¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

jueves, 7 de abril de 2011

Capitulo 21


                                                                       21

Todo parece ya perfecto. Daniela, Claudio y Babi están sentados en la mesa. Raffela, en cambio, no deja de ultimar detalles. Haber ¿dónde se colocaban los cubiertos? ¿Dónde queda mejor la servilleta? Se mira de arriba abajo.

-¿Voy demasiado elegante?

Su marido y sus dos hijas le responden con un “no” profundo y pesado. Hartos de que la madre no deje de hacer preguntas. Raffaela se sienta al fin y observa atentamente el centro de mesa. ¿Le gustarán esas flores a la madre de Alfredo? ¿Y si alguno de ellos es alérgico? Debería haberlas puesto de plástico.

-¿Babi son alérgicos a estas flores?
-Tranquila mamá, mi novio es muy duro.
-No sabes cuanto… -apoya Daniela.

Raffaela se queda con la mosca detrás de la oreja tras la intervención de su hija pequeña. ¿A qué se refiere? ¿Practica Alfredo algún deporte peligroso? Es igual. ¿Qué hora es? ¡Las nueve y cuarto! Pero si habían quedado a las nueve… ¿Por qué se retrasan? ¿Habrán tenido algún accidente?

-Van a llegar tarde…
-Raffaela tranquilízate -interviene Claudio-. Todo va a salir bien. ¿Verdad? -busca la respuesta de sus hijas. Ambas asienten poco convencidas-. Estarán al llegar.

<<Ding dong>> Suena el timbre. Silencio. El corazón de Babi late a mil por segundo. Como siga así le estallará de un momento a otro. Raffaela se levanta para abrir la puerta, pero Babi se le adelanta.

-Ya voy yo. Al fin y al cabo soy yo la que los conoce ¿no? -su madre le sonríe y vuelve a sentarse.

Babi abre la puerta lo justo para salir y volverla a cerrar a sus espaldas. Deja a su familia dentro y ella queda fuera con Step y Paolo. Le da un beso rápido al novio.

-¿Pero qué haces? Vamos a entrar ¿no?
-Necesitaba saber como iban las cosas.

No se preocupa por la vestimenta de Paolo. Esta segura de que él sí sabe estar a la altura de la situación. Pero, sin embargo, observa detenidamente el vestuario de Step. Va bien peinado. Su olor le recuerda a un perfume de Paco Rabanne. Camisa negra de botones, con el cuello a la italiana. Chaqueta gris y pantalones a juego. Zapatos de charol, lisos y negros. Está tan elegante… Quien lo hubiese dicho… Y ella que se lo imaginaba con la típica camiseta de manga corta, la chaqueta de motero, el pantalón vaquero y las deportivas… ¡Está estupendo!

-Vamos a entrar -pronuncia un poco más convencida de que la cosa no va a ir tan mal.

Introduce la llave y abre la puerta. Entra la primera al comedor. Paolo y Step se quedan un poco atrás. Esperando a que Babi haga la introducción.

-Ya han llegado.
-Pues diles que pasen -ahora parece Claudio más ansioso que su esposa-. ¿A qué esperas?

Babi traga saliva. Respira hondo. Venga no es tan difícil hacer las presentaciones…

-Mamá, Papá -los mira-, Daniela -intenta atrasar el momento. Su hermana le sonríe intentado darle seguridad-. Os presento a… -vuelve a mirar a su familia-. Os presento a Paolo.

Raffaela se levanta para darle dos besos y saludarlo, Daniela imita a su madre. Claudio se queda boquiabierto. Él ha visto a ese hombre antes. Lo vio hace aproximadamente un mes y medio, quizás más. Lo conoció cuando fue a hablar con el novio de Babi. Y el novio de Babi, por aquel entonces era…

-Y también os presento a Step.

El Mancini pasa al salón. Raffaela mira sorprendida a su hija. Babi no sabe donde meterse. Daniela se prepara para el grito de su madre. Paolo ve venir el desmayo de aquella buena mujer. Claudio mira a Step, ahora más boquiabierto que antes y sin pestañear. Step mira al padre de Babi y le sonríe. Cuando Claudio reacciona, le devuelve la sonrisa.

-Hola a todos -saluda Step intentando romper el hielo.
-Babi, ¿y Alfredo? -pregunta Raffaela.
-Mamá, no se donde está Alfredo. Lo dejé hace unos cuantos días.

Raffaela sonríe a Paolo para disimular un poco, agarra a Babi del brazo y la arrastra hasta la cocina, ya con un misterio menos que resolver. Ya sabe porque, en los últimos días, era Pallina la que acompañaba a Babi a la universidad.

-¿Qué lo dejaste?
-Sí.
-¿Por este? -Babi asiente. Raffaela le da un guatazo en la cara-. ¿Estás loca?
-No -dice llevándose la mano a la cara-. Mamá quiero a Step.
-Babi estás confundida, ya te hizo daño una vez.
-Y si me volviera a hacer, lo volvería a perdonar -se le escapa una lágrima-. Mamá no quiero a Alfredo. Entiéndelo por favor. Quiero a Step. Y ni tú ni nadie puede cambiar eso.

Babi se seca las lágrimas y vuelve al salón. Cuando llega tiene la pintura de los ojos corrida. Todos se quedan mirándola. Step, que aún no se ha sentado, la abraza y le besa la frente.

-¿Te ha pegado? -le susurra.
-No -miente.

