¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

sábado, 26 de marzo de 2011

Capitulo 15

                                                              15

Babi introduce la llave intentando no hacer ruido. Una y media de la madrugada. Su familia debería estar durmiendo. No le apetece despertarlos y, menos aún, despertarlos y que la acribillen a preguntas. Se lo imagina. Su madre dando gritos, ella sin saber que responder, su padre intentando poner paz y Daniela siendo espectadora de la escena. Ojalá que no se despierten. Sin embargo no tiene porque despertarlos si ya lo están… Gira la llave y entra. Todo oscuro. No busca el linterruptor de la luz, es mejor no encenderla. Camina de puntillas hasta su habitación. A medio camino, se hace la luz. Babi se queda quieta. ¿De dónde viene? Se da la vuelta y la ve. Raffaela viste una bata azul cobalto, tiene los brazos en jarra y su cara advierte una próxima riña.

-¿Se puede saber de dónde vienes?
-De por ahí -Babi se pone a la defensiva.
-¿Te parece buena respuesta? ¿Te parece bien contestarle así a tu madre? ¿A la mujer que lo da todo por ti y mira por tu futuro? ¿Dónde has estado? -insiste.
-He estado dando un paseo. Necesitaba despejarme.
-¿Más de cinco horas despejándote? ¡Babi no me mientas! ¡Se que saliste a las nueve! Tu padre y yo nos fuimos sobre las ocho y media, pero a tu despistado padre se le olvidó ponerse la corbata y volvimos a casa. ¡Ya no estabas! ¡Cuando volvimos a por la corbata, no estabas! ¿Con quién has estado?
-Con Alfredo.
-Alfredo me ha llamado a las diez, te estaba buscando y no te encontraba.

Con Raffaela es imposible mentir. No se le escapa una. Lo tiene todo controlado. Es como si ella fuese el titiritero y las personas de su alrededor las marionetas. Pero Babi tiene experiencia. Sabe como llevar el asunto y, aún más, cuando es importantísimo que su madre no descubra la verdad.

-Mamá -con esta palabra comienza una de las mayores mentiras de su vida, quizás la que pase a ocupar el primer puesto. Intenta mantener la calma. Debe transmitir tranquilidad-. Salí de casa a las nueve, como ya te he dicho antes, di un paseo y, por el camino de vuelta a casa, me encontré con Alfredo que, por cierto, me estaba buscando, así que fuimos a cenar.

Raffaela clava sus ojos en los de su hija. Sin saber muy bien como reaccionar. ¿Concuerda esa cuartada? Sí. Posiblemente sí. La cree. No. Babi no ha hecho nada malo, hace tiempo que no lo hace, pero también hacía mucho tiempo que no llegaba a esas horas sin avisar.

-Lo siento. Estaba preocupada. Otra vez me llamas.
-Vale mamá. También yo te pido perdón por no avisar.
-No pasa nada, pero tenlo en cuenta para la próxima. Ahora ve a dormir -Babi le sonríe y vuelve a poner rumbo a su habitación-. ¡Oye! -Babi se gira de nuevo-. ¿No me das un beso?

Babi besa las mejillas de su madre y entra en su habitación. Cae rendida en la cama. Encima de la colcha. Ni siquiera le apetece meterse dentro. No le importa el frío. Gira su cuello a la izquierda. Un gran oso blanco parece sonreírle mientras la mira. Kiko. Sonríe al recordar el nombre del peluche. Y ver al peluche tan solo le mete prisa. Prisa por dormirse y dejar que pase rápido lo que queda de noche. Prisa por dejar correr el tiempo y detenerlo justo en el momento preciso. Y, que en ese momento todo vaya a cámara lenta. En ese momento en el que lo vuelva a ver. Y de repente cualquier recuerdo lo ocupa él. Como si fuese su locura. Como si no existiera nadie más. Como si tan solo hubiese vivido buenos momentos junto a él. Y así, entre buenos recuerdos, termina por dormirse.



Alfredo acompaña a Babi a la universidad. Ambiente tenso. El chico no entiende nada. Ayer no pudo ver a Babi en todo el día, la otra noche se escapó… Y todo desde que fue con Pallina a las dichosas carreras y se encontró con el tonto ese. ¿Cómo se llamaba? Ni si quiera recuerda su nombre… Stefano. Sí, así era. Stefano Mancini. Un delincuente que en lo único que piensa es en su moto.

-Babi no me mientas. Se que estuviste con el tonto ese.

Y dale con que miente. ¿Tanto se le nota? Últimamente se lo dice todo el mundo.

-¿Con qué tonto? ¿De qué hablas? Estuve con Pallina, te lo acabo de decir.

