¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Capitulo 17

                                                              17

Saca algunos de sus pantalones del cesto de la ropa sucia y rebusca en los bolsillos. Nada. Entra en su habitación y abre el primer cajón de la mesita de noche. La cartera está oculta entre los calzoncillos. Doscientos euros. Los doscientos euros que le dio Paolo. Empieza a hacer cuentas. No. No basta con doscientos euros. Se maldice por haber malgastado el dinero de las carreras. Se toma la libertad de allanar el dormitorio de su hermano, no hay nadie que se lo impida, Paolo está trabajando y Maria entre fogones. Rebusca por cada cajón, abre cada cajita que se encuentra. No hay nada. Lo mejor será darse por vencido y empezar a ahorrar a partir de ahora. Justo antes de salir, su mirada se cruza con un pequeño joyero. Bingo. Ahí debe haber algo. Tiene un candadito de los de contraseña. Que absurdo es Paolo. Haber, cuatro números… ¿Podría ser su fecha de nacimiento?  Introduce el número de única cifra que corresponde al día, los dos que corresponden al mes y los dos últimos del año. Tira de la cerradura y… se abre. Sonríe y se jura no confiar nada de valor a su hermano. Dentro del joyero no hay casi nada, a decir verdad, tan solo hay una cosa. Una alianza. Una alianza preciosa, de plata y con unos dibujitos grabados. Step la coge, ¿cuánto le darían? Seguro que lo suficiente. Se la mete en el bolsillo, pero de repente le parece llevar un gran peso. Joder ¿qué hace? Venga Step no estás tan desesperado… Se la saca del bolsillo y vuelve a observarla. Piensa en Paolo.  Él pensaba en casarse mientras la muy zorra de Manuela... Juguetea con la alianza mientras se lo piensa. Termina por dejarla en su sitio y sale del dormitorio como si nada hubiese pasado.

-Maria ¿está el café?



En la universidad se ha armado un pequeño revuelo. Corre el rumor de que Brandeli se ha declarado a Sabrina. Al parecer, con un dibujito en la pared.

-¡Qué fuerte! No me esperaba esto de Chicco Brandeli. ¡Qué romántico! ¿Lo has visto ya? Con la inicial de ella y con la inicial de su apellido, separadas ambas letras por un corazón -Pallina está al tanto de todo.

Babi le sonríe y le sigue el juego. No desmiente absolutamente nada.

-Estaba castigado ayer ¿no? Aprovecharía… -comenta Babi haciéndose la despistada.

Las dos amigas caminan por el pasillo mientras siguen, en parte, cotilleando de la supuesta gran declaración de Chicco Brandeli. El destino hace que se crucen con él. Las saluda cordialmente, pero Pallina hace que se detenga e intenta sacarle los colores.

-Mira que tenías ocultos tus sentimientos…
-Ya, bueno -Brandeli intenta escaparse. No comprende porque la gente lo tortura a preguntas. Él no ha hecho esa cursilada. Ni si quiera conoce a esa Sabrina y ahora tendrá que darle explicaciones…
-Si es que en el fondo todos los tíos sois muy románticos… -Pallina no hecha el freno.
-Supongo que algunos más que otros.

Chicco reanuda su paso. Se siente incómodo hablando del tema. ¿Quién demonios le ha gastado esa broma? Espera ¿y si lo ha dibujado Sabrina? Quizás sea ella la que quería declararse… No. No seas tonto, ella no estaba castigada. No ha podido entrar. Piensa. ¿Quién estaba ayer castigado? Hace memoria. Vale, ¿y quién de esos tiene una inicial que empiece por “S” o por “B”? Bassi. Eso es. Bassi. ¿Dónde se ha metido? Tiene que encontrarlo. Menudo pillín está hecho el dichoso Bassi… Sonríe mientras lo busca. Está convencido de que es él, no cabe otra posibilidad. Míralo. Ahí está. Apoyado en la pared, riéndose de todo ser andante, rascándose la barriga, con una horrenda camiseta de media manga… No. No puede ser. Brandeli está seguro de que ese tipo no se ha enamorado en su vida. Chicco se pasa la mano por el pelo. Piensa, piensa. ¿Quién más? Debe haber otra. Otra persona que coincida con la descripción. “S”. ¿”S” de quién? “B”. “B” de… Babi. ¡Eso es! ¡Babi! Se cruzó con Babi cuando acabó su turno y con Babi estaba el tipo ese, el de los músculos, el de la moto… ¡Step! Recuerda que había un chico castigado que no era de la universidad. ¡Todo encaja! ¿Dónde está Babi? Tiene que encontrarla. Corre con una gran sonrisa por los pasillos. Ya no tendrá que pasar el mal trago de hablar con esa tal Sabrina.

-¡Babi! -grita desde el otro extremo del pasillo. Babi lo escucha y se gira. Pallina la imita. Chicco las alcanza jadeante-. Babi lo sabías y no me has dicho nada… ¡“B” de Babi y “S” de Step!
-¿De qué hablas?
-Venga no finjas. Eso no lo he escrito yo. Has sido tú o ese con el que estabas ayer. Se llama Step ¿no? Tienes que decirlo. No se ni quien es esa Sabrina… ¡A saber como es!

Pallina mira a su amiga con la boca abierta y las cejas en todo lo alto. No puede creer que Babi le haya ocultado algo así. Eso no es de ser buena amiga… Además, todo eso quiere decir que Alfredo ya es agua pasada. A saber que harían encerrados Step y su amiga…

-Babi prométeme que lo vas a decir. Que si no lo dices tú, lo digo yo -Brandeli se señala así mismo y se marcha con un peso menos. Con la sensación de haber vuelto a nacer.

Pallina espera un poco a que Brandeli ande lejos. Babi hace como si nada hubiese ocurrido y reanuda su paso, dejando atrás a Pallina. Ésta última se da cuenta y no tarda en seguirle.

-Pero ¿cómo no me lo cuentas?
-¿El qué?
-¡Estás con Step! Claro ahora lo entiendo, el símbolo de interrogación tachado, los signos de exclamación…
-Pallina, Brandeli solo intenta justificarse.
-Babi no me chupo el dedo. ¡Confiesa! ¡Confiesa! -Babi sigue optando por el silencio y Pallina recurre al chantaje-. Como no hables, lo grito y se enteran todos.
-No serás capaz.

Y menuda es Pallina para los retos…

-¡Escuchad todos! ¡Chisme de primera! -todos se quedan mirándola. Guardan silencio-. ¿Sabéis lo del dibujo en la pared? Pues no ha sido Brandeli, ha sido…

Crece la expectación de todos los alumnos. Pallina mira a Babi, le alza una ceja. Babi le pega un tirón de la chaqueta, se acerca a su oído y le susurra.

-Lo confieso. Estoy medio oficialmente con Step. ¡No lo digas!
-Lo siento amigos -le dedica un guiño a Babi-. Me acaban de confirmar de que es falsa alarma. Seguiré con la investigación -todos protestan y silban a Pallina. Esta hace como si nada y comienza a interrogar a su amiga-. ¿Por qué no me lo habías dicho?
-Tengo miedo a que llegue a oídos de Alfredo.
-Alguna vez se tendrá que enterar.
-Pero quiero decírselo yo.
-¿Y a qué esperas?
-A esta noche. No puedo seguir así. No se lo merece. He quedado con él en el parque que hay cerca de mi casa.
-¿Vas a ir sola?
-No, voy con Step y que se lo cuente él… ¡Claro que voy sola!

lunes, 28 de marzo de 2011

Capitulo 16

                                                              16

Cinco y cuarto. Step vuelve a llegar tarde. Babi se impacienta. ¿Dónde se ha metido? Una voz familiar la llama a sus espaldas. Se gira sobre si misma. ¡Quien lo hubiese dicho! Es Chicco Brandelli.

