10
-Te quiero… -se acerca con su habitual sonrisa-. Te quiero… -da otro paso-. Te quiero… -el cuerpo de Babi le impide seguir caminando. La chica permanece con los ojos cerrados.
Acerca su boca lentamente. Los labios de ambos entran en contacto. Babi siente una gotita húmeda recorrerle el rostro. Es una lágrima. Una lágrima de felicidad. Se siente en el cielo… No, le falta algo. No, aquello no es el cielo. Su ánimo se viene abajo cuando abre los ojos. El que la besa no es moreno. No tiene la piel bronceada… Es Alfredo. Retira su cara. Alfredo no entiende nada…
…Babi se despierta. Ha sido un ¿sueño? ¿Pesadilla? Es igual. Se está obsesionando. ¡Maldita imaginación! Decide no pensar más en ello. Se viste con lo primero que encuentra, no le apetece ir demasiado arreglada. No se maquilla. Se peina para no hacer el ridículo, pero tampoco le apetece. El desayuno es rápido. Daniela y Claudio tardan poco en marcharse. El padre sigue haciendo su ruta diaria hacia el instituto. A Babi le acompaña Alfredo. Son las ocho. Queda poco para que llegue. Se despide de su madre y baja a la calle para no hacerlo subir.
Ninguno habla durante el camino. Alfredo está un tanto mosqueado, de nada le sirven las explicaciones de su novia.
-Te vengo a recoger -le dice cuando llegan a la universidad de Babi-. No te portes mal -la orden va con segundas. No tan solo se refiere a que se comporte bien ante los profesores…
Como es habitual, se encuentra con Pallina, quien le dedica la mejor de sus sonrisas. De nada sirve.
-Lo que me hiciste ayer no estuvo bien.
-¿A qué te refieres? -se hace la despistada.
-A lo de Step.
-¿Estuviste con Step? ¿Por qué no me lo has contado?
-¡Quieres dejar de hacerte la inocente! ¡Estoy segura de que tú sabías algo!
Pallina ve como una moto se acerca a espaldas de Babi.
-Pues sí que se algo… ¿Qué hora marca tu reloj?
-Las ocho y media -contesta a regañadientes-. Pero no me cambies de…
-Babi, Step a tus ocho y treinta y uno.
-¿De qué hablas? -Pallina le señala algo. Babi sigue con la mirada el dedo índice de su amiga. Una Honda azul se acerca.
-Yo… yo tengo que repasar los apuntes de… -empieza a caminar en dirección contraria.
-¡No me dejes sola! -Pallina hace como que no la escucha.
Plan. Lo mejor será hacer como si no lo hubiese visto y seguir a su amiga. Tarde. Cuando da el primer paso ya tiene la moto en sus narices. Step se baja.
-Ahora no está -se refiere a Alfredo.
-Step no tengo nada que hablar.
Babi comienza a seguir los pasos de Pallina. Step alarga su brazo izquierdo y la detiene agarrándola por la cintura.
-Yo sí ¿me dejas? -es imposible decirle que no-. No me interrumpas.
-De acuerdo.
-Babi te quiero. Te lo decía hace un mes, te lo dije ayer y te lo digo ahora. Y estoy seguro de que no quieres al rubio ese porque es imposible…
-¿Por qué es imposible? -Babi desobedece e interrumpe.
-Porque si lo quieres a él significa que no me quisiste a mi ni la cuarta parte de lo que yo te quise. De lo que yo te quiero…
-Sigue sin ser una razón.
-Babi que no he estado más seguro de algo en mi puta vida -ahora no lo interrumpe. No tiene nada que decir-. ¿No dices nada?
-¿Sabes? -intenta llevar la conversación por otro lado-. Quería darte las gracias por ayudar a mi hermana la otra noche.
-La chaqueta -Babi no entiende nada hasta que no lo piensa dos veces-. ¿Tienes la chaqueta, verdad? Si viste a tu hermana con la chaqueta puesta, la tienes que tener.
