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-…¡Nunca te entenderé! ¿Cuándo te vas a decidir? Ayer Step era el peor hombre de la tierra y hoy… ¿acaso sufres trastornos a corto plazo?
-Si llego a saber que me vas a insultar de esa manera, no te lo cuento. ¡Eres mi amiga! Tú deber es fingir que estoy haciendo lo correcto y apoyarme…
-Oye, que yo no he dicho que no estés haciendo lo correcto… Es más, fui yo la que hizo que vieras a Step aquella noche…
-¡La criminal lo confiesa todo! Te pregunté mil veces y lo negabas. Serás… ¡ya te vale!
-Con un simple gracias basta.
-¿Gracias? ¿Por qué?
-Por hacer que vuelvas a vivir, por hacer que pises algo que no sea un restaurante y, porque no decirlo, por mejorar tus vistas, Step es más guapo que Alfredo… -Pallina se acuerda del pobre rubio-. ¡Alfredo! ¿Qué vas a hacer con él? ¡Tendrás que decírselo!
-¿Perdón? Mi novio es Alfredo, Step es un amigo… Un buen amigo -rectifica.
-¿Seguro? Si no existiera Alfredo ¿Qué lugar ocuparía Step?
De la nada, aparece la Honda azul. Step aparca y se coloca al lado de Babi.
-¡Salvada por la campana! -Pallina se marcha.
-¿A qué se refiere? -Step está confuso.
-No tengo ni idea -miente-. Ya sabes que está un poco loca.
Step ignora el tema. Hay cosas más importantes de las que hablar.
-¿Y bien? ¿A qué hora nos vemos? -Step le dedica la mejor de sus sonrisas, esa que tanto le gusta a Babi.
-A cualquiera -se deja llevar.
-¿Ahora mismo?
La respuesta debería ser un rotundo NO. Pero… desde la noche anterior no se deja guiar por lo correcto. No, no es su cerebro quien le envía la información necesaria para responder a las preguntas de Step. Además, no hay nada de malo. Hay muchos novios que cortan y después son buenos amigos ¿podría ser uno de esos casos, no? Aunque quizás a Babi le gustaría llegar más lejos… Tan lejos como pueda. Tan lejos como tenga oportunidad. Más allá del cielo… Lejos de todo lo demás.
Alguien se aclara la voz a su espalda. Babi se gira. Es el director de la universidad y, a la vez, su profesor de economía. ¿Qué hace allí?
-Gervasi ¿de qué conoce a este patán?
¿Patán? Babi no entiende nada. ¿A qué se refiere? Gira la cabeza. Step la mira.
Está nervioso, ¿otra vez él? ¡Joder! Una de cal y otra de arena. Ying yang. La vida y su dichoso equilibrio… ¿Qué debe hacer? ¿Lo ignora? ¿Se hace el loco? ¿Sale a correr? ¿Le vuelve a dar caña? Calma. Calma, Step, calma. Piensa. Sé amable.
-¿Perdone, a quién se refiere con patán? -Step: el as de las mentira.
-Ahora me tratas de usted… -el director no olvida.
Step advierte que aquello va para largo y que no aguantará mucho hablándole con respeto.
-Babi ¿por qué no entras? Las clases comenzarán en poco tiempo.
Babi mira a ambos. ¿Se puede saber que pasa? ¿De qué se conocen? Está claro que Step no ha cambiado, sigue metiéndose en líos… ¿Por qué Step, por qué? Suspira. Tranquilidad. Quizás no lo conozca por nada malo. A lo mejor son amigos… Vuelve a mirar a ambos. No. No son amigos. No se han saludado…
-A las nueve donde ayer -y se marcha.
Step traga saliva.
-¿Qué quieres ahora?
-¿No creerás que te vas a ir de rositas?
-¿Me has denunciado?
-No -bien. Step lo celebra internamente, pero no deja que su felicidad se refleje. Debe mantener la compostura-. A cambio, creo que deberías hacer unos trabajos. Aquí, en la universidad.
-¿Crees que voy a venir a limpiar tu mierda?
-Si prefieres ir a juicio…
-Está bien.
-Estamos pintando las aulas. Tendrás que venir por la tarde. De cinco a ocho y cuidadín con los retrasos… La verdad es que debería ser un castigo más severo. Tan solo quedan un par de días de trabajo, como mucho tres o cuatro. Pero, aunque sean pocos, los cumplirás. ¿Entendido? -Step asiente-. Así me gusta. Empiezas mañana.
