¡Hola! Escribo aquí para respetar el hecho de que en este blog todas las entradas son capitulos :D Os informo de que tengo nuevo blog, se llama Coleccionista de Deseos. En la primera entrada he explicado casi todas las dudas que os puedan surgir, pero así por encima diré que es en el bog en el que voy a empezar a publicar mi nueva historia.
http://coleccionistadedeseos.blogspot.com/
Saludos.

lunes, 28 de febrero de 2011

Capitulo 2

2

Es sábado y llega a casa un poco tarde. El culpable, su novio. Aquel rubio que la tiene tan enamorada. La ha llevado a comer a un restaurante fino y le ha pagado la cena.
En el dormitorio principal hay variedad de opiniones sobre Babi y su nueva vida. Pero, la opinión que se impone es la de la madre de la chica, Claudio siempre a sido más partidario de no dar a conocer lo que piensa si se arriesga a una disputa con su mujer. Raffaela está encantada y, aunque es conciente de los horarios de su hija, no le importa hacer como que no se entera. Su hija es feliz y esta vez su novio está a la altura. Claudio no piensa igual, no tiene nada en contra del chico, pero Stefano le caía tan bien… ¿Qué estaría haciendo ahora? Quizás se encuentre jugando al billar y dándole una buena paliza a los listillos que intenten ganarle. Claudio sonríe al recordar una de las noches más felices de su vida. La noche en la que conoció a Stefano por si mismo y no por habladurías. Recuerda que, el que por aquel entonces era el novio de su hija, lo invitó a alguna copa que otra y le devolvió la alegría de saber que se siente al hacer una buena jugada en el billar. Y, por supuesto, aquella noche la conoció a ella. Esa brasileña que le hizo soñar con que una vida lejos de Rafaela era posible, que todavía no era viejo, no al menos de corazón. Aquella noche el pobre Claudio dejó de soñar cuando volvió a casa. Raffaela le recriminó no haber amenazado a Stefano Mancini y lo culpó diciéndole que todo lo malo que le pasase a Babi sería culpa suya.
Daniela también escucha llegar a Babi. Si su hermana llegase de estar con Step hubiese saltado de la cama para interrogarla, pero como no era así prefiere seguir en la cama, intentando soñar con Andrea Palombi, el chico que la trae loca.
La recién llegada intenta no hacer ruido, cosa que da igual ya que, aunque ella no lo sepa, toda su familia está desvelada. Se desnuda y se da un baño de agua caliente. Tras ponerse el pijama, vuelve a su habitación y se acuesta en la cama. Ya no prepara el uniforme. En la universidad no tiene que llevarlo. Además el día siguiente no es laboral. Empieza a pensar en su chico, Alfredo, el rubio que la había acompañado a casa. A lo mejor él también estaba pensando en ella. A lo mejor le estaba contando a alguien lo mucho que la quiere. Una cosa es segura, y aunque Babi no piensa en ello, es más que evidente que su novio no está pensando en hacer un graffiti para demostrarle su amor. Babi empieza a pensar en que invertirá el domingo. No tiene deberes y tampoco ningún examen cerca. Puede hacer lo que le plazca. Mientras piensa en diferentes alternativas se duerme abrazada a la almohada.



Son las nueve de la mañana. Es domingo. La gente normal ocupa el tiempo en seguir durmiendo. Cosa que no pasa en casa de Raffaela. No quiere que sus hijas se acostumbren a levantarse tarde.

-¡Vamos Babi! -son las palabras que utiliza Raffaela para despertar a la mayor de sus dos hijas.

Babi abre los ojos. Lo primero que ve es a su madre zarandeándola del brazo para despertarla.

-Vamos no hay tiempo que perder -dice Raffaela mientras sale de la habitación.

Medio dormida aún, abre el armario y coge el primer pantalón vaquero oscuro que ve. Luego busca detenidamente el jersey blanco. Juraría que estaba limpio. Tras abrir y rebuscar por cada cajón de su habitación decide dejar la búsqueda y conformarse con otra prenda que, aunque no le queda tan bien como el jersey blanco, no está tan mal. Entra, aún casi entre sueños, al cuarto de baño. Allí se encuentra Daniela. Quien la saluda insegura. Babi no le da importancia. Justo cuando Daniela se dispone a salir del baño, Babi se lava la cara. Entonces lo entiende todo. Su hermana lleva el jersey blanco que ella había buscado como una loca.

-¡Serás!
-Creí que no lo necesitabas.
-Sabes que es mi favorito.
-Lo siento, ya no hay marcha atrás -Daniela sonríe picarescamente a su hermana y le guiña un ojo-. ¡Venga que te espero para desayunar! -grita mientras sale corriendo.