-La tiré.
-¡Mientes! La tienes. Babi me quieres ¿tanto te cuesta aceptarlo?
-No te quiero Step -ella misma sabe que no dice la verdad.
-Dime ¿por qué no saliste ayer corriendo cuando te abracé? ¿Por qué no saliste corriendo cuando estuve a punto de besarte? Solo decidiste huir cuando vistes al que sobraba. Porque tu novio ayer sobraba ¡Te han lavado el puto cerebro para que pienses que él es lo correcto! -Babi mira al suelo-. Babi mírame -le obedece-. Babi es tu madre ¿no? ¿O alguna vez le has pedido consejo a Claudio? ¿No has pensado que puede que no opinen lo mismo? Te voy a demostrar que me quieres. Estoy seguro de que no estás por ese rubio y te lo voy a demostrar -Babi vuelve a mirar al suelo. Le agarra la cara con las manos para obligarla a mirarlo-. Babi esta noche voy a ir al invernadero sin chaqueta… ¡qué le jodan al frío! ¡Estoy seguro de que no pasaré! -rectifica-. Voy a ir en calzoncillos. Dime Babi ¿me traerás abrigo? -le retira las manos de la cara.
-No.
-¿A no?
-No -vuelve a contestar.
-Pues haber que es más importante, tu palabra o tus hechos. Ya has mentido diciendo que no me quieres. Se que lo estás volviendo a hacer -Step se da cuenta de que la gente está empezando a entrar en el centro-. Te dejo. Nos vemos esta noche -y parece seguro. Y parece que no hay otra opción. Y parece que sabe lo que va a hacer Babi mejor que ella misma.
Babi no contesta. Step vuelve a subir en la moto y se marcha. Sabe a donde ir. Lo sabía incluso antes de hablar con Babi. El mejor cajero es el despacho de Paolo.
-¡Buenos días guapa! -saluda a la secretaria de su hermano-. Puedo pasar ¿no?
Paolo había dejado bien claro que no quería que dejasen pasar a su hermano. Pero Step impone bastante respeto. No se le puede decir que no.
-Pasa, pasa -la secretaria no duda.
-Muchas gracias -se despide con un guiño.
Entra en el despacho. Paolo lee el periódico. Está sentado en una cómoda silla con ruedas y apoya sus pies en el escritorio.
-Y yo que pensaba que venías a trabajar -suelta una carcajada.
Paolo pega un salto. ¿Cómo es posible? ¿Qué hace allí Step?
-Y yo que pensaba que tú estabas durmiendo -dice tras mirar su reloj.
-Mira, como veo que tienes cosas muy importantes que hacer, iré al grano. Necesito doscientos euros -la voz de Step hace que aquello parezca la petición más normal del mundo. Espera la respuesta con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡No pienso dártelos! ¡Ya estoy arto! ¿Cuándo vas a ganar tu propio dinero?
-Lo gané hace poco ¿por quién me tomas?
-¿Y que has hecho con él?
-¿Te pregunto yo en que inviertes tu dinero?
-Es que no te hace falta preguntar ¡Lo invierto en ti! ¡Me pides cada día! No se que harás para que te dure tan poco.
-Paolo vamos a acabar cuanto antes. Todos salimos ganando si me lo das sin andarte con rodeos. Yo tardo menos en ver a tu estupenda secretaria y tú puedes seguir mirando los anuncios de contactos.
-¿Qué? No, no son anuncios de contactos. ¿Por quién me tomas?
-Pues por un desesperado. Que desde que no estás con Manuela… -sigue manteniendo la sonrisa.
-Tú también has cambiado desde que no estás con Babi.
A Step se le borra la sonrisa. Da un puñetazo en el escritorio de Paolo. Acerca su cara a la de su hermano y lo mira con aire amenazador.
