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Camina a paso rápido, casi corriendo. ¿A qué hora empiezan las clases? A lo mejor ya han empezado… Da igual. Si tiene que colarse y sacar de los pelos a la pija, lo hará. Sabe que el juicio es a las diez y no piensa dejar que Step vaya a la cárcel, pero tampoco será ella su heroina. Si alguien debe salvarlo es Babi. No está dispuesta a tener antecedentes por culpa de Step. Quizás la historia sería otra si aquella noche no le hubiese hablado de esa forma…
Atrás quedó el avión, Nueva York, las noches en vela, las fiestas y el alcohol. Todo quedó atrás. Todo menos el amor. Eso sigue como estaba. Paolo está en el despacho, no en el suyo, en el de Rossi. En el de Sandro Rossi, el abogado de Step. El pobre hombre busca como loco una coartada, algo que justifique la paliza que el pequeño de los Mancini dio hace algún tiempo atrás. El abogado pregunta una y otra vez a Step, pero éste colabora más bien poco.
-No hay excusa.
-No se trata de que haya o no haya una verdadera excusa -acentúa la palabra “verdadera”-. Se trata de que no vayas a la cárcel. Si no hay una verdadera justificación, hay que inventarse una. ¡Y pronto!
-Se supone que ese es tu trabajo.
-Stefano has sido tú el que no has querido hablar conmigo en todo este tiempo.
-Step.
-¿Perdón?
-Llámame Step.
-Setefano -y hace una pausa mientras sonríe-. ¿Se te ocurre algo?
-Sandro, no voy a hacer tu trabajo.
-Rossi. Llámame Rossi.
-Sandro -le guiña y se ríe-, esto no es cosa mía.
-Eres tú el culpable de que ese chico estuviese inconsciente -se vuelve loco conforme habla-. ¡Tiene que haber algo! ¡Algo qué te justifique! ¡Algo! ¡Dime algo, joder!
Paolo alza la mano como si pidiera el turno de palabra e interviene en la acalorada conversación.
-¿El amor? -aventura.
-El amor -Rossi mira a Step. El chico le aparta la mirada-. El amor no justifica nada. Es algo que no existe. Es un invento del cine.
No puedes decir algo así. No ante dos personas que están enamoradas. Step pasa de las palabras del abogado, pero Paolo… Él hace poco que se enamoró, ¡no piensa permitir que hable así de algo tan maravilloso!
-¿Perdón? El amor sí existe.
-No creo en algo que no veo.
-Dígame ¿ve el viento?
-No, no lo veo.
-Pero, aún así, sabe que está ahí. ¿Por qué no iba a existir el amor?
-Es solo una opinión… -el abogado hace un intento de quitarle hierro al asunto.
-¡Pues se la calla! -grita enfurecido- ¡Por qué es un insulto para los que sabemos que existe! Que usted no lo conozca no tiene nada que ver… ¿Nunca ha sentido mariposas en el estómago?
-Paolo -le advierte Step.
No hace caso. Es más, se levanta de la silla y gesticula exageradamente mientras sigue con el particular discurso.
-¿Nunca ha querido parar el tiempo cuando está con esa persona especial?
-Paolo -vuelve a intentarlo en vano.
-¿Nunca ha creído estar loco?
-Paolo -intenta de nuevo Step.
-¿Nunca se ha despertado y…?
-¡Paolo coño! -grita Step al tiempo que da un golpe en la mesa y se levanta con furia de la silla. Los otros dos le miran-. De nada por las vacaciones, pero no te desvíes del tema principal -hace un intento de imitar su voz. Se burla -¿Nunca te has visto durmiendo en la cárcel?
Pallina cuenta alegremente lo ocurrido con Paolo. Las noches en Nueva York, las fiestas, los besos… Adorna cada frase, exagera cada momento en un intento de levantar cierta envidia en Babi. No lo consigue. Babi se alegra mucho por ella, pero no la envidia. No después de haber pasado su mejor fin de semana. Ella no recuerda las noches de Nueva York, pero sí los besos, las caricias, el escuchar <<te quiero>> nada más levantarse…
Las dos muchachas siguen caminando despreocupadas, unas contando miles de anécdotas, la otra escuchando mientras añora el fin de semana.
-¿Babi? -pregunta alguien a sus espaldas. Las chicas se giran-. Sí, sí eres Babi. Tenemos que hablar.
Babi se fija en la chica. Conoce esos ojos verdes, ese pelo azabache, esa vestimenta de tipa chunga… Es Madda.