Babi se seca la cara y se peina.
Abajo la espera su hermana con el desayuno puesto. Está viendo la tele y todavía no se ha dado cuenta de que Babi está allí.

-No vuelvas a cogerme nada sin preguntarme -pronuncia Babi algo mosqueada.
-Vale -contesta Daniela inconscientemente.

Daniela observa a su hermana sin saber que hacer. Está indecisa. Había hablado con Andrea Palombi el día anterior. Palombi se ha hecho amigo de unos chicos que frecuentaban el invernadero y hoy el propio Andrea los iba a acompañar. Palombi le había preguntado a Daniela que si quería ir con él y la chica, para no desaprovechar ninguna oportunidad, no tuvo nada mejor que contestarle: << ¿Qué si quiero ir? Tú no me conoces bien. No solo iré, haré de Camomila y ganaré la carrera>>. No podía defraudar a Palombi pero su hermana la mataría si se enterase aunque, por otra parte, si Babi no se enteraba, no había ninguna persona que justificase a Daniela ante sus padres. Tras un buen rato comiéndose la cabeza y pensando varias formas de decírselo, se decide por romper el hielo.

-Parece que hace buen día.
-¿Qué dices? Está nublado y hace mucho frío.
-Quiero decir que parece que va a salir el sol de un momento a otro.
-El hombre del tiempo alertó de lluvias para esta noche por toda esta zona.
-Ya, pero quizás se equivoca. A veces ocurre.
-Sí, puede ocurrir. Pero es una remota posibilidad.
-Si ocurriese esa remota posibilidad, ¿saldrías?
-No sé. Creo que llamaré a Pallina para hablar un rato y esas cosas -Babi mira a su hermana. Observa sus labios titubeantes. Indecisos-. ¿Hay algo que quieras decirme?
-A ti no te puedo engañar -dice Daniela tras soltar un largo suspiro. Consigue despertar la curiosidad de Babi, quien atiende a su hermana con los cinco sentidos-. Andrea Palombi me ha invitado a salir.
-¡Eso es genial! ¡Felicidades! Es un gran paso. ¿Y dónde vais a ir?

Las dos hermanas se miran. La mirada de Daniela es la de alguien que se encuentra entre la espada y la pared. La de Babi, en cambio, es una mirada brillante y llena de felicidad. Mientras Babi la mira de esa forma. Daniela especula varias respuestas posibles. Ninguna le convence.

-¿Al cine? ¿A un concierto? ¿A un restaurante? ¿A la playa? -Babi piensa en voz alta mientras espera a que su hermana le conteste.
-Al cine -miente Daniela. Babi  le sonríe. Parece conforme con la respuesta. Daniela alimenta la mentira para no dejar suelto ningún cabo-. No sabemos a que hora empieza la película que queremos ver, por eso saldremos sobre las ocho. Si acabamos pronto quizás después vayamos a cenar -Daniela parece creerse su propia mentira-. A los dos nos encanta la pasta y Palombi me dijo un día que le encantaría llevarme a un restaurante especializado. No se a la hora que voy a llegar… Ya sabes a que me refiero.
-Papá y mamá ¿no? -las dos saben que el problema es tan solo Raffaela, pero meten a Claudio también en el paquete. Daniela asiente-. No te preocupes. Lo más seguro es que yo no salga y creo que ellos tienen una cena. Tan solo tienes que venir antes que ellos.

Daniela sonríe para sus adentros. Ha salido todo bien. Es más, ha salido todo perfecto. Se excusa ante su hermana lo más rápido posible y corre hacia el teléfono para llamar a Palombi.

-¿Daniela? -se oye al otro lado de la línea.
-Sí, soy yo. Solo quería asegurarme de que el plan sigue en pie.
-¡Claro! Estoy deseando ver como te rajas en el último momento ante la idea de hacer de camomila.
-Ya verás como no. ¡Te vas a enterar!
-¡Está bien! Recuerda que paso a recogerte a eso de las ocho. Espero que estés lista. No podemos retrasarnos.
-Que sí tonto -pronuncia dulcemente. Con la voz de una enamorada de casi dieciséis.

Justo después de hablar con Andrea va a la habitación de sus padres y abre el armario de Raffaela. Casi abandonado en una esquina está el ya pasado de moda cinturón de camomila. Lo coge y lo esconde en su cuarto. Su madre jamás se dará cuenta. El cinturón pasa siempre desapercibido para la madre.

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