-¡Cuánto tiempo! No nos vemos desde que… -Chicco hace memoria y al recordar prefiere no decirlo.
-Desde que me dejaste tirada después de la fiesta. Cuando te asustaste de unos motoristas y me abandonaste a mi suerte -Babi sonríe irónicamente.
-Sí. No nos vemos desde aquella vez. ¡Menuda memoria!
-Esas cosas no se olvidan.
-¿También te han castigado?
-¿Castigado?
-Sí. Están pintando la universidad y, ultimadamente, todos a los que nos castigan, venimos a parar al mismo sitio. Yo acabo de terminar mi turno.
-No, no me han castigado.
-¿Entonces? ¿No han venido a por ti? Si quieres te llevo tengo el coche junto a…

Alguien agarra con fuerza el hombro de Brandelli con clara intención de hacerle daño. Chicco se da la vuelta. Es Step.

-Ya la llevo yo. Tengo la moto pegadita a tu coche.

Step señala con el dedo. El coche de Chicco Brandelli está rayado por un lateral. Sin embargo, la moto está intacta. No hay duda de que ha sido a propósito.

-Lo siento, es que todavía no se conducirla bien.

Chicco Brandelli desaparece despidiéndose de Babi con un tímido gesto y un “adiós” susurrado. Lo más importante ahora es el coche. Que cabrón es ese Step. Si no tuviese esos músculos, esa seguridad al hablar y esos amigos, se iba a enterar…

-Eres mala persona -le acusa Babi mientras se le escapa una sonrisa.
-Oye, que ese gilipollas te dejó sola en mitad de la carretera. Se lo merece -bromea.
-No me dejó sola, me dejó contigo. Si no es por él, nunca nos hubiésemos conocido bien.
-¡Eso es lo que tu piensas! Huir de mi no es tan fácil -otra sonrisa. Recuerda la hora y las palabras del director-. Vamos que se me hace tarde.

Entran en la universidad. Babi no entiende nada. ¿Acaso Step está castigado? Pero ¿cómo? Si ni si quiera estudia allí, es más, ¡si ni siquiera estudia!
Step coge una brocha y un cubo de pintura blanca. Empieza a ejercer de pintor bajo la atenta mirada de Babi.

-Me tienes que explicar todo esto…
-A sí. Coge una brocha de esas que hay allí y empieza a pintar.
-Estás de broma.

Step deja de darle a la brocha y la mira.

-No. Vamos. Muévete.

Babi le sonríe esperando que en cualquier momento él le conteste con otra sonrisa. Nada de eso. Step se vuelve y continúa su trabajo. Babi agarra una de las brochas, la moja en la pintura y empieza a darle a la pared con desgana y con mucho cuidado de no mancharse.

-Como sigas así no acabamos nunca…
-Pero ¿qué quieres que haga? ¡No he pintado en mi vida! ¡No se ni porque hago esto! -da un par de brochazos torpes.
-Que ha estas alturas te tenga que enseñar a pintar… Deja que te ayude.

Step deja caer su brocha en el suelo. Se acerca cada vez más a la espalda de Babi. Más. Más. Y más… Toca con su pecho la espalda de la chica. Puede oler su perfume y, esto hace que por un momento se despiste, pero es seguida alarga su brazo derecho y pone su mano encima de la de Babi.

-Es fácil -le susurra al oído.

Un escalofrío recorre el cuerpo de Babi. Se deja guiar por la mano de Step. La brocha necesita volver a ser bañada en pintura, pero ninguno piensa en ello. Al fin, Step, conduce la mano de Babi hasta el cubo. La brocha se moja. Vuelven a subir. Step le aparta el pelo con la mano que le queda libre y apoya la barbilla en el hombro izquierdo de Babi.

-Es muy sencillo.

Y dirige las gruesas pinceladas de Babi hasta dibujar un corazón. Babi gira su cuello a la izquierda para encontrarse con la cara de Step. Ambos sonríen. Step echa un poco hacia delante su cara y se dan un piquito. Separa sus labios y vuelve a sonreír. Babi mira de nuevo a la pared. Step guía la mano de Babi y dibujan una “S” a la izquierda del corazón, después, con el mismo método, una “B” a la derecha. Babi mira otra vez a Step, le sonríe, pero este alza las cejas, haciéndole un gesto para que siga mirando. Babi obedece. Encima del corazón, Step dirige la mano de Babi, hasta conseguir un signo de interrogación. Un signo de interrogación que genera dudas. Que suena al clásico “¿quieres salir conmigo?”, pero, esta vez más ingenioso, es como preguntarlo gráficamente. Step deja ahora que la mano de Babi se mueva sola. Pero no se aparta de su espalda. Tan solo deja libertad a la chica para responder. Babi tacha con dos líneas secantes en forma de cruz el signo de interrogación y coloca antes de la “S” un símbolo de exclamación con el puntito arriba y, después de la “B” un signo idéntico, pero con el puntito abajo. Como si quisiera gritarlo a los cuatro vientos. Lo está confirmando gráficamente. Acepta el reto de volver a empezar. Step alarga el brazo derecho hasta encontrarse con el izquierdo de Babi, lo agarra y la hace girar hasta que queda frente a frente. Vuelven a sonreír. En silencio. Lo dicen todo con la mirada. Babi da el primer paso y lo agarra por los hombros, todavía lleva la brocha en la mano, intenta no mancharlo. Step la coge por la cintura. Se acercan y borran las sonrías, sienten el aliento del otro, ahora mismo, el más dulce de los aromas. Step da esta vez el primer paso y se acerca a sus labios, solamente los roza, como buscando de nuevo una respuesta. Babi vuelve a contestar “sí”, esta vez con un beso. Babi cierra los ojos y mira dentro, dentro de si misma. ¿Qué tal vas alma? <<De maravilla>> parece contestarle.
Se separan y se sonríen de nuevo. Por un instante, la mirada de Step, escapa de los encantos de Babi y mira la pared.

-Siento interrumpir el momento, pero…

Se aleja de Babi y recoge la brocha del suelo. Enmarca con un cuadrado el dibujito y lo que ello conlleva, quiere marcar los bordes para no estropearlo, no piensa pintar encima de aquello. Nunca lo haría. Babi lo imita y reanuda también el trabajo.

-¿Ahora si sabes pintar? Estoy seguro de que has fingido para tenerme cerca…
-¡Serás!

Sacude la brocha y algunas de las gotas que salpican van a parar a la ropa de Step. Babi se ríe mientras Step se mira de arriba abajo, inspeccionando los daños.

-Con que esas tenemos. Ahora verás.

La coge de los pies y la levanta hasta ponerla horizontalmente sobre su hombro derecho, de manera que, su barriga, toca el hombro de Step y su cabeza cae a la espalda del chico. Babi empieza a darle golpes para que la baje.

-¡Suéltame! ¡Baja! ¡Baja! ¡Step! -ruega mientras patalea y le sigue dando golpes.
-No. Te has portado mal y a las niñas que se portan mal, se les castiga.

Empieza a girar sobre si mismo. Babi cierra los ojos intentando no marearse.

-¡Qué me bajes! ¡Step, suéltame!