-Si estás desesperado por no encontrar tetas es tu problema, pero el tema de Babi lo dejas.
-Lo siento.
Paolo aprueba sus sospechas. Definitivamente, Step ha vuelto. Ya no es el que pasa los días encerrado sin apenas tomar bocado. Algo a dado un giro en la vida de su hermano y él tiene tanto trabajo que no sabe bien lo que es. Recuerda la conversación que tienen pendiente.
-Step ¿ocurre algo?
-No te sigo.
-Has estado un tiempo sin salir de casa y de repente vuelves a llegar tarde, vuelves a no dejarte ver, vuelves a coger la moto…
-¿Vuelvo a vivir? ¿Es eso lo que te preocupa?
-No me malinterpretes. Es solo que… incluso papá creía que estabas pensando en la universidad…
-Dile a papá que no se preocupe -Step vuelve a sonreír-. Hoy mismo he estado en una universidad.
-Ahora soy yo el que no te sigo.
-¿Me das los doscientos o no?
-¡Está bien! -Paolo se saca la cartera del bolsillo-. Pero es la última vez -le ofrece el billete y justo cuando Step lo va a coger, Paolo lo aparta-. Me tienes que prometer que no te meterás en líos.
-Te lo prometo -ambos saben que las promesas de Step valen bien poco, pero aún así le da el dinero.
Sale del despacho y se acerca de nuevo a la secretaria.
-Oye ¿tu tienes novio? -la muchacha no entiende a que viene esa pregunta. Por un momento piensa que Step intenta ligársela-. Lo digo porque me tienes a mi hermano un poco solo ¡A saber cuanto lleva a pan y agua! Y su novia de antes era muy fea ¡daba asco! ¿Eres su amiga no? Los amigos se ayudan ¿qué me dices? -no sabe que contestar-. Es muy romántico, va siempre bien peinado, viste como Dios manda… todo un lujito -parece como si intentase venderle algo. La secretaria sigue muda-. ¡El que calla otorga! -Step suelta una carcajada.
11
Tiene frío. Lleva esperando media hora. Con lo que le ha costado escaparse… Se encuentra en las escaleras, igual que la noche anterior. No han acordado verse en ningún lugar en particular, ni siquiera han acordado la hora. ¡Maldito amor! ¿Tanto le costaba entender a su corazón que lo correcto sería amar a Alfredo? Pues nada, que no lo entendía. Está allí plantada como una imbécil. Sosteniendo entre sus manos la chaqueta de Step.
El tiempo pasa y no aparece. Babi opta por ponerse la chaqueta del chico al que espera. Se siente protegida. El cuello de la chaqueta aún lleva su aroma, lo huele mientras recuerda los buenos momentos. Y el olor, en algún momento, actúa como visión. Visión porque le abre los ojos. Visión porque deja de pensar con el cerebro para pensar con el alma que, al fin y al cabo, es lo que nunca muere. Y cuando piensas con el alma no piensas, imaginas, todo es más bonito. Se imagina junto a Step. Éste con apenas una chaqueta puesta, la que ella le ha llevado. Se imagina que lo abraza para resguardarlo del frío… Y entonces sonríe. De alguna forma u otra, Step lo ha vuelto a conseguir. Ha vuelto a conseguir que Babi imagine que otro mundo es posible. Lejos de los estudios, de su madre, de las obligaciones… Sí. Decidido. Ahora más que nunca quiere remontar el vuelo. Ahora más que nunca quiere volver a ese lugar donde todo es tan precioso. Ahora más que nunca quiere estar con Step, con el chico que la está haciendo soñar despierta… Ahora más que nunca quieres estar a tres metros sobre el cielo…
-Hola mi niña -le susurran al oído.
El calor de su aliento entra por la oreja de Babi y le recorre todo el cuerpo. Se da la vuelta. Es Step. Lleva unas deportivas negras, unos vaqueros y una chaqueta similar a la que ella lleva puesta desde hace un momento. Le ha mentido.
