18
Entra al parque. Lo ve de lejos. Él se da cuenta e, inconsciente de lo que va a decirle, sonríe. Babi se acerca seria, pero el insiste con su sonrisa, intenta que ella le dedique una, pero no. Hoy no. No es momento de sonrisas. Cuando ya están lo suficientemente cerca, Alfredo intenta abrazarla, Babi le retira delicadamente los brazos.
-¿Se puede saber que pasa?
-Tenemos que hablar.
Y es justo en ese momento cuando las esperanzas del muchacho se desvanecen. Tenemos que hablar. ¿Habrá alguna frase peor? Incluso “te odio” es mejor. Tenemos que hablar. Suena a algo serio. Además, ha evitado su abrazo. Tenemos que hablar. Una de las típicas frases de las películas americanas. Significa que la cosa no va bien. Significa que ella no está a gusto. ¿Significa que se acabó? No. No puede ser. Las películas acaban bien…
-Habla -y esta vez la sonrisa de Alfredo es forzada.
¿Por dónde empezar? ¿Que se supone que tiene que decirle? ¿Vuelvo con mi ex? No, eso no. Tiene que quedar bien. Tiene que no hacer daño. ¿No es por ti, es por mí? Está muy visto.
-Alfredo yo… -el chico no deja que su sonrisa se venga abajo y esto hace que Babi se sienta más culpable-. Alfredo no creo que necesites en tu vida lo mismo que yo.
-¿Qué quieres decir?
-Tu eres más de… no se, restaurantes, perfección, puntualidad… Pasé muchos años viviendo así, me ataban mis padres, y ahora siento que me atas tú. Mírame. Tengo dieciocho años, ya soy mayor de edad. Dentro de poco saldré de la universidad y empezaré a trabajar. Siento que en ese momento miraré atrás y me daré cuenta de la vida tan aburrida que he llevado. Cuando estoy contigo no hay ningún problema, no hay riesgo de que lo haya. Necesito otras experiencias. No quiero ser el tipo de persona que acaba haciendo todos los días lo mismo. No seré un robot -traga saliva y aprieta los labios para contener las lágrimas. Es difícil decirle todo eso a una persona que solo es culpable de quererte-. Alfredo yo… yo necesito escaparme de casa. Escaparme de casa y volver a hurtadillas con miedo a que mi madre me pille. Necesito llorar cuando las cosas no salgan como quiero, y llorar, también, de felicidad. Y cometer errores y arrepentirme de ello. Y que mi cuerpo esté sentado en clase y mi cabeza en otro sitio -aprieta los ojos, los vuelve a abrir y suspira-. Alfredo, necesito…
-Amar.
-Vivir -le corrige, aunque sabe perfectamente que él también lleva razón.
-Me estás diciendo que se acabó -Babi asiente. Alfredo mira al suelo. Reflexiona. Vuelve a mirarla-. Babi se que él te está esperando. Quizá esté escondido, viendo la cara de tonto que se me queda mientras tú me dices esto -Babi niega con la cabeza-. Te voy a esperar. Voy a esperar a que recapacites. A que te lo pienses.
-No hay nada que pensar.
-Babi te estás equivocando. Ya lo dejaste una vez ¿no?
-Y me he arrepentido cada segundo de mi vida -le acaricia la cara-. Eres muy bueno. No te mereces a una loca como yo. Estoy segura de que encontrarás a alguien que te quiera.
-¿Y encontraré a alguien que yo quiera?
-Seguro -Babi le sonríe por primera vez-. Me tengo que ir. Le dije a mi madre que tardaría poco en volver a casa.
Mientras la ve marcharse, Alfredo reconstruye lo sucedido. ¿En serio? ¿De verdad a ocurrido? ¿Lo acaban de dejar por un…? Ni se le ocurre un buen insulto para alguien así.
Están todos. Se pasan un litro de cerveza mientras ríen. Esta vez Step se entera de todo. No está despistado. Le preguntan sobre el juicio y él no tiene problema en contestar, aunque preferiría no hablar del tema. Sus amigos lo apoyan y alguno que otro elabora un plan para sacarlo de la cárcel. El plan de Hook no está nada mal, pero será difícil robar un tanque…
-¡Oye! -grita el Siciliano-. Hoy después de las carreras a comer pizza -y ahora viene la misma broma de siempre-. Invito yo -ríen.