Y así siguen el resto de la tarde. Hasta que llega la hora del fin del turno de Step. Babi pataleando, Step riendo, Babi que consigue que la suelte y comienza a empujarle y a intentar mancharlo. Step que la vuelve a subir sobre su espalada. Y más risas. Y más falsos enfados. Y más tiernas venganzas. Y un beso ahora. Y se persiguen. Y la pintura que es ignorada…

sábado, 26 de marzo de 2011

Capitulo 15

                                                              15

Babi introduce la llave intentando no hacer ruido. Una y media de la madrugada. Su familia debería estar durmiendo. No le apetece despertarlos y, menos aún, despertarlos y que la acribillen a preguntas. Se lo imagina. Su madre dando gritos, ella sin saber que responder, su padre intentando poner paz y Daniela siendo espectadora de la escena. Ojalá que no se despierten. Sin embargo no tiene porque despertarlos si ya lo están… Gira la llave y entra. Todo oscuro. No busca el linterruptor de la luz, es mejor no encenderla. Camina de puntillas hasta su habitación. A medio camino, se hace la luz. Babi se queda quieta. ¿De dónde viene? Se da la vuelta y la ve. Raffaela viste una bata azul cobalto, tiene los brazos en jarra y su cara advierte una próxima riña.

-¿Se puede saber de dónde vienes?
-De por ahí -Babi se pone a la defensiva.
-¿Te parece buena respuesta? ¿Te parece bien contestarle así a tu madre? ¿A la mujer que lo da todo por ti y mira por tu futuro? ¿Dónde has estado? -insiste.
-He estado dando un paseo. Necesitaba despejarme.
-¿Más de cinco horas despejándote? ¡Babi no me mientas! ¡Se que saliste a las nueve! Tu padre y yo nos fuimos sobre las ocho y media, pero a tu despistado padre se le olvidó ponerse la corbata y volvimos a casa. ¡Ya no estabas! ¡Cuando volvimos a por la corbata, no estabas! ¿Con quién has estado?
-Con Alfredo.
-Alfredo me ha llamado a las diez, te estaba buscando y no te encontraba.

Con Raffaela es imposible mentir. No se le escapa una. Lo tiene todo controlado. Es como si ella fuese el titiritero y las personas de su alrededor las marionetas. Pero Babi tiene experiencia. Sabe como llevar el asunto y, aún más, cuando es importantísimo que su madre no descubra la verdad.

-Mamá -con esta palabra comienza una de las mayores mentiras de su vida, quizás la que pase a ocupar el primer puesto. Intenta mantener la calma. Debe transmitir tranquilidad-. Salí de casa a las nueve, como ya te he dicho antes, di un paseo y, por el camino de vuelta a casa, me encontré con Alfredo que, por cierto, me estaba buscando, así que fuimos a cenar.

Raffaela clava sus ojos en los de su hija. Sin saber muy bien como reaccionar. ¿Concuerda esa cuartada? Sí. Posiblemente sí. La cree. No. Babi no ha hecho nada malo, hace tiempo que no lo hace, pero también hacía mucho tiempo que no llegaba a esas horas sin avisar.

-Lo siento. Estaba preocupada. Otra vez me llamas.
-Vale mamá. También yo te pido perdón por no avisar.
-No pasa nada, pero tenlo en cuenta para la próxima. Ahora ve a dormir -Babi le sonríe y vuelve a poner rumbo a su habitación-. ¡Oye! -Babi se gira de nuevo-. ¿No me das un beso?

Babi besa las mejillas de su madre y entra en su habitación. Cae rendida en la cama. Encima de la colcha. Ni siquiera le apetece meterse dentro. No le importa el frío. Gira su cuello a la izquierda. Un gran oso blanco parece sonreírle mientras la mira. Kiko. Sonríe al recordar el nombre del peluche. Y ver al peluche tan solo le mete prisa. Prisa por dormirse y dejar que pase rápido lo que queda de noche. Prisa por dejar correr el tiempo y detenerlo justo en el momento preciso. Y, que en ese momento todo vaya a cámara lenta. En ese momento en el que lo vuelva a ver. Y de repente cualquier recuerdo lo ocupa él. Como si fuese su locura. Como si no existiera nadie más. Como si tan solo hubiese vivido buenos momentos junto a él. Y así, entre buenos recuerdos, termina por dormirse.



Alfredo acompaña a Babi a la universidad. Ambiente tenso. El chico no entiende nada. Ayer no pudo ver a Babi en todo el día, la otra noche se escapó… Y todo desde que fue con Pallina a las dichosas carreras y se encontró con el tonto ese. ¿Cómo se llamaba? Ni si quiera recuerda su nombre… Stefano. Sí, así era. Stefano Mancini. Un delincuente que en lo único que piensa es en su moto.

-Babi no me mientas. Se que estuviste con el tonto ese.

Y dale con que miente. ¿Tanto se le nota? Últimamente se lo dice todo el mundo.

-¿Con qué tonto? ¿De qué hablas? Estuve con Pallina, te lo acabo de decir.

Babi intenta justificar lo injustificable. Sabe que Alfredo no tiene derecho a que lo engañe, pero necesita tiempo. Además, tan solo fueron un par de besos… Se sienta culpable. Debería decírselo, pero ahora no. En otro momento. Cuando esté más tranquilo y no vaya conduciendo.
Alfredo para el coche enfrente de la universidad.

-Nos vemos después.

Acerca sus labios a los de Babi para despedirse con un beso, pero ésta hace como si no se hubiese dado cuenta, ignora los morros de Alfredo y lo besa en una mejilla. Después sale del coche. Deja a tras a Alfredo con un enojo de mil demonios. Pallina se le acerca con alegres pasos, impaciente por saber otro capitulo de la nueva novela de su amiga y Step. Babi se hace un poco de rogar, pero acaba por confesárlo todo.

-¿Y has pensado ya en decírselo a Alfredo?
-Por favor no, no me hagas hablar de eso. Tengo la cabeza loca con ese tema. Se lo diré. Solo estoy buscando el momento oportuno.

Pallina rebusca en su bolsillo, saca su móvil y lo tiene a Babi.

-A Step lo dejaste por teléfono…
-Y no fue una buena decisión -empuja con la palma de la mano el móvil.

Pallina vuelve a guardarlo. Ahora intenta cambiar de tema. Algo que sea más alegre y que no entristezca a su amiga.

-¿Y cuándo ves de nuevo a Step?
-Pues, se que parece extraño, pero esta tarde aquí.
-¿En la universidad?
-Sí. No se que pretende.



Decidido y con paso firme. Así entra Step en el despacho de su hermano. Paolo, que no se lo espera, se asusta un poco hasta ver de quien se trata. ¿Qué pretende ahora? Step se sienta en la cómoda silla que hay enfrente de la de su hermano. Tan solo les separa el escritorio.

-¿Se puede saber qué haces aquí?
-Tengo que decirte algo -Paolo enarca las cejas mientras espera a que Step comience a hablar-. Sé que estás enfadado conmigo por lo del tipo ese.
-¿El tipo ese es al que dejaste inconsciente? -Step asiente-. ¿Qué me vas a decir que no querías hacerle daño?
-No. No te voy a decir eso. Es más quería que sufriera. Que se arrepintiera de haber nacido.
-¿Entonces?
-Paolo no puedo ir a la cárcel. Ahora no.
-¿Y qué quieres que haga?
-No se. ¡Lo que sea! ¡Cualquier cosa! Hace un mes me hubiese dado igual, pero ahora no.
-No puedo hacer nada.
-Por favor.

Paolo suspira.

-Contrataré al mejor abogado. Otra cosa no puedo hacer. No te prometo que no irás a la cárcel. No puedo prometértelo -traga saliva-. Step ¿tú piensas que yo quiero que te encierren? No, haré todo lo que pueda, pero es prácticamente imposible.
-Confío en ti.