-Vienes bien abrigado…
-Sí -Step ríe-. Incluso vamos a juego, parecemos los típicos novios pegajosos que se compran una camiseta igual -vuelve a reír.
-Me has mentido Step -Babi no pierde la compostura. Ha decidido que se dejará llevar, pero no que se lo pondrá fácil.
-Tú también. Me dijiste que no ibas a venir -sonríe en silencio-. ¿Qué pasa que estás decepcionada? ¿A caso querías verme las pelotillas? -otra carcajada.
<<No, no quería verte las pelotillas, pero me había ilusionado con diferentes escenas>> Solamente lo piensa. Está claro que no va a decírselo.
-Para que lo sepas, no tengo necesidad de verte desnudo.
-¿No? -Babi niega con la cabeza-. Me da a mí que me estás volviendo a mentir. ¿Sabes? A mí sí me gustaría verte sin ropa -Babi lo mira perpleja, pero no le sorprende que Step vaya directo al grano, lo conoce demasiado bien-. No me mires así, simplemente soy sincero. Sinceridad, ¿sabes qué es eso?
-Step no he venido hasta aquí para hablar de tonterías. Sí, lo reconozco, he sido tan imbécil como para creerte y venir aquí con la chaqueta pero…
Step la interrumpe.
-Chaqueta que, por cierto, no has tirado. ¿Qué pasa? ¿Le estás cogiendo el puntillo a mentirme? Son muchas mentiras… Seguro que también me mentiste cuando me dijiste que no me querías.
-A lo mejor ahí dije la verdad.
-¿Tú crees en lo que me dijiste? -Babi no dice nada-. Pues eso…
Step empieza a subir las escaleras, poco a poco va dejando a Babi atrás.
-¿A dónde crees que vas?
-Si vienes te lo digo.
-Nunca en la vida.
-¡Y otra mentira!
Se sube en la moto y la arranca. Mira a Babi.
-Para tú información tenía pensado llevarte a cenar pero, como no vienes, supongo que iré a una feria que hay por aquí cerca.
Hace como si diese gas, pero se queda en el sitio. Babi se lo piensa… ¿Hay algo que pensar? ¡Súbete! No sabe si aquellas palabras se las dice la razón, el corazón, el alma o el cerebro, pero es una opinión de su cuerpo y si el cuerpo lo dice, habrá que hacerle caso.
-¡Espera! -grita Babi. Step apaga la moto para escucharla mejor. El motor deja de rugir-. Me subo si me llevas a la feria esa.
-¿Y a qué esperas niña? Yo te llevo a donde me digas.
Babi sube los escalones y monta de paquete en la Honda azul. Cuantos recuerdos… Y, de lo que no se acuerda, ya se encarga Step.
-¿Recuerdas las normas no? Tienes que abrazarme bien fuerte porque, si no es así y nos ve la policía, me pueden denunciar.
-Si no me agarro te denuncian, pero si te saltas las normas de circulación no… Estos policías…
-Sí, tendrían que hacer un cursillo. Pero mientras tanto… -Step agarra a Babi por las manos y enreda sus brazos en su cintura.
-Mientras tanto agarrada ¿no? -la respuesta a Babi es una pequeña carcajada.
Arranca de nuevo la moto. Acelera conforme va subiendo la marcha. Van a una velocidad normal. Step, aunque parezca seguro, no sabe nada sobre los sentimiento de Babi, por eso no acelera mucho. No quiere estropear el momento.
Cruzan un puente desde el que se ve la playa y, aunque ninguno comenta nada, ambos saben que han estado allí en verano. Los dos solos. Cuando parecía imposible que algo los separase.
Tras tomar algunas curvas en forma de “S” la carretera vuelve a ser recta. Step piensa en levantar un poco la rueda, Babi va bien cogida, no se haría daño, pero… no, mejor no. Si las cosas van bien, ya tendrá tiempo de hacerlo.