Schello se acerca al grupo megáfono en mano.
-¿Corréis?
Dario, Hook y Step responde con un “sí” al unísono. Schello mira al Siciliano esperando su confirmación.
-Corro con Madda en la segunda.
Schello lo mira, lanza una ojeada rápida a Step y vuelve a centrarse en el Siciliano.
-Antes eras más competente.
-¿Insinúas que no corro por qué lo hace Step? -Schello sube los hombros-. Puedo ganarle ¿sabes? -le da un largo trago al litro-. Apúntame que se va a cagar -y mira desafiante a Step.
La carrera empieza, los cuatro amigos se colocan alineados, uno tras otro. Step es el que está más a la izquierda, a su derecha se encuentra el Siciliano. Se miran y hacen rugir el motor. Step le sonríe, pero su amigo se lo toma más en serio.
-Te dejo abandonar si quieres -y Step suelta una carcajada.
-No eres nada, ¿sabes que le he hecho unos arreglos a la moto? -el Siciliano lo dice orgulloso, casi presumiendo.
-¿De qué te sirve si no la sabes conducir? -otra carcajada.
El Siciliano le aparta la mirada y centra sus ojos en la carretera. Step lo mira durante unos segundos, espera que le responda, pero nada. Su amigo se pica con demasiada facilidad. Es igual. Se le pasará en cuanto acabe la carrera.
Schello da la señal y las motos empiezan a correr. Poco a poco, alguna que otra, se va quedando atrás y el conductor que la lleva escupe insultos a diestro y siniestro.
Llegan al tramo del caballito, hace tiempo que la gente sabe que la cosa está entre Step y el Siciliano. Ambos levantan la moto, el Siciliano reduce un poco, pero Step da más gas, como si no le importase su integridad física. Como si ganar fuese lo más importante. No, ganar no es lo más importante. Lo es el dinero. Mientras lo adelanta se lleva la mano izquierda a la frente y con los dedos juntos lo saluda como si el Sicilano fuese su superior. Después lo deja atrás. En los últimos metros le basta con mantener la velocidad.
-¡Step! -grita Schello-. ¡El campeón de campeones! ¡El grande! ¡El inigualable! ¡El águila real! -dice haciendo referencia a su tatuaje-. ¡Hoy tampoco hay sorpresa!
Madda se acerca a Step con una amplia sonrisa, Step la saluda con la mano.
-Felicidades. No hay quien te destrone. ¿Se puede saber cuál es tu pócima secreta?
-No es difícil ser mejor que toda esa panda.
-Hoy si hablas…
-Supongo.
-¿Y a qué se debe? -Step abre la boca para responderle de forma ingeniosa, pero Madda no le deja-. No, no, no. No me lo digas. Es el amor ¿verdad? -Step pone cara de póquer-. Te vi con Babi en la feria.
-¿Y si estoy con ella, qué? ¿Tienes algún problema?
No. Por supuesto que no piensa responder con sinceridad a esa pregunta, pero sí. Si lo tiene. Antes, al menos, había esperanza, ahora ni eso. Aún lo quiere. Haría lo que sea por él. No dudaría. Él es al único chico que ha querido. Es imposible borrárselo de la cabeza.
-¿Qué problema voy a tener? -una moto pita más allá. Es su novio. Lo mira y le sonríe, después, vuelve a mirar a Step-. Soy feliz con lo que tengo.
-Me alegro.
Y ese “me alegro” suena a que se ríe un tanto de ella. Pero no es así. Es verdad, se alegra. Madda se merece estar con alguien que la quiera, no es mala chica. Step roza el arrepentimiento por haberla utilizado a su antojo.
Step se acerca al Siciliano. Se sonríen. Son amigos, muy amigos. Ya no hay rivalidad. No después de la carrera. Step le golpea con fuerza el hombro con el puño cerrado. Va a hacer daño. Pero el Siciliano hace como si nada. Son tan orgullosos que no piensan quejarse de ningún golpe.
-Esta la ganas.
El Siciliano mira a su novia y le da un beso en la boca delante de Step. Dura lo suficiente como para que Step baje la mirada mientras espera a que acaben. Al fin se despegan.
-La ganamos -corrige decidido.
Me ha encantado!
ResponderEliminarpoor favor le agradeceriia que publicara más porqe me a gustado mucho.
Graciias,un beso