Y se larga. Dejando a Paolo con un gran peso sobre los hombros. Confío en ti. ¿Cuánto hacía que alguien no se lo decía? Es más, ¿se lo habían dicho alguna vez? Con esa frase, Step hace que Paolo se enorgullezca de sí mismo. Soy su hermano mayor. Debo ayudarle joder. Y abre la guía telefónica, y empieza a buscar contactos en su móvil, e incluso mira en internet. No, no permitirá que su hermano vaya a la cárcel.
Step sale y se encuentra al Siciliano. Disfrutando de un cigarro mientras lo espera. Montado en su moto, con las gafas de sol en pleno invierno. Reflexiona mientras mira la imagen de su amigo. ¿Alguna vez he tenido yo esa pinta? Se preocupa por un momento. No. Creo que yo siempre me he preocupado más que él por no hacer el ridículo. No. Yo no he ido nunca así.

-¿Por qué me miras tanto maricón?
-Pensaba en lo feo que eres -Step suelta una carcajada.
-¿Qué te ha dicho tu hermano? -el Siciliano está informado del asunto del juicio.
-Que lo intentará.

El Siciliano le da la última calada al cigarrillo y lo tira al suelo.

-¿Quieres que vayamos a romperle la cara a ese anormal de Poppy?
-No. Ya tuvo bastante. Por poco ni lo cuenta -ambos ríen-. ¿Te hace una cerveza?
-Eso siempre, pero me tengo que ir. Quedé con Madda y ya voy tarde diez minutos.
-Para ir de cañas no tienes tiempo y para romper caras sí…
-En serio Step, llego tarde.

El Siciliano se marcha sin despedirse. Step recuerda a Madda. Una de las muchas chicas a las que no trató bien. No. No hubo malos tratos, eso nunca, pero aún así… No lo merecía. Es igual. Lo pasado, pasado está. ¿Qué hora es? Lo mejor será dar una vuelta para despejarse, queda un mundo para las cinco.

jueves, 24 de marzo de 2011

Capitulo 14

                                                              14

A veces el mundo es injusto. A veces la suerte te abandona. A veces el destino no quiere que seas feliz… Y si el destino no lo quiere, no lo serás. Él manda. Aunque te empeñes. Aunque intentes mejorar como persona. Aunque te hagas de nuevo el durito e intentes volver con tus amigos. Aunque te arrastres como un gusano… No, no hay remedio. ¿Podré alguna vez ser feliz? ¿Podré pasar un solo día de mi vida sin recibir malas noticias? Step mira al frente. Ahí esta. Y entonces sonríe. Se olvida de todo. Su pensamiento lo ocupa ella. Babi. La única persona capaz de oponerse al destino, a la suerte y al mundo.
Toca el claxon. Babi lo ve y baja las escaleras con un caminar perfecto, digno de la más maravillosa bailarina de ballet. Llega a la altura de Step y le sonríe. Alza la mano en señal de saludo.

-¿Qué tal?
-Con un poco de frío.
-Te podrías haber puesto mi chaqueta, abriga bastante.
-¿Y parecer una de esas parejas pegajosas? -Babi ríe.
-¿Qué quieres que hagamos?

Babi mira la potente moto. Una idea pasa por su mente. No. Por su mente no, por su alma. Así mejor. Prefiere el alma. Es ahí donde viven los deseos, las ilusiones y los sueños. ¡Mente márchate no te necesito! Ven alma mía, que vamos a vivir…

-Llévame a algún lugar donde poder ver las cosas claras.

Step no entiende ese tipo de lenguaje. ¿A qué se refiere?

-¿A dónde?

Babi monta decidida en la moto. Step gira el cuello para verla y le sonríe.

-¡Sorpréndeme!

Llevan un rato rodando sobre el asfalto. La carretera está alumbrada por farolas, no se distingue nada del paisaje. Step toma las direcciones correctas. Tiene decidido donde ir. Babi intenta averiguarlo, pero son muy pocas las pistas. Tan solo ve carteles con el nombre de pueblos, señales de tráfico y coches, aunque pocos. Hay poco tráfico. Tan solo de vez en cuando se cruzan con alguien.

-¿Queda mucho?
-Estamos llegando.

Dejan atrás la carretera. Van por otro terreno. Está blando y de vez en cuando hay algún que otro pequeño bache. Todo está oscuro. Tan solo se distingue la luna. Sí. La luna está ahí. Espera. Hay dos lunas. ¿Cómo es posible? Babi olfatea. Sal. Huele a sal y hay dos lunas. Playa. Estamos en la playa. Sonríe y abraza con fuerza a Step.

-¿Te lo esperabas?

Babi no contesta. Apoya su cara contra la espalda de Step. La moto se para. Se quedan así durante un tiempo. El mirando al frente. Contento. Ella abrazándole, utilizando su espalda de almohada, con los ojos cerrados. También se olvida de todo.

-Vamos.

Dejan sus zapatos al lado de la moto, se suben el pantalón para no mojárselo y empiezan a caminar por la orilla. Y a los dos les parece un plan perfecto. Es lo más simple del mundo, pero sin embargo, perfecto. Avanzan entre bromas, recordando anécdotas. Anécdotas de las graciosas, de las buenas, de las que sientan bien. Nada de juicios, ni de directores, ni de Alfredo. No. Nada de eso. Ahora toca ser feliz.
Empiezan a empujarse como si se tratase de un juego de niños. Ella con fuerza intenta lanzarlo al agua. Step, controlando su poderío físico, intenta tirarla a la arena. Y más risas, y más empujones, y Step que casi pierde el equilibrio y se cae. Ha faltado poco para que Babi lo tire. No piensa darse por vencida. Sigue empujándole. Más. Más fuerte. En una de estas se tiene que caer al agua… Y ahora Babi empuja con todo, Step vuelve a desequilibrarse. Pone una mano en la orilla y consigue mantener el equilibrio. Se da cuenta de que Babi está a punto de caérsele encima debido a todo el impulso y la fuerza con la que le ha dado. Babi se agarra a la chaqueta de Step. Step no se lo espera. Babi cae de espaldas en la orilla, Step está a punto de caerle encima, pero pone por delante ambas manos y consigue frenarse. Se queda en posición de hacer flexiones. A pocos centímetros de su boca. Silencio. Ya no hay bromas. Step flexiona los codos y se acerca. Cada vez más. Ya no hay centímetros entre ellos, hay milímetros. Y se unen en un tierno beso. Un beso robado por Step, pero que sienta de maravilla a ambos. No dura mucho. Se separa. Babi lo mira indecisa. No, esto no está bien, al menos debería esperar a que cortase con Alfredo. No. Tan pronto no.

-Step deja que me levante.

Step se levanta y Babi lo imita. Se sacuden la arena. La del cuerpo está seca y se va sin problemas, pero la de los pies está mojada y no se va tan fácilmente. Terminan de quitarse la arena. Se vuelven a mirar.

-Llévame a casa por favor.

No contesta. No es necesario. Vuelven junto a la moto. Recogen los zapatos y se los calzan. El silencio continua. Pero, debe hacer algo. No puede dejarla marchar sin más. Está dispuesto a arreglarlo. Se vuelven a mirar. Step suspira.