Al fin llegan. La música a todo volumen anula cualquier conversación que se lleve a cabo a más de medio metro de distancia. Babi se suelta de la cintura de Step en cuanto éste frena. Ve las lucecitas de colores, gente que va de un lado para otro, cientos de puestos ambulantes por todos sitios: bares, hamburgueserías, tómbolas, tiendas de golosinas y, por su puesto, lo que nunca puede faltar en toda feria que se aprecie, las atracciones, que están más a lo lejos.
Dan un paseo en silencio. Babi lleva las manos en los bolsillos debido al frío, Step aguanta mejor la temperatura, pero también resguarda sus manos por comodidad.
-¡Cinco tiros por tres euros! -grita un hombre con un micrófono. Al parecer es el dueño de la tómbola-. Señor, ¿le gustaría conseguirle a su novia este peluche? -dice dirigiéndose a una pareja de ancianos que lo ignoran.
Ni Step ni Babi hacen ademán de pararse en aquella tómbola. Siguen callados, los dos piensan en frases con las que romper el hielo. <<¿Quieres tomar algo?>> es la que baraja Step, en cambio, Babi cree que la pregunta idónea sería <<¿Y a qué viene esta feria>> Le resulta una pregunta un poco tonta, pero lo que sea con tal de entablar conversación. Step no le quiere dar más vueltas al asunto, le lanzará la pregunta en seis, cinco, cuatro… Babi piensa que lo mejor es empezar a hablar de algo. Sí. Pronunciará su pregunta en tres, dos, uno… Los dos se miran al mismo tiempo y lanzan sus respectivas preguntas. Ni Step entiende a Babi, ni Babi entiende a Step. Fracaso. Babi decide callarse e incita con la mirada a Step para que diga lo que le tiene que decir.
-Qué si te apetece tomar algo.
-Claro ¿por qué no?
Se sientan en la barra de uno de los bares.
-Una cerveza y… -intenta adivinar lo que pedirá Babi.
-…Y una coca cola.
El camarero tarda poco en servirles. El silencio vuelve a hacer acto de presencia. Tantas ganas que tenían de verse y ahora… A Babi no se le ocurre nada que decirle, Step piensa en cientos de cosas, pero justo antes de soltárlas recapacite y decide que mejor se las guarda para sí mismo. No quiere ser grosero ni hacerse el graciosillo, quiere que Babi esté a gusto.
Comienzan a caminar de nuevo. Todo recto. No hay ni una sola curva. Llegan al sitio donde se encuentras las atracciones. Babi observa detenidamente cada una de ellas. Hay una con forma de barco que se mueve de izquierda a derecha haciendo que sus ocupantes casi toquen el cielo. Otra, es como una gran cacerola, la gente se coloca dentro de ella y gira, y gira, y gira… Algunas personas que acaban de bajar están vomitando. Otra de ellas es para los más pequeños, es un tren que hace un pequeño recorrido. Más allá, también para los peques de la casa, se encuentran los cochecitos, los pobres niños se creen que son ellos los que conducen…
-¿Te apetece subir ahí? -Step mira una atracción en la que hay poca gente haciendo cola.
-Vale.
Babi no tiene ni idea de donde se acaba de meter… Incluso Step la mira alzando una ceja. Ni él esperaba esa respuesta.
Mientras Step se pone a la cola para sacar las entradas, Babi observa la atracción. Parece muy pesada y muy difícil de montar. Los largos hierros están en el centro del gran columpio y los rodean una serie de asientos. ¿Por qué los hierros subirán tanto? Son tremendamente grandes…
-Vamos.
Le enseñan los tickets a un encargado de la atracción y cogen asiento. El silencio se rompe poco a poco, mientras esperan a que los demás asientos se ocupen.