-¿Para qué quieres hablar conmigo? No quiero saber nada de ti -responde Babi valiente y creciéndose ante Madda.
Tranquila. No le partas la cara. No aún. Espera unos días. Respira hondo Madda, respira hondo… ¡Dios dame paciencia para soportar a la pija! Y pensar que hago esto por Step… Todo sea por él. Por el chico que me dejó por otra…
-Mira niñata, no he venido a pelear.
-¿Y a qué has venido?
-¡Pues a hacer el tonto! Porque el cabrón de tu novio no se merece que haga esto por él.
-¿Qué estás haciendo por él?
-¿No sabes nada?
-¿De qué?
-Del juicio.
El tiempo ahora pasa lento. La cabeza está hecha un lío. Juicio. Juicio. ¿Qué juicio? ¿De qué habla? ¡Step! Habla de Step y de un juicio… Babi alza la vista a las nubes. Baja. Baja al igual que hizo unos meses. Baja de ese precioso mundo de estrellas, ángeles y amor, sobre todo amor. No, no se puede vivir allí arriba. El lugar de los humanos está abajo.
-Es a las diez. Casi mata a un chico. ¿No te lo ha dicho?
Babi mira a Pallina. Busca algo. Algo que le diga que Madda miente. Pero no, Pallina está seria. También la cree. Observa a Madda. Está seria, acalorada, su frente la recorren gotas de sudor. No. No miente. Mierda. Sale corriendo.
-¡Babi! -Pallina intenta detenerla a voces-. No sé porque estás tan encaprichada en joderle la vida…
-No le he jodido la vida a nadie. No soy yo la que va golpeando a todo el mundo.
Más arriba. Desde una ventana, una persona ha presenciado la escena. No ha podido escuchar bien lo que decían, pero los gritos de Pallina advierten que es algo serio. Sí. Lo mejor será llamar a los padres de Gervasi. No quiere que le pase nada malo.
-… El presunto agresor es Stefano Mancini. Con antecedentes por casos semejantes. Según cuenta el agredido, le golpeó hasta dejarlo inconsciente. Dice no recordar gran cosa debido a las lesiones… -un hombre informa al juez del siguiente caso.
Step está sentado delante. Frente al juez y al lado de Sandro Rossi. A su derecha está Poppy con su abogada. Poppy parece seguro, tanto como la rubia que piensa meter a Step entre rejas. Rossi asiente y sonríe a Step para darle seguridad. Alguien tose a su espalda. Se gira. Su padre y su hermano están justo detrás de él. Resopla. Hace ademán de volver a mirar al frente, pero justo entonces… ¿Qué hace allí? Entre tanta gente destaca ella. Ella. Una de las dos mujeres que más ha querido. Una de las dos mujeres por las que más ha llorado. Una de las dos mujeres por las que más ha sufrido. Hay que tener sangre fría. Congelada. Para tener el valor de plantarse aquí comos si nada… Pero le gusta. Le gusta que esté allí. Necesitaba verla. Si el lugar fuese otro se levantaría y la abrazaría… o quizás se levantaría y a medio camino la esquivaría. Es duro verle la cara… Su madre le sonríe y él le aparta la mirada. Cuando vuelve a centrarse en el juicio la abogada de Poppy está en pie y se dispone a hablar.
-Señor juez, miembros del juzgado… Es tan evidente que el señor Mancini es culpable, que podemos ahorrarnos horas de juicio. Así que en primer lugar, me gustaría pedirle por favor, que se declare culpable. El tiempo de todos es muy valioso… -La rubia mira fijamente a Step, quien le aguanta la mirada. Serio. Sin pestañear-. ¿Y bien?
Rossi se pone manos a la obra.
-¡Protesto señoría! No puede obligar a que mi cliente se declare culpable. No sin alegar pruebas.
Los dos abogados miran al juez.
-El señor Rossi tiene razón.
-Perdone, pero no le estoy obligando, le estoy dando la oportunidad.
Ahora el juez duda.
-Si es tan amable, empiece a aportar pruebas. Si en algún momento el señor Mancini desea declarar en su propia contra, tendrá libertad para hacerlo -el juez se siente orgulloso de resolver la primera de las rencillas entre los acusados y los acusadores.
fantastico como siempre, me gusta mucho como estas siguiendo la historia de 3MSC
ResponderEliminarMe encanta! Es genial, aunque odio tener que esperar a que subas el siguiente, los capítulos se me hacen cortos! xD
ResponderEliminarGracias por comentar. Saludos :)
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