-Babi lo siento yo… Haber, deja que me explique…

Y habla. Y habla y no para. Y se intenta justificar sin que ni el mismo crea sus palabras. Babi lo mira. Es tan… no hay adjetivos. No hay otro. Es él. Sí. Es él. ¿Por qué hacer esperar más a sus sentimientos? Step continua hablando sin decir nada. Babi se le acerca. Levanta su dedo índice y lo coloca vertical en el centro de la boca de Step. Formando rectas secantes. Pidiéndole silencio. Step obedece. Babi desliza lentamente su dedo índice hacia abajo, dejando poco a poco libres los labios de Step. Y se acerca. Y lo besa. Y esta vez el beso dura más. Y esta vez los dos están de acuerdo. Y esta vez todo es más perfecto si cabe. Se abrazan. Se separan. Se miran a los ojos. Y otro beso. La luna parece sonreírles. Bendito ying yang, después de todo, ha sabido equilibrar. Se alejan lentamente. Se dan ambas manos. Se besan de nuevo con la mirada. Se pierden en los ojos del otro. Sonríen. Son felices.

martes, 22 de marzo de 2011

Capitulo 13

                                                              13

-…¡Nunca te entenderé! ¿Cuándo te vas a decidir? Ayer Step era el peor hombre de la tierra y hoy… ¿acaso sufres trastornos a corto plazo?
-Si llego a saber que me vas a insultar de esa manera, no te lo cuento. ¡Eres mi amiga! Tú deber es fingir que estoy haciendo lo correcto y apoyarme…
-Oye, que yo no he dicho que no estés haciendo lo correcto… Es más, fui yo la que hizo que vieras a Step aquella noche…
-¡La criminal lo confiesa todo! Te pregunté mil veces y lo negabas. Serás… ¡ya te vale!
-Con un simple gracias basta.
-¿Gracias? ¿Por qué?
-Por hacer que vuelvas a vivir, por hacer que pises algo que no sea un restaurante y, porque no decirlo, por mejorar tus vistas, Step es más guapo que Alfredo… -Pallina se acuerda del pobre rubio-. ¡Alfredo! ¿Qué vas a hacer con él? ¡Tendrás que decírselo!
-¿Perdón? Mi novio es Alfredo, Step es un amigo… Un buen amigo -rectifica.
-¿Seguro? Si no existiera Alfredo ¿Qué lugar ocuparía Step?

De la nada, aparece la Honda azul. Step aparca y se coloca al lado de Babi.

-¡Salvada por la campana! -Pallina se marcha.
-¿A qué se refiere? -Step está confuso.
-No tengo ni idea -miente-. Ya sabes que está un poco loca.

Step ignora el tema. Hay cosas más importantes de las que hablar.

-¿Y bien? ¿A qué hora nos vemos? -Step le dedica la mejor de sus sonrisas, esa que tanto le gusta a Babi.
-A cualquiera -se deja llevar.
-¿Ahora mismo?

La respuesta debería ser un rotundo NO. Pero… desde la noche anterior no se deja guiar por lo correcto. No, no es su cerebro quien le envía la información necesaria para responder a las preguntas de Step. Además, no hay nada de malo. Hay muchos novios que cortan y después son buenos amigos ¿podría ser uno de esos casos, no? Aunque quizás a Babi le gustaría llegar más lejos… Tan lejos como pueda. Tan lejos como tenga oportunidad. Más allá del cielo… Lejos de todo lo demás.
Alguien se aclara la voz a su espalda. Babi se gira. Es el director de la universidad y, a la vez, su profesor de economía. ¿Qué hace allí?

-Gervasi ¿de qué conoce a este patán?

¿Patán? Babi no entiende nada. ¿A qué se refiere? Gira la cabeza. Step la mira.
Está nervioso, ¿otra vez él? ¡Joder! Una de cal y otra de arena. Ying yang. La vida y su dichoso equilibrio… ¿Qué debe hacer? ¿Lo ignora? ¿Se hace el loco? ¿Sale a correr? ¿Le vuelve a dar caña? Calma. Calma, Step, calma. Piensa. Sé amable.

-¿Perdone, a quién se refiere con patán? -Step: el as de las mentira.
-Ahora me tratas de usted… -el director no olvida.

Step advierte que aquello va para largo y que no aguantará mucho hablándole con respeto.

-Babi ¿por qué no entras? Las clases comenzarán en poco tiempo.

Babi mira a ambos. ¿Se puede saber que pasa? ¿De qué se conocen? Está claro que Step no ha cambiado, sigue metiéndose en líos… ¿Por qué Step, por qué? Suspira. Tranquilidad. Quizás no lo conozca por nada malo. A lo mejor son amigos… Vuelve a mirar a ambos. No. No son amigos. No se han saludado…

-A las nueve donde ayer -y se marcha.

Step traga saliva.

-¿Qué quieres ahora?
-¿No creerás que te vas a ir de rositas?
-¿Me has denunciado?
-No -bien. Step lo celebra internamente, pero no deja que su felicidad se refleje. Debe mantener la compostura-. A cambio, creo que deberías hacer unos trabajos. Aquí, en la universidad.
-¿Crees que voy a venir a limpiar tu mierda?
-Si prefieres ir a juicio…
-Está bien.
-Estamos pintando las aulas. Tendrás que venir por la tarde. De cinco a ocho y cuidadín con los retrasos… La verdad es que debería ser un castigo más severo. Tan solo quedan un par de días de trabajo, como mucho tres o cuatro. Pero, aunque sean pocos, los cumplirás. ¿Entendido? -Step asiente-. Así me gusta. Empiezas mañana.



Entra en casa silbando. ¿Qué canción es? Es igual, no importa. Está feliz. No dejará escapar esta segunda oportunidad. ¿Dejar escapar? Que él recuerde no dejó escapar la primera. En fin, que hará lo posible porque Babi vuelva con él. Sí, esas palabras son más adecuadas. No importa estar pintando unas malditas clases. No. Podría haber sido peor…
Cierra la puerta de un golpe.

-¡Soy yo María!

Sorpresa. No responde la asistenta. Paolo lo espera sentado en el sofá. ¿Qué hace allí? Si últimamente trabajaba incluso los domingos… ¿Lo han despedido? No. Paolo es muy bueno en su trabajo, no cabe ninguna posibilidad de despido. A lo mejor se ha liado con su secretaria y los han pillado… Con lo inocente que parece…

-¡Por fin llegas! ¡Tenemos que hablar!
-¿De qué?
-De tus costumbres, de tus rarezas. ¿No puedes ser normal? No, ¡el niño tiene que pegarle a todo ser viviente!

Step, por un momento, cree entenderlo todo.

-Comprendo… Tampoco te tienes que poner así. Cumplo mi condena y punto.

Confusión. Hablar el mismo idioma no significa entenderse.

-¡Condena! O sea, que ya has calculado hasta cuanto te puede caer. ¡Pueden ser más de dos!
-Bueno, si son tres días tampoco pasa nada…
-¿Días? ¿De qué hablas?
-Del director de la universidad…
-O sea que el chico aquel no es el único…

El chico aquel… Poppy. Se le nubla la vista. El cerebro se le bloquea. ¡Joder! De nuevo ying yang. ¡Cómo odio el equilibrio!

-Ha llamado la policía. Querían hablar contigo, pero como no estabas, han llamado a mi despacho -Paolo se levanta y se sitúa enfrente de su hermano. Step traga saliva-. Dentro de un mes, el juicio -y se marcha a paso ligero y dando un portazo.

Juicio… esta vez el ying yang se ha pasado. Recuerda las palabras del abogado <<Reincidir es cárcel>>. Cierra con fuerza su puño derecho. Con su mano izquierda agarra un cuadro precioso. Pintado al óleo por un artista que se intenta dar a conocer. No lo conocerán por esa misma obra que Step sostiene con rabia... Lanza su puño derecho y suelta un grito desgarrador. La obra de arte queda hecha añicos. La deja caer al suelo. Step la imita, pero él cae de rodillas. Se abre la puerta. Es María. Empieza a parlotear alegremente. Le gusta llegar y encontrarse allí a uno de los chicos.