-¿Y esto que se supone que hace? -Step entonces lo entiende todo. Sonríe.- ¿Qué tiene tanta gracia?
-Ya decía yo que era imposible que accedieras a montarte -no borra su sonrisa.
-No entiendo nada.
-¿Has leído el nombre de la atracción?
Babi busca con la mirada el cartel que lo indique. Lo encuentra. Tiene el fondo negro y unas letras rojas que señalan el nombre de tanto hierro <<Caída libre>>.
-¿A qué viene ese nombre?
-Está bien, te lo explico si me prometes que no te bajas.
-No, si no me gusta me bajo.
-Entonces será como una sorpresa… -vuelve a sonreírle.
-¡Step no tiene gracia!
-Ya… menos la tendrá cuando te des cuenta de lo que es.
-Babi se da la vuelta, a sus espaldas están los grandes hierros. Se fija en cada detalle del asiento. Un cinturón, por encima de su cabeza una barra de acero y dos hierros forrados de plástico, uno a su izquierda y otro a su derecha, son para que se agarre con ambas manos.
-Está bien, necesito saberlo… No me bajaré.
Step se levanta de su asiento y se coloca frente a Babi. Le pone el cinturón, baja la barra de acero y le sujeta las manos.
-Es para asegurarme de que no sales corriendo -carcajada-. Mira, este mecanismo es muy sencillo. ¿Has visto esos grandes hierros? Miden cien metros. El caso es que nuestros asientos suben lentamente hasta lo alto y cuando estemos arriba… ¡Zas! Nos bajan a toda velocidad.
-¡¿Estás loco?! Me bajo ahora mismo -Babi intenta deshacerse de las manos de Step. Imposible. Se da por vencida-. ¡Qué sea la última vez que me haces algo así! -Babi gira la cabeza para evitar el rostro de Step.
-¡Vayan poniéndose adecuadamente las medidas de seguridad.
Step deja libre a Babi.
-¿Por qué no me miras? -Se sienta en su sitio. Babi no le dice nada-. Pues si no me hablas no me pongo el cinturón -Babi lo mira. Es cierto, no lo tiene puesto.
-Si sufren algún accidente por oponerse a las normas de seguridad no nos haremos responsables. Por favor… -el hombre vuelve a repetir las mismas palabras.
-¿Prefieres verme muerto antes que decirme algo? -Babi sigue sin contestar nada.
-El viaje comenzará en breve.
Empiezan a subir por aquellos hierros de cien metros. Babi mira de reojo a Step. Sigue sin cinturón. Bah, seguro que se lo pondrá en el último momento. No piensa hablarle. No le ganará aquella partida.
-¿Sigues sin decir nada? -Babi lo vuelve a mirar de reojo, Step le sonríe.
Setenta metros, Step sigue sin el cinturón. Babi empieza a preocuparse. Ya no lo mira de reojo. Lo mira fijamente.
-Una palabra tuya hace que no me mate…
Ochenta metros, Step no cede, tampoco lo hace Babi. No, no piensa hablar, Se lo abrochará en el último momento…
-Y sigues sin decir nada.
Noventa metros. Step se estiraza los brazos como si estuviese en el salón de su casa. Finge un bostezo.
-Me voy a morir aburrido…
Noventa y cinco metros. Se miran a los ojos.
-¡Hasta siempre amor!
-¡Imbécil! -grita con toda su rabia contenida.
Step se apresura en ponerse el cinturón, baja la barra de acero y se agarra con fuera a los plásticos. Le dedica un guiño.
-¡Gracias! ¡Yo también te quiero!
Cien metros. Todo lo que sube, baja, y esta no iba a ser la excepción. La ciencia dice que a esa velocidad es imposible que se escuche algo. La ciencia a veces falla. Step no para de reír mientras oye los gritos de Babi.
-¡¡¡Aaaaahhh!!! -son agudos, sería capaz de matar a una rata con ese tono.
