¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

viernes, 15 de abril de 2011

Capitulo 25

                                                              25

Él lee un libro de filosofía. Ella una antigua revista de chismes. Se la sabe de memoria, tan solo disimula. Espera el mejor momento para atacar. Claudio también sabe que toca hablar de la conversación telefónica. Espera paciente el momento en que su mujer saque el tema.

-¿Recuerdas lo que me has dicho esta mañana?
-¿Esta mañana?
-Cuando te llamé por teléfono.
-¿Me llamaste? -opta por hacerse el loco. Viéndole la cara es más difícil oponerse a la voluntad de Raffaela.
-Me dijiste que estabas de parte de Stefano Mancini. El tipo de la moto. Él que golpeó a Acado. El del amigo muerto. El de…
-Que sí, que sí. ¡Qué sé quien es!
-¿Estabas borracho o no?
-¿Qué te dije exactamente?
-Me diste a entender que el de la moto te caía mejor que Alfredo.
-¿Eso dije? -Raffaela asiente-. Pues a lo mejor me tomé alguna que otra copita -miente.
-¡Pues muy mal! ¡No me gusta que bebas y menos tan temprano!

Dios dame paciencia. O sea, que si le digo que no estaba borracho, me pelea y, si le digo que había bebido, me pelea también. ¿Hay alguna escapatoria? Lo mejor será desconectar.
Raffela empieza a charlar o, mejor dicho, a reñirle. Claudio tan solo ve como la boca de su esposa se mueve. No la escucha. ¿Para qué hacerlo? Estará diciendo lo de siempre. Que si Babi es muy buena chica. Que si esas compañías no son buenas. Que si mira como acabó la hija de Acado. Que ya hace bastante esfuerzo con tragar a Pallina. Que si necesita centrarse en los estudios. En fin, decenas, cientos y miles de palabras que se pueden resumir en siete: Step malo. Alfredo bueno. Babi demasiado influenciable.



Una de la mañana. Sale de su habitación. Encima de la mesa del salón, tal y como le prometió Paolo, están los dos billetes de avión. Billetes para Nueva York. Los sostiene entre las manos. Cuatrocientos euros. Doscientos euros por billete. Día de salida: jueves. Día de regreso: lunes. Día del juicio: martes. Día de hoy: miércoles. Seis días para el juicio. Como pasa el tiempo… Seis días. No sabe si irá a la cárcel en seis días. Seis días para vivir a tope. Seis días para enamorarse como nunca. Seis días para estar con Babi. Seis días para reírse del mundo. Seis días para disfrutar. Seis días para ser el rey. Y, entre esos seis días, un viaje. Su primer viaje fuera del país. Mañana. Mañana a las once tengo que estar en el aeropuerto. Mañana madrugaré como nunca… Ese vuelo, esa oportunidad de ser feliz, no se me escapará.



Pallina la deja delante de su casa y se marcha en la vespa. Babi saluda al portero que le devuelve el saludo con una sonrisa. Siempre ha pensado que Babi es muy simpática. La ve alejarse cuando entonces recuerda el recado del chico.

-¡Espera!

Babi se vuelve. El portero se acerca a ella. Saca un sobre del interior de la chaqueta.

-Vino un chico y me dijo que te lo diese.
-¿Qué hay?
-Ni idea -responde orgulloso. Ha sido tan difícil aguantar la tentación…
-Gracias.

Babi entra apresurada en su casa. Se esconde el sobre por debajo de la camiseta para evitar inspecciones.  Saluda rápidamente a su hermana y a su madre -Claudio está trabajando-. Responde a las preguntas de su madre antes de que Raffaela las lance. Son siempre las mismas. Se las sabe de memoria.

-Me ha ido bien, no he pasado frío y no, no tengo hambre.

Se encierra en el dormitorio. Suspira y apoya la espalda en la puerta. Saca el sobre de su escondite y lo sostiene entre sus manos. Juega un poco con él. Tantea con la posibilidad de abrirlo. Lo mueve a la vez que se lo acerca al oído, como si fuese un misterioso regalo que intentamos adivinar antes de hacer trizas el papel de envoltura. Pero no, eso no hace ruido. Lo único que suena es algo que se mueve dentro. Algo poco pesado. Se decide de una vez por todas y abre el sobre. Saca de su interior dos tickets rectangulares. Dos billetes de avión. Los contempla. ¿Eso es para ella? Observa el día de salida y el destino. Son para mañana a las once de la mañana. Para ir a Nueva York. Se le escapa una sonrisita tonta. Rebusca dentro del sobre para ver si hay algo más. Saca un folio plegado. Lo abre. <<Te dije que me tenías que reglar un billete de avión y que no te preocuparas por el precio. Yo te regalo estos dos. Lo justo es que tú me devuelvas uno>>.
Daniela entra con el teléfono en la mano.

-Es para ti -se lo entrega y se queda a escuchar la conversación.
-¿Quién es?
-El de los billetes. Oye mañana paso a buscarte a la entrada de la universidad. No quiero que lleguemos tarde al aeropuerto.
-¿Quién te ha dicho a ti que te voy a devolver el billete de avión?
-No hace falta que me lo digas. Se puede predecir. Eres muy legal. Sigues las reglas. Además ¿con quién te irías? ¿Con tu madre? -suelta una carcajada.
-¡No seas idiota! -ella también ríe-. Nos vemos mañana.
-Hasta entonces.

Pasan unos segundos. Ambos esperan a que cuelgue el otro y, justo cuando Step se decide a dar por finalizada la llamada…

-Step.
-¿Qué?

Babi mira a Daniela. Su hermana parece disfrutar de la conversación más que ella misma. ¡Será cotilla! Es igual, se comerá la vergüenza.

-Te quiero.
-Y yo.

Babi pulsa el botón de colgar y mira a su hermana.

-¿Te ha gustado la conversación?
-Hubiese estado mejor si también lo pudiera haber escuchado a él. Pero que se le va a hacer… Por cierto -mira hacia atrás para asegurarse de que la puerta está cerrada-. Me debes un favor, que he cogido el teléfono y he simulado que era Pallina para que mamá no te matase.
-En ese caso te debo la vida.
-Tienes razón, pero te hago precio especial por ser mi hermana. Lo dejamos en un favor.

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