-Hacia tiempo que no… -Step la fulmina con la mirada. La asistenta calla y se mete en otra habitación.



En la universidad se respira otro aire. Chicos van de aquí para allá. Alguno que otro le hace la pelota a un profesor. Hay también algunos que conversan alegremente del último partido de la Roma. Dos amigas salen del servicio. Ninguna adelanta a la otra. Caminan al mismo ritmo mientras hablan.

-Estoy orgullosa ¡eres la jefa!

Pallina no se hace idea de lo poco que le gusta a Babi esa expresión. ¡Eres la jefa! Suena a que algo malo está a punto de pasar.

-¿Sabes? Estoy muy feliz por ti, pero sigo pensando en Alfredo.
-Pallina, entre Step y yo ahora mismo no hay nada. ¿Lo entiendes?
-Pero habrá ¿lo entiendes? -la imita en tono chulesco-. Tiempo al tiempo. Te ha regalado un osito, eso es muy mono por su parte…
-¡Un osito que casi no entra por la puerta de mi habitación!
-Aún así, es un buen detalle.
-Ya, pero… no se, me da miedo a que las cosas se tuerzan, ya ocurrió una vez y me hizo mucho daño. No quiero volver a pasar por lo mismo. Somos amigos, así es mejor.
-Babi, Step no es malo… es especial. Sí, tienes razón. No va de galán, no te envía flores, no le cae bien a tu madre, pero… no sé. No es malo ser diferente.
-Bonito discurso. ¿Has acabado ya, premio novel?

domingo, 20 de marzo de 2011

Capitulo 12

                                                                       12

-Eres un imbécil, un cretino, un subnormal, un tonto, un loco un… -no se le vienen más insultos a la cabeza.
-Sin embargo soy perfecto ¿no es así?

Babi sabe que lleva razón, pero no quiere tragarse su orgullo.

-No.
-Oye, ¿siguen castigando a las niñas buenas por mentir? ¡Quizás te caigan años!
-A lo mejor no soy tan buena -ahora es ella la que le sonríe. Ha ganado este asalto. ¿Cuántos puntos se ganan por dejar callado al otro?

Caminan de vuelta a la moto. Esta vez no hay silencio, charlan alegremente entre risas e ironías.

-¿Y sabe tu novio que estás aquí? -Babi prefiere no contestar-. Eso es un no ¿verdad? -otra vez silencio-. Sí, es un no.
-Joven ¿quieres regalarle algo bonito a tu novia? -esta vez el de la tómbola se dirige a Step.
-Tres euros cinco tiradas ¿no?
-Eso es ¡me encanta los tipos inteligentes!

Step se dispone a jugar, pero Babi lo detiene agarrándolo del brazo. Lo aparta de la tómbola para que el feriante no pueda escucharlos.

-¿No ves que es imposible ganar? Estas cosas están trucadas.
-Tú confía en mí, ¿qué peluche te gusta? -se deshace del candado humano de Babi y paga los tres euros al hombre de la tómbola.
-Tienes que intentar tirar esas latas. Si lo consigues, eliges cualquier premio -Step pone cara de conformidad.

Agarra la primera pelota y la lanza contra las latas. Le da, pero no se mueven ni un milímetro. Coge la segunda bola y la tira exactamente igual que la primera. Vuelve a darle a las latas, éstas siguen sin moverse. Coge la tercera y la tira con fuerza. Les vuelve a dar, pero no las mueve. Lo mismo ocurre con las otras dos pelotas restantes.

-¡Qué mala suerte! Yo si fuera tú lo intentaría de nuevo… no se te da del todo mal…

Step agarra con fuerza al hombre del cuello de la camisa y lo alza unos centímetros del suelo.

-¿Me ves cara de gilipollas? Ya me estás dando los cinco euros y un puto peluche.

El hombre empieza a sudar. Tiene miedo de Step. Cuando lo suelta no duda en devolverle los cinco euros y darle uno de los grandes ositos de peluche. Step le da una palmadita en la cara y le sonríe

-Gracias. Yo sabía que nos íbamos a entender.

Y, como si nada, se da la vuelta con el gran oso. Babi se acerca.

-Toma -le tiende el peluche-. ¿Ves como yo soy más listo y fuerte que cualquier otra persona? -Babi, que no se ha dado cuenta de lo ocurrido, sonríe y abraza el gran oso blanco.
-Debería volver a casa… -Aunque el gigantesco oso no deja que le vea la cara, Step sobreentiende que la que habla es Babi.

Se suben en la moto como pueden. Con el oso, es como si fuesen tres personas. Consiguen colocarlo en una posición en la que no estorba mucho. Está de lado y tumbado entre los dos. Babi se agarra como puede a Step. Lo consigue a duras penas. Se acerca todo lo que puede para sostener al oso con su barriga y la espalda del motorista.
Tanto Step como Babi respiran aliviados cuando llegan al lugar de destino.

-Es la última vez que esa cosa se sube en mi moto.
-¿Perdona? Esa cosa se llama Kiko y tiene el mismo derecho que todos.
-Es que todos no tienen derecho, solo unos cuantos privilegiados. Además, ¿desde cuando tiene nombre?
-Desde ahora.
-¿Y por qué Kiko? ¡Te lo he regalado yo! ¿No sería mejor llamarlo Step júnior? Como si fuese nuestro hijo -Step se juega un guantazo, pero Babi está de muy buen humor.
-No es un niño, sino quizás se llamase Step júnior… o Babi júnior. Sí, Babi júnior mejor.
-¿Prefieres una niña?
-¡Pues claro! ¿Tú no?
-Me da lo mismo. Lo único que me gustaría es que se llamase Step en honor a su padre o Babi en honor a su madre… -otra insinuación. Babi lo ignora.
-Tengo que entrar ya en casa. Adiós Step.
-Mañana no vemos a las…
-¿Quién te ha dicho a ti que nos vayamos a ver?
-Si queremos que exista un nuevo Step o una nueva Babi no queda más remedio.

Babi se los piensa. ¿Podrá escabullirse de nuevo de los brazos de Alfredo?

-Está bien pero… ¿a qué hora?
-A la que quieras.
-No se…
-Mira, mañana voy al instituto y lo hablamos.
-¿Instituto?
-Perdona, es la costumbre. A la universidad. Iré a la universidad.
-¿Te da igual tener que despertarte tan temprano?
-A eso te contesto después.
-¿Después?
-Tú entra en casa.

Duda entre despedirse con un <<adiós>>, con la mano, con un beso en la mejilla o con un beso en la boca. Decide no despedirse. Simplemente se va, él la observa marcharse.
Entra en casa. Daniela la lleva esperando un buen rato. La espera a merecido la pena. Su hermana tiene puesta la chaqueta de Step y viene acompañada de un gran oso blanco. Salta de alegría sobre el sofá.

-¡Step uno, Alfredo cero! ¡Step uno, Alfredo cero! -lo repite hasta que Babi se sienta en el sofá. Teniendo a su hermana tan cerca, el marcador es lo de menos-. Cuéntamelo todo.
-No hay nada que contar.
-Sí, sí que hay. Cuenta, cuenta, cuenta… -suena el teléfono. Lo coge la misma de siempre-. ¿Quién es? -cuando le responden tapa el auricular-. Es para ti -le tiende el teléfono a Babi.
-¿Quién es?
-Step -Babi sonríe. Su hermana se acerca al teléfono para intentar oír algo. Babi lucha por apartarla. Es imposible. Cuando Daniela si propone algo… Lo mejor será responder cuanto antes
-¿Qué quieres?
-Me has preguntado que si me da igual tener que despertarme tan temprano… ¿Tú vas a dormir?