Toman asiento y esperan a que Raffaela ocupe su lugar. Tarda unos diez minutos, justo el tiempo que ha invertido en convencerse de que su hija no necesita un psiquiatra. Quizás no está loca. Es como el fumador que intenta dejarlo. Lo conseguirá, pero alguna vez que otra caerá en la tentación. Stefano Mancini parece ser la droga de su hija. Babi acabará dejándolo, pero de vez en cuando picará. De todas formas piensa ayudarla con su particular vicio. Hará lo posible para que no lo vea.
Comienzan a cenar en silencio. La mesa se divide en dos. Los pro Step y los contra Step. Step se sienta en medio de su hermano y Babi. Son el equipo pro Step. Raffaela está colocada en mitad de su marido y de su hija Daniela. Son los contra Step. Aunque, en realidad, a Claudio y a Daniela les gustaría estar en el otro team.
Llegan al plato final. Espaguetis a la boloñesa. Nunca la pasta había sido tan difícil de digerir y todo por la tensión que hay. El silencio reina y, esta vez, el silencio no hace que todo sea más especial. Hace que todo sea más incómodo. El “culpable” es el que está más tranquilo. Step sabe que no ha hecho nada malo para que Raffaela no lo trague. Nunca le ha pegado a su hija. Nunca la ha obligado hacer algo que ella no quisiera… Bueno, quizás alguna vez que otra, pero siempre por una buena finalidad o causa.
Terminan de comer. Claudio y Raffaela recogen los platos, Paolo les ayuda. Step y Babi se van a la habitación de la chica para poder hablar a solas. Raffaela empieza a recoger más rápido para poder interrumpirlos cuanto antes.

-No ha ido tan mal -Step le sonríe, pero Babi no está por la labor-. No pongas esa cara.
-¿Y cuál pongo Step?

Step le pellizca el brazo y Babi da un pequeño grito de dolor. La chica le responde con un empujón y Step, que exagera la fuerza de Babi, se deja caer en la cama. Quedando el tumbado y ella de pie, como si fuese su superior.

-Estás muy fuerte.
-Ya claro… -y se le escapa una pequeña sonrisa.
-Así, sí -se vuelve a levantar-. Babi puedo venir trajeado, puedo venir sin insultar a nadie. Es más, ni si quiera he hablado. Pero eso no me cambia. Sigo siendo el tipo que va a doscientos con una moto, que no habla a sus padres, que chantajea a su hermano… Tu madre nunca querrá que estés conmigo.
-Pues se tendrá que aguantar
-¿Y eso?
-Porque puede que seas el tipo que corre como un loco por la carretera, el chico que no se lleva bien con sus padres, el chico que hace lo que quiere con su hermano… Puede que seas así. Joder, eres así, ¿y qué importa? También eres el chico que me enseñó a reír, el primero que llegó donde ningún otro había llegado -Step sonríe-, el que hace que no me sienta atada a unas malditas reglas, el que hace que quiera vivir, el que me ha enseñado a amar, el que me ha llevado a tres metros sobre el cielo e incluso a más allá del infinito. Eres mi Step. Y no te cambio por una madre gruñona -le sonríe-. Y si no te gusta ir de traje -le quita con maña y fuerza la chaqueta, casi se la arranca-, pues no vayas.
-¿Y si quiero ponerme en cueros? -se insinúa.
-Pues te pones. Me gusta tal y como eres. Tal y como quieras ser.

Babi le toma la palabra y le desabrocha el primer botón de la camisa dejando su cuello libre. Justo cuando se dispone a desabotonar el segundo, la puerta se abre de par en par. Es Raffaela. Se encuentra a su hija y a Step muy cerca, ella intentando quitarle los botones de la camisa. ¿Pero que pretenden? ¡Están en su casa!

-Babi sal, quiero hablar.

Babi obedece y deja a Step solo. Se sienta en la cama mientras la espera. Da un vistazo rápido por la habitación y se percata de que, en una de las esquinas, descansa el gran oso de peluche. Recuerda aquel día en la feria. Tocan a la puerta e interrumpen sus recuerdos. La puerta se abre sin que él responda con algo así como <<Pasa>> ¿Para qué responder? No es su habitación. Daniela entra y cierra de nuevo la puerta. Saluda a Step y se sienta a su lado.

-¿Sabes? Me caes mejor que el imbécil del rubio. Tú no te cortes por mi madre.
-No lo hago.
-Lo suponía… en fin. Si te sirve de algo te diré que Alfredo me pegó una vez. ¡Justo aquí! -y se señala el lado de la cara. Step le sonríe sin saber muy bien que contestarle. Él no tiene nada que ver con ese tema-. Me hizo daño… ¿Sabes una cosa? -vuelve a llamar su atención-. Yo creo que mi padre también te prefiere a ti. Te ha sonreído, a Alfredo no le sonreía casi nunca. Además mi padre es lo contrario que mi madre, o sea, que por regla de tres, si mi madre te odia, mi padre te debe tener como si fueras un Dios.
-No creo que tanto.
-Lo que pasa es que mi madre es siempre la que se impone. Mi padre se limita a aceptar sus decisiones. Creo que es así desde que se casaron y mi padre preferirá dejar las cosas como están…

Y sigue contándole cosas de sus padres. Step no la interrumpe. Parece como si la pequeña necesitara desahogarse y lo ha elegido a él como consejero. Pocos. Muy pocos consejos puede darle él respecto al tema de sus padres. La situación de Step con sus padres es todavía peor. Aún así guarda silencio mientras Daniela habla. De algunas cosas se entera, otras no las entiende. Cuando Daniela lleva un rato sin para de hablar de casos concretos, anécdotas y de la actitud de sus padres, Step decide desconectar y dejar de escucharla.

-…Y eso pasó cuando los visitemos -mira su reloj-. ¡Qué tarde! Llevamos hablando tres cuartos de hora.

¿Llevamos? ¡Llevas! Además, hace tiempo que dejé de hacerte caso… ¿Cuándo va a volver Babi?

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