24
Abre de par en par la puerta y entra en el despacho. Paolo retira el periódico y suspira hondo. ¿Qué quiere ahora?
-¡Buenos días!
-Lo dudo -murmura Paolo.
-¿Dices algo?
-No, nada. ¿Qué quieres?
-Necesito que llames a una agencia de viajes.
-¿Qué?
-¿Estás sordo? Me voy a Nueva York -Paolo abre la boca para oponerse, pero Step no le deja-. Tranquilo que esta vez pago yo -saca cuatrocientos euros de su bolsillo y los pone encima del escritorio.
-¿De dónde has sacado esto?
-He ahorrado.
Paolo lo mira sin llegar a creerse sus palabras. ¿Step conoce la palabra ahorrar? ¿Desde cuando?
-En serio.
-Te lo juro. Te pedí doscientos, pero después me enteré de que me hacían falta cuatrocientos.
-¿Y de dónde has sacado el dinero?
-Legalmente. Con la moto.
-Eso no es legal.
-Lo que quiero darte a entender es que no lo he robado.
Paolo observa el dinero. Duda. Pero opta por cogerlo. ¿Qué más da que su hermano no deje de hacer locuras? Le queda una semana para ir a juicio. Lo mejor será dejarlo disfrutar. No se sabe lo que puede pasar…
-Step no tengo ningún problema con conseguirte los billetes, pero a cambio tú podrías hablar con el abogado.
-¿Cómo se llama?
-Lo llaman por su apellido. Rossi. Sandro Rossi.
-Pues dile que yo soy Step. Step Mancini.
-¿Y qué más? Eso ya lo sabe.
-Demasiada información es mala. Las mentes se colapsan pronto -y da un cambio de tema brusco-. Dame los billetes en cuanto los tengas.
-Le diré a mi secretaria que te los consiga. Esta noche, cuando llegue a casa, los dejo encima de la mesa del salón.
Step se dispone a soltar uno de sus chistes sobre la secretaria de Paolo. Empieza con una sonrisa pícara, pero se acaba mordiéndo la lengua y quedándose con las ganas. Después del esfuerzo que está haciendo Paolo para que el juicio vaya bien…
-¿Sabes? A veces pienso que te tengo algo parecido al cariño.
-¿Qué mosca te ha picado?
Step sale del despacho sin contestar. Ni si quiera se despide. Se cruza con la mirada de la secretaria de Paolo. La chica se ruboriza. Parece nerviosa. Nerviosa por miedo a que ese tipo que tiene delante le vuelva a decir algo que la haga sonrojarse.
-Adiós -se despide sonriente.
-Adiós -contesta la secretaria con aire tímido. Después, cuando lo ve salir, suspira aliviada.
Las palabras de la profesora de álgebra no tienen importancia. No es su culpa. Ella intenta concentrarse, pero de repente pasa su imagen, sus palabras, su sonrisa, sus labios, sus ojos, sus guiños, sus gestos…
-Gervasi ¿por qué sonríe?
Despierta de su ilusión. Toda la clase la mira. La profesora espera una respuesta.
-¿Perdone?
-Estaba sonriendo y quiero saber que le hace tanta gracia.
Babi mira a su alrededor. Caras aburridas con algún que otro bostezo se centran en ella. Pallina está a su lado. La observa al igual que todos, pero sin cara de sueño, se está aguantando una carcajada. Parece alegrarse del mal ajeno. Babi echa una rápida ojeada a la página por la que está abierto el libro. ¿De qué estaba hablando la profesora? Un pequeño papel aparece de la nada. Hay algo escrito en mayúscula y entre exclamaciones. <<¡LEEME EN VOZ ALTA!>> Alza de nuevo la mirada. Pallina le asiente. Ha sido ella. Después de todo es buena amiga. Hace caso a las indicaciones de su amiga.
-Sonrío porque lo que usted está explicando es algo que controlo. En El Falconeri eran muy exigentes. Te obligan a tener una buena base de álgebra para poder matricularte -y, aunque hay se acaba la letra de Pallina, Babi improvisa-. Pero, si le parece bien, puedo poner cara de aburrida, bostezar en cuanto se vuelva y no dejar de mirar el reloj mientras espero a que suene en timbre. Después de todo usted es la que manda.