Babi no entiende nada.

-Supongo que sí.
-Pues yo no, ¿sabes? He decidido que quiero ser astronauta.
-¿Astronauta?
-Sí.
-¿Y eso?
-Para subir más alto… más de tres metros… quiero más. ¿Me acompañas? -un nuevo tipo de indirecta, ésta es telefónica.
-Es complicado… Alfredo tiene un buen avión…
-Los aviones van por el cielo, los astronautas van por el espacio. ¿He ganado no?
-No seas tonto, te veo mañana.
-Aún no me has respondido -Babi le cuelga.

Daniela empieza de nuevo a dar saltos y a gritar a los cuatro vientos el resultado del marcador.

-¡Step dos, Alfredo cero! ¡Step dos, Alfredo cero! -vuelve a la carga-. Cuenta, cuenta, cuenta… -Babi acaba cediendo, necesita contárselo a alguien y a falta de Pallina, buena es su hermana.

viernes, 18 de marzo de 2011

Capitulo 11


                                                              11

Tiene frío. Lleva esperando media hora. Con lo que le ha costado escaparse… Se encuentra en las escaleras, igual que la noche anterior. No han acordado verse en ningún lugar en particular, ni siquiera han acordado la hora. ¡Maldito amor! ¿Tanto le costaba entender a su corazón que lo correcto sería amar a Alfredo? Pues nada, que no lo entendía. Está allí plantada como una imbécil. Sosteniendo entre sus manos la chaqueta de Step.
El tiempo pasa y no aparece. Babi opta por ponerse la chaqueta del chico al que espera. Se siente protegida. El cuello de la chaqueta aún lleva su aroma, lo huele mientras recuerda los buenos momentos. Y el olor, en algún momento, actúa como visión. Visión porque le abre los ojos. Visión porque deja de pensar con el cerebro para pensar con el alma que, al fin y al cabo, es lo que nunca muere. Y cuando piensas con el alma no piensas, imaginas, todo es más bonito. Se imagina junto a Step. Éste con apenas una chaqueta puesta, la que ella le ha llevado. Se imagina que lo abraza para resguardarlo del frío… Y entonces sonríe. De alguna forma u otra, Step lo ha vuelto a conseguir. Ha vuelto a conseguir que Babi imagine que otro mundo es posible. Lejos de los estudios, de su madre, de las obligaciones… Sí. Decidido. Ahora más que nunca quiere remontar el vuelo. Ahora más que nunca quiere volver a ese lugar donde todo es tan precioso. Ahora más que nunca quiere estar con Step, con el chico que la está haciendo soñar despierta… Ahora más que nunca quieres estar a tres metros sobre el cielo…

-Hola mi niña -le susurran al oído.

El calor de su aliento entra por la oreja de Babi y le recorre todo el cuerpo. Se da la vuelta. Es Step. Lleva unas deportivas negras, unos vaqueros y una chaqueta similar a la que ella lleva puesta desde hace un momento. Le ha mentido.

-Vienes bien abrigado…
-Sí -Step ríe-. Incluso vamos a juego, parecemos los típicos novios pegajosos que se compran una camiseta igual -vuelve a reír.
-Me has mentido Step -Babi no pierde la compostura. Ha decidido que se dejará llevar, pero no que se lo pondrá fácil.
-Tú también. Me dijiste que no ibas a venir -sonríe en silencio-. ¿Qué pasa que estás decepcionada? ¿A caso querías verme las pelotillas? -otra carcajada.

<<No, no quería verte las pelotillas, pero me había ilusionado con diferentes escenas>> Solamente lo piensa. Está claro que no va a decírselo.

-Para que lo sepas, no tengo necesidad de verte desnudo.
-¿No? -Babi niega con la cabeza-. Me da a mí que me estás volviendo a mentir. ¿Sabes? A mí sí me gustaría verte sin ropa -Babi lo mira perpleja, pero no le sorprende que Step vaya directo al grano, lo conoce demasiado bien-. No me mires así, simplemente soy sincero. Sinceridad, ¿sabes qué es eso?
-Step no he venido hasta aquí para hablar de tonterías. Sí, lo reconozco, he sido tan imbécil como para creerte y venir aquí con la chaqueta pero…

Step la interrumpe.

-Chaqueta que, por cierto, no has tirado. ¿Qué pasa? ¿Le estás cogiendo el puntillo a mentirme? Son muchas mentiras… Seguro que también me mentiste cuando me dijiste que no me querías.
-A lo mejor ahí dije la verdad.
-¿Tú crees en lo que me dijiste? -Babi no dice nada-. Pues eso…

Step empieza a subir las escaleras, poco a poco va dejando a Babi atrás.

-¿A dónde crees que vas?
-Si vienes te lo digo.
-Nunca en la vida.
-¡Y otra mentira!

Se sube en la moto y la arranca. Mira a Babi.

-Para tú información tenía pensado llevarte a cenar  pero, como no vienes, supongo que iré a una feria que hay por aquí cerca.

Hace como si diese gas, pero se queda en el sitio. Babi se lo piensa… ¿Hay algo que pensar? ¡Súbete! No sabe si aquellas palabras se las dice la razón, el corazón, el alma o el cerebro, pero es una opinión de su cuerpo y si el cuerpo lo dice, habrá que hacerle caso.

-¡Espera! -grita Babi. Step apaga la moto para escucharla mejor. El motor deja de rugir-. Me subo si me llevas a la feria esa.
-¿Y a qué esperas niña? Yo te llevo a donde me digas.

Babi sube los escalones y monta de paquete en la Honda azul. Cuantos recuerdos… Y, de lo que no se acuerda, ya se encarga Step.

-¿Recuerdas las normas no? Tienes que abrazarme bien fuerte porque, si no es así y nos ve la policía, me pueden denunciar.
-Si no me agarro te denuncian, pero si te saltas las normas de circulación no… Estos policías…
-Sí, tendrían que hacer un cursillo. Pero mientras tanto… -Step agarra a Babi por las manos y enreda sus brazos en su cintura.
-Mientras tanto agarrada ¿no? -la respuesta a Babi es una pequeña carcajada.

Arranca de nuevo la moto. Acelera conforme va subiendo la marcha. Van a una velocidad normal. Step, aunque parezca seguro, no sabe nada sobre los sentimiento de Babi, por eso no acelera mucho. No quiere estropear el momento.
Cruzan un puente desde el que se ve la playa y, aunque ninguno comenta nada, ambos saben que han estado allí en verano. Los dos solos. Cuando parecía imposible que algo los separase.
Tras tomar algunas curvas en forma de “S” la carretera vuelve a ser recta. Step piensa en levantar un poco la rueda, Babi va bien cogida, no se haría daño, pero… no, mejor no. Si las cosas van bien, ya tendrá tiempo de hacerlo.
Al fin llegan. La música a todo volumen anula cualquier conversación que se lleve a cabo a más de medio metro de distancia. Babi se suelta de la cintura de Step en cuanto éste frena. Ve las lucecitas de colores, gente que va de un lado para otro, cientos de puestos ambulantes por todos sitios: bares, hamburgueserías, tómbolas, tiendas de golosinas y, por su puesto, lo que nunca puede faltar en toda feria que se aprecie, las atracciones, que están más a lo lejos.
Dan un paseo en silencio. Babi lleva las manos en los bolsillos debido al frío, Step aguanta mejor la temperatura, pero también resguarda sus manos por comodidad.