Babi lo pierde todo de vista. No ve a los niños que se creen conductores, no ve a la gente que vomita, no ve el trenecito… Se podría decir que ni siente, ¿siguen allí sus extremidades? Quizás las ha perdido debido a la velocidad de aquella maldita atracción. Incluso, por un momento, cree estar sorda. No, no lo está, escucha el silbido del viento. El corazón de Babi está al borde del suicidio, no está acostumbrado a esos traites. Y, justo cuando el corazón había encontrado la pistola perfecta con la que apuntarse y apretar el gatillo… la atracción para. Vuelve a ver a los niños, a la gente vomitando, al trenecito… Y vuelve a escuchar y, muy de cerca, la risa de Step.
12
-Eres un imbécil, un cretino, un subnormal, un tonto, un loco un… -no se le vienen más insultos a la cabeza.
-Sin embargo soy perfecto ¿no es así?
Babi sabe que lleva razón, pero no quiere tragarse su orgullo.
-No.
-Oye, ¿siguen castigando a las niñas buenas por mentir? ¡Quizás te caigan años!
-A lo mejor no soy tan buena -ahora es ella la que le sonríe. Ha ganado este asalto. ¿Cuántos puntos se ganan por dejar callado al otro?
Caminan de vuelta a la moto. Esta vez no hay silencio, charlan alegremente entre risas e ironías.
-¿Y sabe tu novio que estás aquí? -Babi prefiere no contestar-. Eso es un no ¿verdad? -otra vez silencio-. Sí, es un no.
-Joven ¿quieres regalarle algo bonito a tu novia? -esta vez el de la tómbola se dirige a Step.
-Tres euros cinco tiradas ¿no?
-Eso es ¡me encanta los tipos inteligentes!
Step se dispone a jugar, pero Babi lo detiene agarrándolo del brazo. Lo aparta de la tómbola para que el feriante no pueda escucharlos.
-¿No ves que es imposible ganar? Estas cosas están trucadas.
-Tú confía en mí, ¿qué peluche te gusta? -se deshace del candado humano de Babi y paga los tres euros al hombre de la tómbola.
-Tienes que intentar tirar esas latas. Si lo consigues, eliges cualquier premio -Step pone cara de conformidad.
Agarra la primera pelota y la lanza contra las latas. Le da, pero no se mueven ni un milímetro. Coge la segunda bola y la tira exactamente igual que la primera. Vuelve a darle a las latas, éstas siguen sin moverse. Coge la tercera y la tira con fuerza. Les vuelve a dar, pero no las mueve. Lo mismo ocurre con las otras dos pelotas restantes.
-¡Qué mala suerte! Yo si fuera tú lo intentaría de nuevo… no se te da del todo mal…
Step agarra con fuerza al hombre del cuello de la camisa y lo alza unos centímetros del suelo.
-¿Me ves cara de gilipollas? Ya me estás dando los cinco euros y un puto peluche.
El hombre empieza a sudar. Tiene miedo de Step. Cuando lo suelta no duda en devolverle los cinco euros y darle uno de los grandes ositos de peluche. Step le da una palmadita en la cara y le sonríe
-Gracias. Yo sabía que nos íbamos a entender.
Y, como si nada, se da la vuelta con el gran oso. Babi se acerca.
-Toma -le tiende el peluche-. ¿Ves como yo soy más listo y fuerte que cualquier otra persona? -Babi, que no se ha dado cuenta de lo ocurrido, sonríe y abraza el gran oso blanco.
-Debería volver a casa… -Aunque el gigantesco oso no deja que le vea la cara, Step sobreentiende que la que habla es Babi.
Se suben en la moto como pueden. Con el oso, es como si fuesen tres personas. Consiguen colocarlo en una posición en la que no estorba mucho. Está de lado y tumbado entre los dos. Babi se agarra como puede a Step. Lo consigue a duras penas. Se acerca todo lo que puede para sostener al oso con su barriga y la espalda del motorista.