Babi intenta justificar lo injustificable. Sabe que Alfredo no tiene derecho a que lo engañe, pero necesita tiempo. Además, tan solo fueron un par de besos… Se sienta culpable. Debería decírselo, pero ahora no. En otro momento. Cuando esté más tranquilo y no vaya conduciendo.
Alfredo para el coche enfrente de la universidad.

-Nos vemos después.

Acerca sus labios a los de Babi para despedirse con un beso, pero ésta hace como si no se hubiese dado cuenta, ignora los morros de Alfredo y lo besa en una mejilla. Después sale del coche. Deja a tras a Alfredo con un enojo de mil demonios. Pallina se le acerca con alegres pasos, impaciente por saber otro capitulo de la nueva novela de su amiga y Step. Babi se hace un poco de rogar, pero acaba por confesárlo todo.

-¿Y has pensado ya en decírselo a Alfredo?
-Por favor no, no me hagas hablar de eso. Tengo la cabeza loca con ese tema. Se lo diré. Solo estoy buscando el momento oportuno.

Pallina rebusca en su bolsillo, saca su móvil y lo tiene a Babi.

-A Step lo dejaste por teléfono…
-Y no fue una buena decisión -empuja con la palma de la mano el móvil.

Pallina vuelve a guardarlo. Ahora intenta cambiar de tema. Algo que sea más alegre y que no entristezca a su amiga.

-¿Y cuándo ves de nuevo a Step?
-Pues, se que parece extraño, pero esta tarde aquí.
-¿En la universidad?
-Sí. No se que pretende.



Decidido y con paso firme. Así entra Step en el despacho de su hermano. Paolo, que no se lo espera, se asusta un poco hasta ver de quien se trata. ¿Qué pretende ahora? Step se sienta en la cómoda silla que hay enfrente de la de su hermano. Tan solo les separa el escritorio.

-¿Se puede saber qué haces aquí?
-Tengo que decirte algo -Paolo enarca las cejas mientras espera a que Step comience a hablar-. Sé que estás enfadado conmigo por lo del tipo ese.
-¿El tipo ese es al que dejaste inconsciente? -Step asiente-. ¿Qué me vas a decir que no querías hacerle daño?
-No. No te voy a decir eso. Es más quería que sufriera. Que se arrepintiera de haber nacido.
-¿Entonces?
-Paolo no puedo ir a la cárcel. Ahora no.
-¿Y qué quieres que haga?
-No se. ¡Lo que sea! ¡Cualquier cosa! Hace un mes me hubiese dado igual, pero ahora no.
-No puedo hacer nada.
-Por favor.

Paolo suspira.

-Contrataré al mejor abogado. Otra cosa no puedo hacer. No te prometo que no irás a la cárcel. No puedo prometértelo -traga saliva-. Step ¿tú piensas que yo quiero que te encierren? No, haré todo lo que pueda, pero es prácticamente imposible.
-Confío en ti.

Y se larga. Dejando a Paolo con un gran peso sobre los hombros. Confío en ti. ¿Cuánto hacía que alguien no se lo decía? Es más, ¿se lo habían dicho alguna vez? Con esa frase, Step hace que Paolo se enorgullezca de sí mismo. Soy su hermano mayor. Debo ayudarle joder. Y abre la guía telefónica, y empieza a buscar contactos en su móvil, e incluso mira en internet. No, no permitirá que su hermano vaya a la cárcel.
Step sale y se encuentra al Siciliano. Disfrutando de un cigarro mientras lo espera. Montado en su moto, con las gafas de sol en pleno invierno. Reflexiona mientras mira la imagen de su amigo. ¿Alguna vez he tenido yo esa pinta? Se preocupa por un momento. No. Creo que yo siempre me he preocupado más que él por no hacer el ridículo. No. Yo no he ido nunca así.

-¿Por qué me miras tanto maricón?
-Pensaba en lo feo que eres -Step suelta una carcajada.
-¿Qué te ha dicho tu hermano? -el Siciliano está informado del asunto del juicio.
-Que lo intentará.

El Siciliano le da la última calada al cigarrillo y lo tira al suelo.

-¿Quieres que vayamos a romperle la cara a ese anormal de Poppy?
-No. Ya tuvo bastante. Por poco ni lo cuenta -ambos ríen-. ¿Te hace una cerveza?
-Eso siempre, pero me tengo que ir. Quedé con Madda y ya voy tarde diez minutos.
-Para ir de cañas no tienes tiempo y para romper caras sí…
-En serio Step, llego tarde.

El Siciliano se marcha sin despedirse. Step recuerda a Madda. Una de las muchas chicas a las que no trató bien. No. No hubo malos tratos, eso nunca, pero aún así… No lo merecía. Es igual. Lo pasado, pasado está. ¿Qué hora es? Lo mejor será dar una vuelta para despejarse, queda un mundo para las cinco.

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