-¡Cinco tiros por tres euros! -grita un hombre con un micrófono. Al parecer es el dueño de la tómbola-. Señor, ¿le gustaría conseguirle a su novia este peluche? -dice dirigiéndose a una pareja de ancianos que lo ignoran.

Ni Step ni Babi hacen ademán de pararse en aquella tómbola. Siguen callados, los dos piensan en frases con las que romper el hielo. <<¿Quieres tomar algo?>> es la que baraja Step, en cambio, Babi cree que la pregunta idónea sería <<¿Y a qué viene esta feria>> Le resulta una pregunta un poco tonta, pero lo que sea con tal de entablar conversación. Step no le quiere dar más vueltas al asunto, le lanzará la pregunta en seis, cinco, cuatro… Babi piensa que lo mejor es empezar a hablar de algo. Sí. Pronunciará su pregunta en tres, dos, uno… Los dos se miran al mismo tiempo y lanzan sus respectivas preguntas. Ni Step entiende a Babi, ni Babi entiende a Step. Fracaso. Babi decide callarse e incita con la mirada a Step para que diga lo que le tiene que decir.

-Qué si te apetece tomar algo.
-Claro ¿por qué no?

Se sientan en la barra de uno de los bares.

-Una cerveza y… -intenta adivinar lo que pedirá Babi.
-…Y una coca cola.

El camarero tarda poco en servirles. El silencio vuelve a hacer acto de presencia. Tantas ganas que tenían de verse y ahora… A Babi no se le ocurre nada que decirle, Step piensa en cientos de cosas, pero justo antes de soltárlas recapacite y decide que mejor se las guarda para sí mismo. No quiere ser grosero ni hacerse el graciosillo, quiere que Babi esté a gusto.
Comienzan a caminar de nuevo. Todo recto. No hay ni una sola curva. Llegan al sitio donde se encuentras las atracciones. Babi observa detenidamente cada una de ellas. Hay una con forma de barco que se mueve de izquierda a derecha haciendo que sus ocupantes casi toquen el cielo. Otra, es como una gran cacerola, la gente se coloca dentro de ella y gira, y gira, y gira… Algunas personas que acaban de bajar están vomitando. Otra de ellas es para los más pequeños, es un tren que hace un pequeño recorrido. Más allá, también para los peques de la casa, se encuentran los cochecitos, los pobres niños se creen que son ellos los que conducen…

-¿Te apetece subir ahí? -Step mira una atracción en la que hay poca gente haciendo cola.
-Vale.

Babi no tiene ni idea de donde se acaba de meter… Incluso Step la mira alzando una ceja. Ni él esperaba esa respuesta.
Mientras Step se pone a la cola para sacar las entradas, Babi observa la atracción. Parece muy pesada y muy difícil de montar. Los largos hierros están en el centro del gran columpio y los rodean una serie de asientos. ¿Por qué los hierros subirán tanto? Son tremendamente grandes…

-Vamos.

Le enseñan los tickets a un encargado de la atracción y cogen asiento. El silencio se rompe poco a poco, mientras esperan a que los demás asientos se ocupen.

-¿Y esto que se supone que hace? -Step entonces lo entiende todo. Sonríe.- ¿Qué tiene tanta gracia?
-Ya decía yo que era imposible que accedieras a montarte -no borra su sonrisa.
-No entiendo nada.
-¿Has leído el nombre de la atracción?

Babi busca con la mirada el cartel que lo indique. Lo encuentra. Tiene el fondo negro y unas letras rojas que señalan el nombre de tanto hierro <<Caída libre>>.

-¿A qué viene ese nombre?
-Está bien, te lo explico si me prometes que no te bajas.
-No, si no me gusta me bajo.
-Entonces será como una sorpresa… -vuelve a sonreírle.
-¡Step no tiene gracia!
-Ya… menos la tendrá cuando te des cuenta de lo que es.

-Babi se da la vuelta, a sus espaldas están los grandes hierros. Se fija en cada detalle del asiento. Un cinturón, por encima de su cabeza una barra de acero y dos hierros forrados de plástico, uno a su izquierda y otro a su derecha, son para que se agarre con ambas manos.

-Está bien, necesito saberlo… No me bajaré.

Step se levanta de su asiento y se coloca frente a Babi. Le pone el cinturón, baja la barra de acero y le sujeta las manos.

-Es para asegurarme de que no sales corriendo -carcajada-. Mira, este mecanismo es muy sencillo. ¿Has visto esos grandes hierros? Miden cien metros. El caso es que nuestros asientos suben lentamente hasta lo alto y cuando estemos arriba… ¡Zas! Nos bajan a toda velocidad.
-¡¿Estás loco?! Me bajo ahora mismo -Babi intenta deshacerse de las manos de Step. Imposible. Se da por vencida-. ¡Qué sea la última vez que me haces algo así! -Babi gira la cabeza para evitar el rostro de Step.
-¡Vayan poniéndose adecuadamente las medidas de seguridad.

Step deja libre a Babi.

-¿Por qué no me miras? -Se sienta en su sitio. Babi no le dice nada-. Pues si no me hablas no me pongo el cinturón -Babi lo mira. Es cierto, no lo tiene puesto.
-Si sufren algún accidente por oponerse a las normas de seguridad no nos haremos responsables. Por favor… -el hombre vuelve a repetir las mismas palabras.
-¿Prefieres verme muerto antes que decirme algo? -Babi sigue sin contestar nada.
-El viaje comenzará en breve.

Empiezan a subir por aquellos hierros de cien metros. Babi mira de reojo a Step. Sigue sin cinturón. Bah, seguro que se lo pondrá en el último momento. No piensa hablarle. No le ganará aquella partida.

-¿Sigues sin decir nada? -Babi lo vuelve a mirar de reojo, Step le sonríe.

Setenta metros, Step sigue sin el cinturón. Babi empieza a preocuparse. Ya no lo mira de reojo. Lo mira fijamente.

-Una palabra tuya hace que no me mate…

Ochenta metros, Step no cede, tampoco lo hace Babi. No, no piensa hablar, Se lo abrochará en el último momento…

-Y sigues sin decir nada.

Noventa metros. Step se estiraza los brazos como si estuviese en el salón de su casa. Finge un bostezo.

-Me voy a morir aburrido…

Noventa y cinco metros. Se miran a los ojos.

-¡Hasta siempre amor!
-¡Imbécil! -grita con toda su rabia contenida.

Step se apresura en ponerse el cinturón, baja la barra de acero y se agarra con fuera a los plásticos. Le dedica un guiño.

-¡Gracias! ¡Yo también te quiero!

Cien metros. Todo lo que sube, baja, y esta no iba a ser la excepción. La ciencia dice que a esa velocidad es imposible que se escuche algo. La ciencia a veces falla. Step no para de reír mientras oye los gritos de Babi.

-¡¡¡Aaaaahhh!!! -son agudos, sería capaz de matar a una rata con ese tono.

Babi lo pierde todo de vista. No ve a los niños que se creen conductores, no ve a la gente que vomita, no ve el trenecito… Se podría decir que ni siente, ¿siguen allí sus extremidades? Quizás las ha perdido debido a la velocidad de aquella maldita atracción. Incluso, por un momento, cree estar sorda. No, no lo está, escucha el silbido del viento. El corazón de Babi está al borde del suicidio, no está acostumbrado a esos traites. Y, justo cuando el corazón había encontrado la pistola perfecta con la que apuntarse y apretar el gatillo… la atracción para. Vuelve a ver a los niños, a la gente vomitando, al trenecito… Y vuelve a escuchar y, muy de cerca, la risa de Step.