Pallina mata con la mirada a Babi. ¿Por qué ha soltado ese disparate? Se la va a cargar…
Babi observa a la profesora. Los segundos que tarda ésta en reaccionar se hacen eternos. Quizás hubiese sido mejor callarse…
-¿Sabe qué? ¡Puede sonreír! Es más, estáis todos obligados a sonreír. Ya me estoy hartando de alumnos que no atienden y que se aburren. ¡Haced como Gervasi! ¡Sonreír! -parece haberse vuelto loca. Mira a cada alumno mientras no deja de repetir el mismo verbo una y otra vez- ¡Sonreír! ¡Sonreír! ¡Sonreír! -todos dibujan una sonrisa forzada en sus rostros-. ¡Así me gusta! Seguro que a partir de ahora la clase será más llevadera.
La sirena suena. La profesora se larga con una sonrisa que desafía la resistencia de sus mofletes. Pobrecilla. Le tienen que doler… Todos clavan sus ojos en Babi. Buscan una justificación. La justificación de la chica que ha desatado la locura de la profesora.
-¡Hola a todos! -disimula.
Raffela marca el número sin equivocarse. Lo conoce de memoria. Claudio responde al otro lado de la línea.
-¿Qué ocurre?
-Claudio, tenemos que hacer turnos.
-¿Turnos?
-Para vigilar a las niñas. ¡Se nos van de las manos!
-¿Pero de qué hablas? ¡Son unas chicas encantadoras!
-Por tú culpa Babi se ha metido donde se ha metido…
-¿Por mi culpa Babi está con Stefano? ¿Sabes qué? ¡Me alegro! ¡Bien por mí! -le resulta más fácil expresar lo que piensa sin verle la cara.
-¿Qué dices?
-¡Venga ya Raffaela! ¿De verdad te cae mejor Alfredo?
-¿Claudio, has bebido?
-¿Beber? Estoy en la oficina. Trabajando. Lo único que me he bebido ha sido un café y contigo.
-Pues yo no estoy tan segura. ¡Hablaremos cuando no estés borracho!
-No estoy… -Raffaela cuelga sin dejarlo terminar.
Menuda es la vida. Para una vez que le echa valor y deja ver su opinión… Raffaela está tan acostumbrada a que le lleve la razón que si no lo hace piensa que está ebrio. Y lo peor será cuando vuelva a casa y se tenga que enfrentar a su mujer cara a cara. En ese momento sabe que de lo único que será capaz es de contradecirse así mismo y volver a llevarle la razón a Raffela. Seguro que Silvana, la brasileña que conoció la noche del billar, no es así. Seguro que no. A lo mejor no hubiese sido mala idea fugarse con la morena… ¿Qué piensas Claudio? ¡No seas tonto! No hubiese sido justo para Babi y Daniela. No. Ellas no se merecen vivir a solas con Raffaela… Tampoco es que sea una mujer perversa, tan solo le gusta que su familia haga las cosas a su manera, ¡y qué nadie se atreva a rechistar su palabra! Ella es la única que tiene derecho a llevar razón. A veces es tan difícil pensar en el motivo que le hizo dar el “sí quiero”… ¡Ya basta de pensar en los problemas familiares! Trabajo. Tiene que concentrarse en el trabajo.
Me encantaaa!
ResponderEliminarEstoy deseando leer el siguiente capitulo ;)
ResponderEliminarGracias por los comentarios =D
ResponderEliminarme encanta!!! esta chulisimo el blog y los capitulos!! para cuando el proximo?? :D
ResponderEliminarGracias :) el próximo lo subo hoy (15/4/2011) Publico un capitulo un día sí y otro no, así que hoy subiré el 25 y el 26 lo subiré el 17/4/2011.
ResponderEliminarSaludos y besos.
muchas gracias por todo!! me encanta tu blog
ResponderEliminar