Entra en casa silbando. ¿Qué canción es? Es igual, no importa. Está feliz. No dejará escapar esta segunda oportunidad. ¿Dejar escapar? Que él recuerde no dejó escapar la primera. En fin, que hará lo posible porque Babi vuelva con él. Sí, esas palabras son más adecuadas. No importa estar pintando unas malditas clases. No. Podría haber sido peor…
Cierra la puerta de un golpe.
-¡Soy yo María!
Sorpresa. No responde la asistenta. Paolo lo espera sentado en el sofá. ¿Qué hace allí? Si últimamente trabajaba incluso los domingos… ¿Lo han despedido? No. Paolo es muy bueno en su trabajo, no cabe ninguna posibilidad de despido. A lo mejor se ha liado con su secretaria y los han pillado… Con lo inocente que parece…
-¡Por fin llegas! ¡Tenemos que hablar!
-¿De qué?
-De tus costumbres, de tus rarezas. ¿No puedes ser normal? No, ¡el niño tiene que pegarle a todo ser viviente!
Step, por un momento, cree entenderlo todo.
-Comprendo… Tampoco te tienes que poner así. Cumplo mi condena y punto.
Confusión. Hablar el mismo idioma no significa entenderse.
-¡Condena! O sea, que ya has calculado hasta cuanto te puede caer. ¡Pueden ser más de dos!
-Bueno, si son tres días tampoco pasa nada…
-¿Días? ¿De qué hablas?
-Del director de la universidad…
-O sea que el chico aquel no es el único…
El chico aquel… Poppy. Se le nubla la vista. El cerebro se le bloquea. ¡Joder! De nuevo ying yang. ¡Cómo odio el equilibrio!
-Ha llamado la policía. Querían hablar contigo, pero como no estabas, han llamado a mi despacho -Paolo se levanta y se sitúa enfrente de su hermano. Step traga saliva-. Dentro de un mes, el juicio -y se marcha a paso ligero y dando un portazo.
Juicio… esta vez el ying yang se ha pasado. Recuerda las palabras del abogado <<Reincidir es cárcel>>. Cierra con fuerza su puño derecho. Con su mano izquierda agarra un cuadro precioso. Pintado al óleo por un artista que se intenta dar a conocer. No lo conocerán por esa misma obra que Step sostiene con rabia... Lanza su puño derecho y suelta un grito desgarrador. La obra de arte queda hecha añicos. La deja caer al suelo. Step la imita, pero él cae de rodillas. Se abre la puerta. Es María. Empieza a parlotear alegremente. Le gusta llegar y encontrarse allí a uno de los chicos.
-Hacia tiempo que no… -Step la fulmina con la mirada. La asistenta calla y se mete en otra habitación.
En la universidad se respira otro aire. Chicos van de aquí para allá. Alguno que otro le hace la pelota a un profesor. Hay también algunos que conversan alegremente del último partido de la Roma. Dos amigas salen del servicio. Ninguna adelanta a la otra. Caminan al mismo ritmo mientras hablan.
-Estoy orgullosa ¡eres la jefa!
Pallina no se hace idea de lo poco que le gusta a Babi esa expresión. ¡Eres la jefa! Suena a que algo malo está a punto de pasar.
-¿Sabes? Estoy muy feliz por ti, pero sigo pensando en Alfredo.
-Pallina, entre Step y yo ahora mismo no hay nada. ¿Lo entiendes?
-Pero habrá ¿lo entiendes? -la imita en tono chulesco-. Tiempo al tiempo. Te ha regalado un osito, eso es muy mono por su parte…
-¡Un osito que casi no entra por la puerta de mi habitación!
-Aún así, es un buen detalle.
-Ya, pero… no se, me da miedo a que las cosas se tuerzan, ya ocurrió una vez y me hizo mucho daño. No quiero volver a pasar por lo mismo. Somos amigos, así es mejor.
-Babi, Step no es malo… es especial. Sí, tienes razón. No va de galán, no te envía flores, no le cae bien a tu madre, pero… no sé. No es malo ser diferente.
-Bonito discurso. ¿Has acabado ya, premio novel?
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