Tanto Step como Babi respiran aliviados cuando llegan al lugar de destino.
-Es la última vez que esa cosa se sube en mi moto.
-¿Perdona? Esa cosa se llama Kiko y tiene el mismo derecho que todos.
-Es que todos no tienen derecho, solo unos cuantos privilegiados. Además, ¿desde cuando tiene nombre?
-Desde ahora.
-¿Y por qué Kiko? ¡Te lo he regalado yo! ¿No sería mejor llamarlo Step júnior? Como si fuese nuestro hijo -Step se juega un guantazo, pero Babi está de muy buen humor.
-No es un niño, sino quizás se llamase Step júnior… o Babi júnior. Sí, Babi júnior mejor.
-¿Prefieres una niña?
-¡Pues claro! ¿Tú no?
-Me da lo mismo. Lo único que me gustaría es que se llamase Step en honor a su padre o Babi en honor a su madre… -otra insinuación. Babi lo ignora.
-Tengo que entrar ya en casa. Adiós Step.
-Mañana no vemos a las…
-¿Quién te ha dicho a ti que nos vayamos a ver?
-Si queremos que exista un nuevo Step o una nueva Babi no queda más remedio.
Babi se los piensa. ¿Podrá escabullirse de nuevo de los brazos de Alfredo?
-Está bien pero… ¿a qué hora?
-A la que quieras.
-No se…
-Mira, mañana voy al instituto y lo hablamos.
-¿Instituto?
-Perdona, es la costumbre. A la universidad. Iré a la universidad.
-¿Te da igual tener que despertarte tan temprano?
-A eso te contesto después.
-¿Después?
-Tú entra en casa.
Duda entre despedirse con un <<adiós>>, con la mano, con un beso en la mejilla o con un beso en la boca. Decide no despedirse. Simplemente se va, él la observa marcharse.
Entra en casa. Daniela la lleva esperando un buen rato. La espera a merecido la pena. Su hermana tiene puesta la chaqueta de Step y viene acompañada de un gran oso blanco. Salta de alegría sobre el sofá.
-¡Step uno, Alfredo cero! ¡Step uno, Alfredo cero! -lo repite hasta que Babi se sienta en el sofá. Teniendo a su hermana tan cerca, el marcador es lo de menos-. Cuéntamelo todo.
-No hay nada que contar.
-Sí, sí que hay. Cuenta, cuenta, cuenta… -suena el teléfono. Lo coge la misma de siempre-. ¿Quién es? -cuando le responden tapa el auricular-. Es para ti -le tiende el teléfono a Babi.
-¿Quién es?
-Step -Babi sonríe. Su hermana se acerca al teléfono para intentar oír algo. Babi lucha por apartarla. Es imposible. Cuando Daniela si propone algo… Lo mejor será responder cuanto antes
-¿Qué quieres?
-Me has preguntado que si me da igual tener que despertarme tan temprano… ¿Tú vas a dormir?
Babi no entiende nada.
-Supongo que sí.
-Pues yo no, ¿sabes? He decidido que quiero ser astronauta.
-¿Astronauta?
-Sí.
-¿Y eso?
-Para subir más alto… más de tres metros… quiero más. ¿Me acompañas? -un nuevo tipo de indirecta, ésta es telefónica.
-Es complicado… Alfredo tiene un buen avión…
-Los aviones van por el cielo, los astronautas van por el espacio. ¿He ganado no?
-No seas tonto, te veo mañana.
-Aún no me has respondido -Babi le cuelga.
Daniela empieza de nuevo a dar saltos y a gritar a los cuatro vientos el resultado del marcador.
-¡Step dos, Alfredo cero! ¡Step dos, Alfredo cero! -vuelve a la carga-. Cuenta, cuenta, cuenta… -Babi acaba cediendo, necesita contárselo a alguien y a falta de Pallina, buena es su hermana.