer, ha apretado el acelerador. Step aún no da nada por perdido. Ciento setenta… Ciento ochenta. Hacía tiempo que no llegaba a esa velocidad. Y a más velocidad, más necesita. Es un vicio.
-¡Para! -los gritos a su espalda pasan desapercibidos. Ni los puede escuchar ni quiere escucharlos-. ¡Frena! -Daniela se está dejando la garganta, pero no le sirve de nada.
Siente la adrenalina de nuevo. El pulso a mil por segundo. El corazón a punto de salirse. Aprieta la mandíbula. Está disfrutando. Quiere más. Ciento noventa. Vuelve a ponerse al lado del Siciliano. Se miran.
-¡Dale más! -le grita desafiante Step. Su amigo le mira casi asustado. Hacía tiempo que no veía así a Step.
Se empieza a poner nervioso. Afloja. Ciento ochenta, ciento setenta… Ahora es Step el que lleva ventaja. Lanza un grito desgarrador. Inaudible. Parece que la garganta se le va a quebrar de un momento a otro. A esa velocidad tan solo lo advierte Daniela. Llega al tramo del caballito. Baja la velocidad lo justo. Daniela ya ve muy lejos al Siciliano, todo lo contrario le pasa con el asfalto… Cuando Step vuelve a poner las dos ruedas sobre el asfalto el cielo empieza a rugir. Como si fuese él el que controlase el universo. Como si en ese momento él hubiese decidido cuando debía empezar la tormenta. El agua cae sobre ambos. Ninguno se da cuenta. Step está demasiado metido en lo suyo y Daniela demasiado asustada, ya hace tiempo que dejó de rogarle que parase.
-Y aunque aún le falta un poco para llegar, creo que ya es oficial. Hace tiempo que ganó Step -Schello piensa en varios chistes sobre el Siciliano. Se los calla. No le apetece cambiar de cara.
Step empieza a reducir y a bajar las marchas. Ciento setenta, ciento sesenta, ciento cincuenta… A Daniela se le saltan las lágrimas ¡Por fin Step le ha hecho caso! Error. Tan solo disminuye para no atropellar a los espectadores que cada vez están más cerca. Cruzan la línea de meta a una velocidad normal. Frena. Se dan cuenta de que está lloviendo. Daniela se apresura en quitarse el cinturón.
-¡Acabemos pronto con todo esto! -dice Schello entre truenos -Step ven a por el dinero -Step ve como Daniela se le escapa.
-Dáselo al Siciliano -sale tras Daniela-. Oye, espera.
Daniela detiene su paso. Está llorando.
-Solo quiero irme a mi casa. Está lloviendo y…
-Te llevo -la corta Step.
-Palombi me está esperando.
Step ve a la hermana de Babi alejarse. La sigue con la mirada. Parece perdida. Step la alcanza y vuelve a insistir.
-Déjame llevarte -Daniela lo ignora. Por un momento lo odia. No le ha gustado el paseito en moto-. Venga niña que te prometo que iremos a una velocidad normal -ríe. Daniela lo mira sorprendida, parece haberle leído el pensamiento-. Tus amiguitos se habrán ido. ¿Sabes a qué me recuerda esto? -Daniela lo sabe perfectamente, pero sigue ignorándolo. Le aparta la mirada-. Como quieras niña. No me voy a arrastrar. Sigue buscando a tu novio. Recuerdos a tu hermana… claro, si es que llegas.
Daniela da una última ojeada. Palombi no está por ningún sitio. Gira la cabeza. Step está fumando, parece que aún la espera. Se queda mirándolo un rato.
-Anda sube-. Step la observa. Está empapada. Tirita levemente. Se quita la chaqueta y se la entrega. Él se queda en manga corta-. Abrígate, no vaya a ser que tu madre me odie más -le dedica una media sonrisa. Daniela sube a la Honda VF 750.
No hay comentarios:
Publicar un comentario